La hora de los perros viejos

Hoy, domingo, 25 de marzo de 2012, es el día del cambio de hora, y también, dicen, es el día en el que llega la hora del cambio. Los partidos llevan vendiéndonos la misma burra desde aquella campaña de 1982 que llevó a La Moncloa a Felipe González. Desde entonces, el cambio ha pegado más de un bandazo, desde la izquierda a la derecha, hasta acabar siendo otra muletilla prostituida por el marketing político, porque lo cierto es que cambio ha habido poco. Y menos en Andalucía.

Después de 30 años de gobierno del PSOE, exceptuando aquellos dos de la coalición entre el PP e Izquierda Unida -la «pinza», que es un muy curioso concepto acuñado por los socialistas para denominar cualquier pacto o gobierno en el que ellos no pinten lo más mínimo-, bien se puede decir que Andalucía no es la misma que la que dejó el franquismo, pero se le parece. Cuanto menos, sigue siendo, como entonces, la región más atrasada de España, y acaso de Europa.

Podría decirse que comparar la Andalucía de 1982 con la de hoy es una tontería, que 30 años son muchos como para no haber cambiado lo más mínimo. Es cierto, como cierto es que algo hemos mejorado. Faltaría más, tiempo hemos tenido. Pero si de tener tiempo se trata, con tres décadas ha contado el PSOE para hacer que Andalucía deje de ser el culo de Europa, y lo único que ha demostrado es su incapacidad para lograrlo.

Sí, 30 años son muchos. Demasiados. Tantos que una generación entera, la de los 80 en adelante -a la que pertenece un servidor, no ha conocido otro gobierno que el del PSOE, y muchos ni siquiera hemos visto con nuestros ojos otro presidente de la Junta que Manuel Chaves, aparte de José Antonio Griñán en estos últimos años.

Para estar los socialistas en tan férrea oposición al franquismo y todo lo que representa, y para estar siempre erigiéndose en liberadores del pueblo andaluz frente a esa derechona rancia a la que invocan permanentemente a fin de meter el miedo, bien paradójico es que lleven casi tanto tiempo en el poder como lo estuvo el dictador, tramas de corrupción incluidas, como en los mejores regímenes autoritarios.

Pero no se preocupen, que hoy, dicen, llega el cambio. El de Javier Arenas, ese antihéroe de la política andaluza al que, como el gobierno socialista, los que nacimos de los 80 en adelante recordamos batallando sin éxito como un Quijano incansable contra el molino del PSOE, en una derrota perpetua, tres de tres (1994, 1996 y 2008) y un medio gobierno (1994-1996) que no llego a ser del todo, pero que ahora, a la cuarta, parece que se culminará por fin.

Quizá éste sea el único cambio que acompañará a Arenas, pues quienes lo hemos visto a lo largo de todos estos años ya nos lo tenemos bastante bien conocido, aunque sólo sea de verlo en esa segunda fila de la oposición, y no poniendo en marcha políticas desde el gobierno autonómico.

Más allá, como orquesta en esta pelea de gallos -o de viejos perros que se conocen desde hace bastante-, está la Izquierda Unida de Diego Valderas, otro muchachito que lleva en el Parlamento de Andalucía desde el año 1986, y que fue pareja de baile de Arenas en aquel efímero gobierno de entre el 94 y el 96.

Junto a fieles escuderos como Juan Manuel Sánchez Gordillo, otro recién llegado a esto de la política (alcalde de Marinaleda, Sevilla, desde 1979), Valderas es un vivo reflejo de ese cambio que a partir de hoy veremos por doquier, aunque en caso de que Arenas no gane con mayoría absoluta tendrá que decidir con qué pierde más: si absteniéndose en la votación de investidura o si apoyando la perpetuación, cuatro años más, del gobierno del PSOE.

Al otro lado del campo de batalla, deseosos de entablar combate, tres nuevos -qué digo nuevos, como si los otros fueran viejos- contendientes. En primer lugar, UPyD, que porta el estandarte de la incoherencia, al presentarse a las elecciones de una de esas comunidades autónomas que la líder nacional de su partido, Rosa Díez, calificó no hace mucho como «chiringuitos».

En dura pugna con el partido magenta está el ave fénix -quién sabe hasta cuando- de la política del Sur, el Partido Andalucista, ese partido guerrero -como se le conoce por estos lares a causa de sus continuas luchas intestinas- hoy comandado por la integradora Pilar González, repleto de nuevos milicianos -como Fernando Álvarez-Ossorio o Pilar Távora- de una desbordante ilusión con la que ya veremos si finalmente consiguen recuperar el apoyo perdido fuera y dentro del partido.

