Juan Espadas: «Quiero que los sevillanos identifiquen al PSOE con el proyecto para mayo de 2011»

Dos días después de la presentación de su candidatura, el aspirante del PSOE a la alcaldía de Sevilla en las elecciones municipales de mayo de 2011, Juan Espadas, nos concedió al compañero Jack Daniel’s y al que esto escribe una entrevista exclusiva, la primera que concede como candidato a alcalde, que os traemos aquí desglosada en cinco vídeos.

Parte 1

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Lo que es España

Los países extranjeros acosan a España por el altísimo déficit nacional. La noticia se está comentando únicamente en el plano económico, como es lógico, aunque mentiría si niego que este bullying de mercado de valores me recuerda más a una regañina de patio de colegio, entre compañeros de clase, acaso con las burlas y el señalar con el dedo típicos de los colegiales.

Los países extranjeros increpan a España, le apuntan con el dedo y se ríen. Le reprochan todo lo que ha hecho, la mayoría de ello malo, y se burlan de ella. La llaman impostora, farsante. Le ponen enfrente el peor de los espejos, el de la verdad dicha por boca ajena. Ahí están los vecinos que ven y dicen todas esas cosas que España misma no quiere (parece que ni siquiera puede) ver ni decirse a sí misma. De la calle vendrán y te meterán las cabras en el corral.

España es un país de mierda, y siempre lo ha sido. Que estemos en el siglo XXI y llevemos 25 años en la Unión Europea no quiere decir que hayamos dejado -o vayamos a dejar- de serlo. España ha sido siempre un país de zánganos y listos, de vividores y farsantes. Un país barroco, de pura fachada. Un país donde antes robaban los castellanos con el conque de los gitanos y ahora se sustituyen a los calós por rumanos -ya ni los refranes se respetan-.

Ya no nos acordamos de los años de la posguerra, de los trenes del exilio y la emigración, de Alemania, Suiza, Holanda. Hoy vemos una foto de los negritos de África jugando con una pelota hecha con un ovillo de harapos y decimos que qué lástima, pero ya no recordamos que hace no tanto rodaban estas pelotas por las calles de pueblos españoles que hoy están embellecidas por obras de -y gracias a- los fondos FEDER y con casas construidas con ese pan y agua eterno y esencial, casi divino, del PER.

Ya hemos olvidado todo esto que malvivimos hace apenas cuatro décadas mal contadas. Vaya por Dios -¡válgame San Vacío, una expresión religiosa!-, en España, patria madre de la memoria histórica cacareada a bombo y platillo. Memoria para según qué cosas, interesada como los españoles, a los que sólo les interesa lo que les interesa. Ya se sabe: de lo que me gusta me harto.

Así somos y así es España, un país de pobres hartos de pan. Unos tiesos, que decimos en el Sur. Nos hemos arrimado a los ricos y hemos visto que nos invitaban a sus banquetes, a su fiesta de democracia bien entendida. Nosotros, que siempre hemos tenido apenas para salir del paso diario, vimos el dinero europeo y nos volvimos locos. Renegamos de nuestra condición y entonces empezamos a derrochar, a poner bonita la casa, a mirar por encima al resto del mundo y a querer codearnos con los vecinos de la jet-set que luego reían nuestra ridícula pose de creernos lo que nunca hemos sido ni seremos.

Y ya se sabe que las vacas gordan al final siempre flaquean o mueren. Y hénos aquí, tiesos como siempre, pero con la desdicha del eterno pobre que de repente, sin saber cómo, fue rico y luego fue pobre, que ya se sabe que el primer paso es muy fácil pero el segundo es de morirse de asco. El tiempo nos ha puesto en nuestro sitio, y ahora, en vez de aceptar de una vez nuestro sino, todo es llorar y querer llevar de nuevo el tren de vida que no nos corresponde.