Y en alguna esquina de la más moderna y olvidada izquierda se encuentra Equo, el partido verde que, de tan verde, aún ni se le espera en la bancada de los diputados andaluces. La esperanza de este verde partido es la de mucha gente que confía en que introduzcan, como ellos pretenden, frescor en la política a todos los niveles, ahora también autonómico.

Pero estos tres contendientes, aseguran todas las encuestas, son harina de otro costal que no se abrirá por el momento. Mientras tanto, Andalucía se debate entre la encrucijada de desalojar a quienes llevan tres décadas apoltronados en el poder y sustituirlos por alguien que lleva casi tantos años intentando hacer lo propio, en un quiero y no puedo patético. Entre el cambio por algo que es lo mismo de todo este tiempo atrás, y el camino seguro, por el que seguro que iremos a ver repetido lo mismo que durante estos 30 años hemos visto y vivido, que es peor.

La única seguridad en el camino de los andaluces es que hoy hay un cambio, uno de mentalidad, el de tener la certeza de que esa esperanza que pedía la blanca y verde no llega tras siglos de guerra que hoy, con el trono de San Telmo como objetivo, continúan. Una guerra en la que, como en todas las que ha vivido esta tierra, gane quien gane, serán los andaluces los que pierdan.

Mónica Oltra: «El voto más útil es aquél que te satisface»

Mónica Oltra, diputada de la coalición Compromís en las Cortes Valencianas, visitó Sevilla el pasado 23 de marzo para apoyar al candidato de Equo a la presidencia de la Junta de Andalucía, Esteban de Manuel, y para participar junto a él en la conferencia ‘Juventud: educación, empleo y democracia’, que se celebró en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, en el patio de cuyo rectorado se grabó esta entrevista para sevilla!report.

De(s)vergüenza

Durante estas semanas de campaña que, para bien de nuestra salud mental, hoy concluyen, y acaso también durante los últimos diez meses tan moviditos que hemos vivido -entre unos comicios y otros y las protestas del 15M y todo lo que de ello ha derivado-, hemos oído hablar mucho de la cosa política, de su ejercicio, de la (in)decencia de nuestros representantes en todas las instituciones y, sobre todo, del hartazgo y el desapego de los españoles de todo este asunto del gobierno de la polis.

Hablar de esto último, de sus causas y consecuencias y reflejos en la vida cotidiana, como ya digo que hemos visto en todo estos meses, es casi como hacerlo sobre el sexo de los ángeles: una cuestión inacabable, que normalmente tiende a derivar hacia la discusión de barra de bar, en la que todos sabemos qué es lo que pasa y hay quien incluso pontifica con «lo que hay que hacer, lo que hay que hacer», pero nadie parece tener el remedio adecuado -o los cojones- para dar fin a tamaño desaguisado nacional.

Pero ya que servidor de ustedes es aficionado a meterse en charcos como éste de hablar de los reflejos que del hastío hacia la cosa pública y sus gestores que tienen los españoles encontramos en la vida cotidiana, permítanme que les presente algo que es a la política lo que las torrijas a la Semana Santa que ya se avecina: esos panfletos cargados de críticas hacia el gobierno de turno con los que los partidos que están en la oposición suelen atestar los buzones de ciudades y pueblos.

Ayer me contaron que el PSOE de Sevilla capital había repartido por los barrios un papel en el que, amén del clásico de la mala gestión del Gobierno local, denuncian el incumplimiento de muchas de las promesas con las que el alcalde, Juan Ignacio Zoido, se llenó la boca durante la campaña electoral, hace ya un año.

La reacción de uno, como la de cualquier sevillano con dos dedos de frente y una mínima memoria, es la de clamar al cielo con una pregunta sin respuesta: ¿pero tendrá poca vergüenza el PSOE para decir que Sevilla está que da pena tras doce años de gobernar ellos? Es cierto que Juan Espadas y el resto del actual Grupo Municipal Socialista no estaban en esos años, pero da lo mismo: son los representantes de un partido al que, como mínimo, debería caérsele la cara del bochorno sólo con pensar en las barrabasadas que les ha dado tiempo a hacer -y han hecho- en estas tres legislaturas.

Pero, por otro lado, también es lógico que el PSOE de Espadas se dedique a esa función que se presupone y espera de la oposición: la de controlar un Gobierno municipal que ha hecho bien arrojando luz sobre los rotos y descosidos de la anterior corporación que se ha ido encontrando, pero que no entiende que esa circunstancia -o excusa- tiene validez durante el primer mes, y que a partir de entonces hay que dedicarse a gobernar y a solventar los problemas de la ciudad, en lugar de intentar huir de ellos echándole la culpa a los que vinieron antes.

Y así, en esta disyuntiva feroz entre sacarle las vergüenzas al otro y dedicarse a la tarea que a cada uno le han encomendado los sevillanos, son precisamente éstos quienes han de sopesar y decidir quién desempeña estas dos tareas de forma más equilibrada y coherente, de arreglo a lo que cada uno hace bien y mal, si bien al final la disyuntiva suele caer del lado de este «y tú más» chabacano en el que se ha convertido la arena -cada vez más piscina de barro- política española.

Al fin y al cabo, está visto y comprobado que, por la costumbre que tenemos los españoles de a pie, que un político se dedique a la labor que le está encomendada no sale a cuenta, no sólo electoral o políticamente, sino por ese reconocimiento que los ciudadanos debemos (o deberíamos deber) a quienes se dedican a nuestro bienestar. Está bien pensar que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio, pero es un pensamiento algo optimista sabiendo que la verdad histórica es una señora que siempre llega con retraso a todos lados, y que no pocas veces se pierde por el camino.

Y entre medias, nuestros representantes en las instituciones públicas parecen ignorar lo que una parte creciente de la sociedad les pide, que asuman sus errores, pidan perdón por ellos y sean responsables de sus acciones, porque están más pendientes de practicar ese deporte, tan antiguo como entretenido, de ver la paja en el ojo ajeno, una disciplina en la que es campeona esta sociedad española de la que, nos guste o no, procede esta desvergonzada clase política nuestra.

Hablando de política y redes sociales con Equo

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. Ayer asistimos a un debate sobre política y redes sociales organizado por Equo Sevilla bajo el hashtag #EquoRRSS. Se celebró en un local hostelero de la calle San Fernando de Sevilla, justo frente al rectorado de la Universidad Hispalense, y aunque no estuvo demasiado concurrido sí fue de lo más interesante.

Curiosamente no fue un debate a la usanza tradicional, donde el político de turno se coloca en la cabecera de la mesa y se convierte en el epicentro del mismo, acaparando toda la atención y el grueso del turno de palabra.

No, el de ayer fue algo diferente y el político de marras, en este caso el candidato de la formación ecologista a la presidencia de la Junta de Andalucía, Esteban de Manuel  (@estebandemanuel), se sentó como uno más entre los asistentes a escuchar con atención lo que tenían que decir los integrantes de la mesa, Sonia Contero (@soniconp), Ángel Vilches (@7vueltas) y Sergio Marín (@kuikailer), conducidos en la moderación por Germán Jiménez (@potoma).

Como repetir aquí un debate que se prolongó casi hasta las dos horas resultaría de lo más aburrido, os dejamos aquí la condensación extrema de lo que sacamos del mismo en un solo párrafo que pretende aglutinar las ideas más importantes que allí se barajaron.

Llegamos a la conclusión de que, quienes apostamos por una mayor participación ciudadana, debemos seguir desarrollando estos canales alternativos de comunicación en que se han convertido las redes sociales. Su papel en la política actual cada vez tiene mayor importancia, aunque aún está bastante por potenciar este aspecto sobre todo por los políticos profesionales, debido a la importancia que tiene para la ciudadanía la escucha activa y el poder intercambiar información y opiniones con los sujetos políticos sin intermediarios. Esta interacción entre los políticos y las redes de intereses de ciudadanos se adivina como la base sobre la que se edificará la política futura, ya que la creación de comunidad es la función básica de las redes sociales en el campo político. Aunque hubo alguna voz discordante (@Trisco la lió equivocándose de término para definir el concepto que quería -no lo hagáis en casa, niños- al reivindicar la “elitización de las redes contra los imbéciles” y dando hasta nombres de algunos de ellos), todos parecíamos estar de acuerdo en que estas herramientas proporcionan un altavoz importante a la ciudadanía antes del todo inexistente. La nueva democracia se va a definir por las redes sociales, porque no hay nada más democrático que una red social, cuya jerarquización se efectúa a base del prestigio que se va ganado el individuo por sus interacciones en la propia red.