Pero ahora no están nuestros vecinos para seguir invitándonos al banquete. Nosotros somos como esos nuevos ricos que llegan al barrio como unos intrusos. Nos admitieron en un club cuyas reglas nos venían grandes y ahora que lo hemos puesto en peligro nos hemos dado cuenta -o quizá no- de que en este vecindario europeo no hay don Quijotes que nos ayuden a desfacer nuestro entuerto.

Sólo hay vecinos que ahora ya no son vecinos, sino extranjeros, que señalan con el dedo nuestra culpa y nuestras vergüenzas, nuestro afán por ser lo que nunca hemos sido, nuestro fracaso, nuestra miseria, mientras nos preguntan con cara de inquisición aquello que piensan todos y cada uno de los españoles: y ahora, ¿qué?

Historias de una Huelga: los prejubilados de Mercasevilla

Eduardo es uno de los más de 40 trabajadores de Mercasevilla que están prejubilados desde 2003, cuando la empresa aplicó a la plantilla un ERE que luego amplió en 2007. La suya, como la de Miguel Ángel, como las de millones de españoles, es otra de las historias que conforman ese mosaico que es no sólo una huelga general, sino una realidad diaria que quema más con cada amanecer y enfría las esperanzas con cada noche que cae.

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Un reportaje realizado en colaboración con Jack Daniel’s.

Historias de una Huelga: los eventuales de Tussam

Miguel Ángel es uno de los 88 trabajadores eventuales de la empresa municipal de Transportes Urbanos de Sevilla (Tussam) que se encuentran en el paro desde abril tras haber conseguido una plaza en un concurso público. La suya es una de las muchas historias de lucha y sufrimiento, millones de odiseas diarias ante las que la crisis muerde con dientes más afilados con cada nuevo amanecer. Vidas entre paro y frágiles esperanzas, ocultas hasta que viene una huelga y todas salen a la calle.

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Un reportaje realizado con la colaboración de Jack Daniel’s.

Sevilla 29S – La huelga general en las calles

Con la puntualidad que nos caracteriza, y siempre con la colaboración del jefe Jack Daniel’s, os traemos el vídeo de los actos sindicales que tuvieron lugar en diversos sitios de Sevilla durante la madrugada del 29 de septiembre de 2010, día de la Huelga General.

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Pronto colgaremos más sobre la manifestación de la mañana, así como otras dos historias personales que ilustran la otra huelga. Sigan atentos. O no.

Resistencia y compromiso

Mañana hay convocada una huelga general en todo el país. ¿Qué harás tú? Tienes múltiples opciones. Puedes ir a trabajar (suerte). Puedes no poder ir a trabajar por no tener manera de ir. Puedes querer ir pero darte la vuelta cuando veas doscientos mil piquetes en la puerta del trabajo. Puedes no ir a trabajar. Puedes no ir a trabajar y quedarte en casa. Puedes no ir a trabajar e ir a las manifestaciones, o de piquete. Puedes no ir a trabajar pero ir a ejercer tu oficio, como hará servidor.

Decidas lo que decidas y hagas lo que hagas, y aunque seguramente no te conozco a ti que ahora lees esto, te pido que reflexiones sobre lo que haces y por qué lo haces. Y, en especial, sobre qué conlleva lo que haces. Que si vas a trabajar sepas que ganas un día de sueldo pero que puede ser pan para hoy y hambruna para mañana. Que si vas a las concentraciones sepas que estás protestando y defendiendo un derecho, pero que tu voz se la apropiarán unos sindicatos apesebrados, hipócritas y conniventes con este Gobierno contra el que dicen protestar (y eso cuando algunos pierden el norte y protestan por algo que nada tiene que ver).

Pero esto no es un sermón ni un alegato propagándístico, sino una declaración de intenciones personales, algo que, probablemente, tampoco te interesará (y lo comprendo). Yo iré a la huelga, pero respeto lo que tú hagas. Si quieres ir a trabajar, respetaré tu derecho al trabajo, que también lo tienes. Porque ante cualquier derecho está la libertad de cada uno y, antes, la de cada uno para con los demás.