También, cómo no, fue interesante lo que el propio Esteban nos contó sobre su experiencia en la web, que comenzó con Facebook, una red que “me ha permitido crear redes 1.0”. Esteban contó su experiencia actual en su blog, Letras Emergentes, y destacó la repercusión y la “difusión muy grande que le da el blog a lo que escribo”, aunque “eso escapa a mi control muchas veces”, afirmó, casi con la misma sorpresa con la que en ocasiones “veo que gente me responde o que se ha rebotado” por lo que comenta en Twitter, al cual “aún no me acostumbro; yo, que me enrollo como una persiana, poner un mensaje en 140 caracteres…”. Tiempo tiene de cogerle la medida a los tuiteos, teniendo por delante “cuatro años para trabajar y mejorar”, como apuntó Sonia.

Para la próxima quedamos en realizar entre todos una tesis doctoral sobre “el amor debido a los trolls” como especie sin la cual la red deja de tener sentido. Pero ése será otro post y, probablemente, bastante más largo.

29F en Sevilla: juntos pero no revueltos

Cubrir una manifestación multitudinaria es como deshojar una margarita: nunca sabes cómo puede acabar ni la cantidad exacta de amigos que te vas a encontrar entre las huestes de manifestantes.

Juan José Fernández Cerero, Jesús Rodríguez y Gregorio Verdugo, tres periodistas que no mosqueteros, como siempre llegaron con la hora justa, un cohete empujando tras el culo y dando más vueltas que una noria para dar con la cabecera y la pancarta de apertura. Las declaraciones iniciales de los protagonistas se quedaron por el camino, para lamentaciones posteriores a la hora de escribir este artículo.

Como buenos compañeros nos repartimos las funciones. Jesús y Juanjo se encargarían de tomar las imágenes de vídeo y Gregorio el sonido con nuestro flamante micrófono de mano y su kilométrico cable. Conclusión: Gregorio se pasó toda la manifestación cargando con el puto micrófono de una forma absurda, puesto que no tomamos ninguna declaración. Parece ser que tuvo que reprimir una ganas tremendas de ponerse a tirar cohetes durante el transcurso de la marcha.

La cita estuvo muy concurrida. Treinta mil, dicen. Nosotros nos paramos al llegar al quinientos. Y una compañera de Canal Sur Radio, con su correspondiente peto de protesta por los despidos que se están produciendo en la casa, se acercó a un policía nacional a preguntarle cuál era la cifra oficial de asistentes. Yo sólo estoy aquí para vigilar que no quemen contenedores, imaginamos que le contestaría.

El caso es que ni la compañera ni nosotros averiguamos cuál era la estimación oficial, ni puta falta que nos hacía. Entre el barullo que iban formando, los petardos haciendo temblar los arbotantes de la catedral y el lío con los cables del micrófono entre las piernas de los manifestantes, preferimos tirar de la doctrina de De Guindos y “desmitificar las cifras”. Treinta mil, pues.

Y así, entre empujones y alaridos, abriendo de vez en cuando la boca para que los estallidos no nos reventaran los tímpanos, alcanzamos a colocarnos bajo la tribuna desde donde se disponían a hablar los oradores. Todo un momento de clímax, no por la brillantez de los discursos, sino porque también lograron acceder hasta allí tres jóvenes, de estos que se podrían calificar de “antisistema”, que comenzaron a increpar a los dirigentes sindicales con el consiguiente cabreo de la peña allí congregada. ¿Dónde os habéis metido?, les gritaban.

La cosa se terminó de liar cuando un fotógrafo de un medio de comunicación trataba de hacer su trabajo, captar imágenes de los manifestantes, cuando de pronto fue rodeado por una especie de guardia pretoriana sindical que enarbolaba banderas de plástico y que le recriminaban el haberles sacado en el encuadre. En el vídeo tenéis parte de la disputa que acabó dilucidando si era o no imprescindible llevar visible el carné de prensa para cubrir una manifestación. Parece ser que no hay bastantes problemas en las empresas, con la que está cayendo, que es de primera necesidad aclarar ese asunto.

Hay que reseñar que el olvido también acudió a la manifestación. Lo hizo cuando los agradecimientos a las organizaciones sociales y políticas que habían secundado la convocatoria. Las nombraron a casi todas, pero se les olvidó el Movimiento 15M y otros sindicatos y partidos que también asistieron.

Puede que sólo sean formas, hay quien opina que es ruptura con la ciudadanía y alejamiento de la sociedad, que es lo que uno piensa cuando ve al final de la marcha a tanta gente -cuatro gatos, pensarían en CCOO y UGT, con esta moda de desmitificar las cifras- gritando críticas a los sindicatos mayoritarios cuando ya hacía media hora que éstos habían soltado su discurso y cada mochuelo andaba caminito de su olivo.

En cualquier caso, el olvido es siempre imperdonable, sobre todo a la hora de agradecer los apoyos, como en este caso. Aunque allí estaba la gente para recordárselo. Como debe ser.

El cambio sin cambio

Jesús Rodríguez/ Gregorio Verdugo. Esta mañana ha sido la mejor para pasear por los pasillos no sólo porque haya sido la de la resaca de la elección del nuevo líder del PSOE, sino porque no había mucho más a lo que prestar atención, aparte de los nombres de la nueva cúpula del partido, que no es poco, pero que ya se conocían a primera hora.

Entre los militantes, el ánimo de iniciar una nueva etapa y trabajar para volver a ilusionar a la ciudadanía y a los mismos socialistas queda aplacado por la sensación de decepción de muchos que incluso desde antes del comienzo del 38 Congreso presentían que éste no iba a ser más que una pantomima para dejarlo todo amarrado por la vieja guardia, para que nada cambie y que las bases sigan sin contar con protagonismo.

Una opinión que no hace más que reflejar la división que reina en el PSOE desde hace ya demasiado tiempo y que amenaza con alargarse más de la cuenta, para desesperación de los socialistas. La viva imagen de esta ruptura son los exiguos 22 votos de diferencia con los que Rubalcaba se ha impuesto a Chacón, amén de las puñaladas -metafóricas, aunque casi se haya llegado a las manos en algunos momentos- que hemos visto antes y durante este 38 Congreso.

Sin salida para Griñán

Puñaladas por doquier y las que, sin duda, nos quedan por ver, especialmente con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina -el 25 de marzo- y con la Federación Socialista de Andalucía partida en dos como una sandía y repleta de vencedores (Felipe, Zarrías, Pizarro, Viera, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis) y, sobre todo, vencidos (Griñán, Susana Díaz, Juan Espadas).

El presidente andaluz, José Antonio Griñán, es uno de los que más ha perdido, tanto o más que la propia Chacón. Ante una cita electoral en la que todas las encuestas dan mayoría absoluta al PP de Javier Arenas y una sima en el PSOE-A acrecentada por el Congreso y la derrota de Chacón, la cara de muerto de Griñán en la tarde de ayer reflejaba el temor a la purga en la que todos estaban pensando nada más conocerse la victoria de Rubalcaba.

El cántabro también ha decidido incluir a Griñán en ese designio de la vieja guardia del PSOE de mantenerlo todo bien amarrado al que aluden muchos socialistas, y por ello ha decidido colocarlo como presidente del PSOE, un cargo florero que le permitirá controlar los movimientos de Griñán, especialmente tras los cambios que se esperan que se produzcan en la ejecutiva andaluza tras la presumible debacle socialista en las elecciones del 25 de marzo.

Unidad, unidad, unidad

El trabajo que le queda por delante a Rubalcaba es ingente, más que nada por el principal objetivo que ha marcado -y remarcado- a los militantes: “unidad, unidad, unidad”.

Como ya ha dicho esta misma mañana el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, mal empezamos, con los chaconistas y los rubalcabianos lanzándose acusaciones mutuas de no integrar y de no querer integrarse, respectivamente, en la nueva Ejecutiva federal.

Sea como sea, sí es cierto que en la lista de Rubalcaba hay pocos cargos de relevancia que correspondan a partidarios de Chacón, aunque llama la atención la importancia que ha adquirido la Federación Socialista de Madrid, que mantiene a sus cargos en la anterior Ejecutiva e incorpora a Rafael Simancas, Jaime Lissavetzky y Elena Valenciano.

Rubalcaba ha cerrado el 38 Congreso Federal con un discurso en el que ha incidido en sus dos ideas claves: “unidad y trabajo”, al tiempo que ha hecho lo que Chacón realizó ayer: dar paso al discurso mitinero y de campaña, de oposición al PP. Sólo que Chacón se saltó el paso previo: hablar a los mismos socialistas e intentar conciliar el partido. Lo que ayer hizo Rubalcaba.