Para ir a la huelga hace falta mucha resistencia, de aquélla de las huelgas del XIX, tanto para hacer frente a los retos y peligros contra los que se echa mano de la huelga para luchar contra la huelga misma, sus enemigos internos y aquellos que la usan para manipular a los trabajadores y apropiarse de su fuerza. Yo voy a la huelga, pero voy libre y solo, sin nadie que me tome como arma arrojadiza, sin más bandera que mis derechos, por los que voy a pelear como nadie, ningún sindicato, ningún partido, va a pelear si no lo hago yo.

Pero si voy también es por ti. Porque además de resistencia, en una huelga hace falta compromiso. Para uno mismo, para con el que secunda la huelga con uno y también para el que no. Porque la solución a esta crisis que hemos creado entre todos -unos más y otros menos, pero entre todos- hay que encontrarla y aplicarla entre todos, cada uno según su responsabilidad y capacidad. Y para eso tenemos que estar unidos, y dar sin esperar más que aquello por lo que estemos dando.

Mañana, cuando tomemos el testigo de aquellos trabajadores del XIX que pasaban semanas de penurias y represión, de hambre y cajas de resistencia, debemos tomar el testigo de su compromiso y su solidaridad. Debemos pensar en ellos como debemos pensar en el otro. En que no luchamos por nosotros mismos, sino por la sociedad. Y luchar hasta las últimas consecuencias. Porque tenemos esa libertad y ese poder, y porque nadie lo hará por nosotros, pero nosotros sí podemos hacerlo por los demás. Porque nosotros, muchos de nosotros, tenemos un trabajo que defender. Otros, muchos, no tienen más para defender que su dignidad perdida en un semáforo, en las calles, en la nada.

Por eso yo voy a la huelga. ¿Qué harás tú?

Sevilla se manifiesta por los derechos fundamentales en la Red

En la tarde de ayer, viernes 4 de diciembre, los internautas sevillanos se congregaron en la Plaza Nueva para protestar contra la Ley de Economía Sostenible, cuyo anteproyecto ha sido presentado recientemente e incluye una disposición final «para la protección la propiedad intelectual frente a la piratería en internet».

En la manifestación, junto a unas doscientas personas, estuvo el abogado David Bravo, especializado en asuntos de Internet y propiedad intelectual. David nos explicó a Jack Daniel’s y a un servidor en qué consiste esta disposición final de la ley, los antecedentes de ésta y cuál es su impresión acerca de la movilización unánime de los internautas contra esta medida.

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Durante el acto, y ante una pancarta con el lema «Separación de Poderes, Libertad en la Red», se leyó el Manifiesto en Defensa de los Derechos Fundamentales en Internet, después del cual los manifestantes gritaron diversas consignas, como «libertad en la red». Posteriormente, nuestro compañero Bukowski y los blogueros Antonio Rull, Pedro Carrillo, Fernando Sánchez y Luis Rull nos dieron su opinión acerca del movimiento internauta en defensa de los derechos en la Red (con un regalito espontáneo).

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También en el blog de Jack Daniel’s (aquí y aquí) y en El Paperboy.

Javier Bauluz, el periodista humano

El pasado 31 de octubre, el fotoperiodista Javier Bauluz, único premio Pulitzer español, visitó la Facultad de Comunicación de Sevilla para impartir la lección inaugural del curso. Jack Daniel’s y un servidor aprovechamos para entrevistarlo y preguntarle sobre la profesión periodística, los medios de comunicación, la conexión de la sociedad y la democracia con el periodismo, y sobre Periodismo Humano, el nuevo medio que estrenará dentro de poco. Esto fue lo que nos dijo.