Más allá de eso, muchas propuestas llevadas a cabo en las comisiones de trabajo. La más relevante, la apertura del partido a los simpatizantes y la instauración de primarias abiertas “a la francesa” para la elección del candidato a presidente del Gobierno. Pero de instaurarlas en la elección de secretario general, lo que piden las bases, nada de nada.

Ha sido incisiva la apelación al partido, a la necesidad de conformar un grupo que tiene que tirar de esto. Muchos ven en ello una referencia al mismo aparato que llevan 30 años controlando Felipe y sus pretorianos. Esa idea que fluctúa por debajo del eslogan del cambio, y que Íñigo Sáenz de Ugarte, con acierto, resumió en Twitter recordando la novela ‘El Gatopardo’ de Lampedusa: es preciso cambiar todo para que todo siga igual.

Entre el discurso y el mitin de pueblo

Rubalcaba y Chacón se abrazan tras anunciarse la victoria del cántabro

Jesús Rodríguez/ Gregorio Verdugo. “Hemos escuchado un discurso y un mitin electoral en un pueblo de la Andalucía profunda”.  Con estas palabras nos describía ayer un veterano militante socialista curtido en infinitas batallas orgánicas lo sucedido en el plenario del hotel Renacimiento durante la mañana del sábado.

Todos los analistas congregados para cubrir el 38 Congreso del PSOE, en sus publicaciones o en los tuits que iban vertiendo en el hashtag #38congresopsoe, señalaban el error de bulto, tanto en la forma como en el contenido, de la intervención de Carme Chacón ante los delegados.

En efecto, el tono de la catalana no fue el adecuado para una audiencia que esperaba precisamente otra cosa. “Qué me va a decir a mí Chacón sobre el PP que yo no sepa”. Ésa era la expresión más habitual en los militantes cuando se les preguntaba sobre los discursos de los dos candidatos.

La gran diferencia, probablemente la que determinó el que la balanza comenzara a desequilibrarse, fue que Rubalcaba enarboló un discurso en clave interna que esbozaba a la perfección el modelo de partido que quería imponer, mientras que en la alocución de Chacón costaba trabajo encontrar similares referencias.

Rubalcaba ofreció a sus compañeros fiabilidad, cambio ordenado, supervivencia tranquila para un partido gravemente herido y vapuleado en sus últimas contiendas electorales. Rubalcaba ofreció partido como la alternativa más segura y fiable para superar la grave crisis en la que está sumido el socialismo español. El partido como único salvavidas al que aferrarse en estos tiempos de tormenta. Y la gente lo entendió a la primera y optó por esa tabla de salvación.

Chacón apostó por el mitin electoral más propio de una campaña. Su gran error fue ignorar que quienes iban a depositar la papeleta de voto en las urnas son incondicionales votantes del partido en el que militan, no indecisos a los que hay que aleccionar para que acudan a las urnas y apuesten por una opción. Lo que a ellos les preocupa realmente es el futuro del partido en el que militan y del que depende en una gran parte el futuro de sus propias vidas.

El intento de la catalana de saltarse los tiempos y soslayar de manera temeraria lo que se le viene encima al PSOE en el medio plazo fue cuanto menos suicida. Apostó porque la travesía del desierto no existe, como si fuera una alucinación colectiva que tiene imbuida a la militancia, y dibujó un resarcir como el ave fénix que nadie más vio.

Rubalcaba no sólo dejó entender que la travesía del desierto existe, sino que va a ser más dura que lo que en principio se esperaba. Y ahí ofreció liderazgo y mano firme para gobernar la nave en tiempos de tormenta. En esa apuesta, segura, tranquila, de un viejo conocedor de los engranajes internos del partido centenario, se cimentó su victoria. El cántabro sabía mejor que nadie que lo que tenía que ganar era un congreso, mientras que la catalana parecía que pretendía ganar ya las próximas elecciones generales desde el atril del plenario.

Puede sorprender que el dirigente que cosechó la derrota más histórica del PSOE en unas elecciones democráticas y que ha dejado al partido con unos exiguos 110 diputados sea el elegido para conducir la nave de un partido prácticamente en la ruina política. Pero las tormentas en el interior de las maquinarias de los partidos políticos no se parecen en nada a las climatológicas y a veces es preferible seguir mojado mientras arrecia la lluvia para prevenir mejor el resfriado.

El discurso que mató al aire nuevo del PSOE

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. “Carmen, gracias por tu discurso”. Esta frase de Rubalcaba tras ser proclamado vencedor ha sido la estrella del 38 Congreso del PSOE. La frase que lo resume todo y que condensa en sus cinco palabras lo ocurrido en una noche que se presume ha sido larga y ajetreada. También rezuma la fina ironía de Rubalcaba.

El discurso de Chacón, y no precisamente sólo el pronunciado esta mañana en el plenario, es el que ha dado el último empujón a la candidatura de Rubalcaba. Ha sido el discurso de la catalana la palanca que ha liberado el resorte que ha propiciado la victoria del cántabro y su ascensión a la Secretaría General del PSOE. Porque, aunque cueste creerlo, hay discursos que matan. O que suicidan, en este caso

Chacón representa a la reencarnación del zapaterismo y Rubalcaba la experiencia que dota de la tranquilidad necesaria para una travesía que se supone va a ser larga y dura. La catalana se zambulló esta mañana en un discurso más mitinero que de partido, casi sindicalista por momentos, y más dedicado al PP que a sus propios compañeros militantes. Un discurso guerrero, gritón y salido de tono, frente a la moderación y la mesura que en todo momento externalizó Rubalcaba, frente a su apuesta por las cuatro letras que conforman el PSOE, especialmente la P de Partido.

Campo abierto para Patxi López

Numerosos delegados de ambas candidaturas coinciden en una cosa: éste es un Congreso que tiene el objetivo primordial de afianzar la unidad interna de un partido fragmentado en diversa facciones que, desde hace tiempo y casi a diario, se la pasan tirándose cuchillos.

De ahí que Rubalcaba, en su discurso, haya insistido tanto en la necesidad de “unidad, unidad y más unidad”. Y quizá por eso, como dijo Carlos Alsina en su Twitter, Chacón no ha conseguido la victoria: por su afán en negarse a gestionar una travesía en el desierto, cuando todos tienen claro que es a lo que se enfrentan.

Por delante, el nuevo secretario general tiene un gran trabajo de unificación de las muchas posturas, muy distanciadas en según qué casos. Pero a la tarea de reparar las fugas y de sacar a flote el barco del PSOE le sigue una no menos importante: la de preparar a una nueva generación de líderes que afronte la próxima cita electoral de 2015.

En este aspecto, la previsión de los delegados también es unánime: Rubalcaba, un hombre más de partido y con más experiencia que Chacón, se encargará de mantener el PSOE fuerte y cohesionado hasta un próximo Congreso que se celebrará en 2014, dentro de dos años, y que servirá para encumbrar a Patxi López como candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del año siguiente.

Esta estrategia, además de renovar y poner en escena a pesos pesados del partido que cuentan con buena imagen y respaldo de los militantes y del electorado, supone una apuesta por una nueva generación de militantes y cargos orgánicos -e institucionales- que conectan con la ciudadanía a través de Internet y las redes sociales -como el propio López- o que constituyen grandes promesas dentro del partido, caso de Edu Madina, otro de los nombres que más ha sonado a lo largo de hoy en los pasillos, y que también ha optado por Rubalcaba.

El desierto del frente andaluz

Como en toda guerra, hay frentes en los que el combate se muestra más cruento y encarnizado. En la contienda por la Secretaría General del PSOE, el enfrentamiento decisivo se ha librado en Andalucía y en el campo posterior a la batalla yacen los cadáveres de los vencidos y suenan las resonancias del eco de la risa de los vencedores contemplando la sangre derramada.

Una de las primeras reacciones nada más conocerse la victoria de Rubalcaba fue la de volver la atención hacia José Antonio Griñán y el varapalo que este acontecimiento ha supuesto para él, firme defensor de la candidatura de Carme Chacón, a pesar de su promesa de “neutralidad activa” en este Congreso.

“Si gana Rubalcaba, el partido en Andalucía se parte por la mitad, porque Griñán y los suyos han apostado mucho por Chacón”, nos comentó un delegado en la puerta del hotel antes de concluir las votaciones. La victoria del cántabro ha supuesto la puntilla definitiva a una lucha interna entre griñanistas y chavistas que se prolonga desde que el actual presidente de la Junta relevó a Chaves en abril de 2009.