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El pago en los medios y el valor de la información

El otro día, navegando por el blog de Juan Varela, me encontré con esta entrada antigua, en la cual su autor hablaba de que la publicidad como base del modelo de negocio de los medios está llegando a su fin, como también le ha sucedido al modelo de pago por la información. Y aunque es antigua, no deja de ser actual y de dar pie a una sencilla reflexión.

El descarte de la publicidad como un sustento y una fuente de negocio para los medios viene provocado por la falta de anunciantes, algo que ha echado por tierra el planteamiento de los gratuitos (como hemos podido comprobar con el cierre de Metro, de ADN.es y de ocho delegaciones de 20Minutos), pero sobre todo es causa del coste tan bajo que los anuncios adquieren en Internet, y eso incide en las posibilidades de negocio de los medios digitales, sean del tipo que sean.

El negocio de los medios no puede seguir basándose en la publicidad. Si se supone que ha habido o que está dándose un cambio de paradigma en la industria de la información, es absurdo seguir con la misma base de negocio, tanto más en tiempos como los actuales, de profundos cambios en la economía que afectan notablemente a la publicidad, a cuánto se acude a ella y a los caminos que ésta tomará de ahora en adelante para difundirse.

Si ya no podemos vivir de la publicidad, nos queda sólo la solución del cobro por contenidos. Pero, como bien dice Varela en su artículo, ni una ni otra serían posibles. Al menos per se. Varela tiene razón al decir que sería absurdo volver a cobrar por determinados contenidos, como el grueso de las noticias, cada vez más homogeneizadas y basadas en información de agencias, gabinetes y notas de prensa (el periodismo de teletipos).

Pero también matiza, no con menos acierto, que generar el pago de los lectores es posible siempre que se ofrezca un producto diferente, algo único que no ofrezca nadie más. Reportajes, vídeos, fotos e historias por las que de verdad merezca la pena pagar, aunque sea poco. Algo como este magnífico fotoreportaje multimedia de Le Monde, del que tuve conocimiento gracias a Paper Papers, y que supone un perfecto ejemplo de ese periodismo de calidad que mezcla lo mejor de antes -la curiosidad y las ganas por buscar la verdad- y lo bueno de ahora. Un ejemplo de en qué debería consistir el nuevo periodismo, en lugar de otras cosas extrañas que anuncian algunos gurús.

Los medios tienen que asumir este reto, por su propia existencia, y en este reto tienen un papel preponderante los periodistas. Nosotros debemos pensar en nuestra labor, y preguntarnos si estamos preparados. Y cuando lo veamos claro, invitar a los lectores a que se preparen ellos para seguirnos.

Gregorio Verdugo: «No hace falta un título de licenciado para hacer periodismo»

[También publicado en Estrellas y Estrellados]

Gregorio Verdugo es un filólogo sevillano, trabajador de la empresa municipal de autobuses de Sevilla, Tussam, que un día creó un blog para, tras el seudónimo de Jack Daniel’s, contar al mundo historias acerca de las cosas que veía y vivía. Hoy es toda una personalidad en la red, y nos habla de periodismo.

Un filólogo que en la madurez se mete a periodista. ¿De dónde te vinieron las ganas?
Pues de un día que me caí de la cama, de hace un montón de años. (Ríe) Yo siempre me acuerdo de que, cuando estaba en el instituto, mi padre ejercía siempre control sobre mí y no me dejaba irme a la calle si no me sabía la lección. Como yo estudiaba relativamente rápido y mi padre siempre me mandaba de vuelta al cuarto, cuando me terminaba la lección empezaba a leer novelas con las que llegué a la lectura y la escritura. A mí siempre me ha obsesionado contar cosas. He hecho periodismo durante toda mi vida, pero siempre sin cobrar un duro. He trabajado en El Correo, he publicado cuentos… pero nunca me ha dado por estudiarlo, porque en mi época no había Periodismo en Sevilla, así que hice Filología. Hasta ahora, cuando he podido estudiarlo aquí, aunque considero que no hace falta un título de licenciado ni para contar lo que pasa ni para hacerlo bien.
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