De hecho, esta contienda no es más que una ramificación de la principal: la pugna entre el zapaterismo, encarnado en Chacón y Griñán, y la vieja guardia del PSOE, representada por Rubalcaba y, en la sombra y por encima de todos, Felipe González. Esta mañana ya nos avisaron de que “si Felipe se ha movido esta noche, Chacón está muerta”. Luego nos confirmaron lo que todos esperaban: ayer, a los cinco minutos de comenzar Zapatero su discurso de despedida como secretario general, González abandonó el Congreso. Felipe se movió y ahora ya se conocen las consecuencias.

La derrota de Chacón se lleva por delante a quien más esperanzas tenía en que ésta ganara: Susana Díaz, actual secretaria de organización del PSOE en Andalucía, y a la que todos colocaban en el mismo cargo en el federal en caso de victoria de Chacón. Ahora tendrá que exponerse precisamente a aquello que pretendía evitar yéndose a Madrid: una más que probable quema de la ejecutiva regional tras las elecciones autonómicas del 25 de marzo, a las que el PP de Javier Arenas se presenta con una mayoría absoluta avalada por varias encuestas.

Sevilla ha sido el escenario de la batalla y, por ende, Sevilla ha sido la que más y peores bajas ha registrado. Una de ellas, inesperada, ha sido el número uno del PSOE en el Ayuntamiento de la capital hispalense y candidato a la alcaldía en las elecciones del pasado 22 de mayo, Juan Espadas. Todos daban por supuesto que Espadas iba a apoyar a Rubalcaba, pero a última hora cambió su apoyo y lo dio a Chacón, parece que con la promesa de un puesto en las listas para el Parlamento Andaluz de por medio. También hay apuestas que, al igual que los discursos, matan.

Sobre todas las cosas, la tarde de este sábado de 38 Congreso Federal del PSOE en Sevilla dejará dos imágenes que nadie olvidará, y bien está no hacerlo, pues marcarán la realidad inmediata, y no tanto, del PSOE. La primera de ellas es la cara de muerto de José Antonio Griñán antes y durante el anuncio de la victoria de Rubalcaba.

La segunda, no menos importante, la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, antiguo niño prodigio del PSOE sevillano, entregando los avales para la candidatura de Rubalcaba junto a Patxi López. De Gómez de Celis se habló como futuro alcalde de Sevilla antes de desaparecer de la escena en una oficina de la Junta de Andalucía. Hoy, aquellas aguas de antaño vuelven a sonar por encima del ruido de sables que ya se apaga, aunque no del todo.

La previa de la elección del nuevo líder del PSOE

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. El contento y la felicidad han sido la tónica general de las manifestaciones de todos los que tienen algo que decir sobre lo que aquí se está decidiendo cuando se les ha preguntado.

Leire Pajín está feliz y contenta, Susana Díaz tres cuartos de los mismo. Incluso el presidente de la Junta de Andalucía y de este congreso manifiesta el mismo grado de éxtasis emocional cuando se le cuestiona por la marcha del cónclave y, lo que es más trascendente, las posibles consecuencias de las decisiones que se tomarán hoy en el hotel Barceló de Sevilla.

Un integrante de las Juventudes Socialistas de Andalucía nos comenta antes de que arranque la segunda jornada que es bastante optimista con respecto a Chacón, que además cuenta con el efecto de arrastre de que muchos la consideren ya la ganadora.

Nos lo explicaba un miembro de una corriente crítica, Nuevo Socialismo, comienza a extenderse el rumor de que fulanito va a ganar seguro y quien está aún indeciso se inclina por él para no quedar retratado. “Es algo de lo más habitual que sucede congreso tras congreso”, nos decía.

Claro que lo mismo se podría afirmar de Rubalcaba, cuyos seguidores aseguraban esta misma mañana por los pasillos que el congreso estaba ganado, sin ocultarse y rebosando un optimismo que sorprendía a todos. En palabras de otro integrante de la delegación de Sevilla “esta noche ha sido larga y ajetreada, el hotel habrá hecho un fortunón en cubatas”.

“Yo llevo en esto desde que era chiquitito -nos cuenta otro militante de la Agrupación de Sevilla que acude en calidad de invitado- y he visto cosas de lo más extrañas. La victoria de uno o de otra dependerá de lo que haya sucedido esta noche y de Felipe González. Si Felipe se ha movido esta noche, Chacón ya puede darse por muerta”.

Y, mientras esperamos el resultado de la votación de los delegados (aguantando la hambruna como buenamente podemos), os dejamos con el vídeo de la previa de la elección del nuevo secretario general del PSOE.