Fotografías

La cámara de fotos se hunde en la penumbra
cubierta por el polvo de otras tardes.
La terca tapadera condena al objetivo
a no abrazar la luz con su película.
Se ha deslizado en vano la correa
que cae sobre el estante como un grito
ahogado en el ocaso perpetuo de este cuarto.
Están descoloridos los paisajes de mayo,
ajados los retratos, una ciudad perdida,
recuerdos bulliciosos de una risa marchita
en enormes salones que ahora habita la nada.
Un carrete ha quedado encerrado en la cámara.
El tiempo ha derrotado los resortes
y se ha abierto la tapa. La vida se ha velado.
El silencio y el polvo le imponen su mortaja.
Unas campanas doblan a lo lejos.
La lluvia anuncia afuera un cortejo de sombras.

12-08-14

Pascua

La lluvia de la noche ha amainado en la playa
y están los pescadores preparando las redes.
Duerme la luz del faro alzado entre las nubes
que velan la luz nueva que ahora cae
como un sudario blanco sobre la faz del mundo.
Allá en el espigón algunos niños
abrazan la mañana. Van corriendo
por la arena y las rocas, caminan sobre el agua
y juegan a vencer a la mar y a las olas
en un instante leve, que es ya la vida eterna.

(Rota, 8.IV.12)

La cosecha (II)

Vuelve lento mi padre. Le pesan los agostos
sin fin sobre los hombros y el sombrero de paja.
Ahora el huerto es sólo la sombra polvorienta
del verde de las parras.
No es más que ramas secas y mi padre que busca
unos frutos podridos y arrojados
en un montón cubierto por las moscas.
En la espuerta de mimbre tan sólo dos pimientos,
unos tomates verdes y un racimo de uvas
heridas por los mirlos sin remedio.
Contempla el huerto estéril y murmura
con la voz ronca y honda, como un pozo que ha estado
sin agua largo tiempo.

3-IX-11

Childhood and manhood

Corrección de este poema de hace ya meses. El título está tomado de esta canción de Ennio Morricone, de la banda sonora de Cinema Paradiso. Dedicado a Pablo Buentes en el día de su cumpleaños. No dejen de felicitarlo.

***

CHILDHOOD AND MANHOOD

Yo no viví los cuentos de Walt Disney,
ni los Goonies pasaron por mi tele
ni he leído con Bastian La Historia Interminable.
Nunca vi sobre el campo a Cantona
ni he jugado a las chapas, como todos.
No tuve quince amores de verano,
no me encontró la noche por los bares
ni recuerdo mis sueños de porvenir brillante
para un tiempo de sombras que ahora se presenta.
Busco ciego una luz, una certeza,
y sólo encuentro gente que me dice:
“tú no has tenido infancia”. Me condenan
a una burla de siglos, como niños
crueles en un patio de recreo.
Yo no les hago caso, no los miro, me quedo
en este cuarto oscuro que es la vida
que ya nos amenaza, tan niño despojado
de sus días, jugando con mi sombra,
inventándome historias que nadie más conoce.

28-XI-2010 / 13-VI-2011

12 de abril

Unos forasteros llegaron hace tiempo con camiones y grúas de horribles fauces negras y saliva grasienta. Vinieron a construir, junto al camino antiguo, una ancha carretera que cruzara los cerros y llegara hasta el pueblo vecino, y luego hasta el de más allá, y finalmente hasta la ciudad. Las invencibles palas de las máquinas removieron los terrones rojizos, derribaron los olivos y dejaron a la vista las entrañas heridas del campo. Una mañana de enero, de frío azul intenso y bragas en los cuellos y vaho que se confunde con la niebla, alguien les llamó para decirles que no había más dinero, que no habría carretera, que no había más trabajo para ellos. Los hombres se marcharon con las grúas por el camino antiguo y no dejaron nada, tan sólo un rastro de pisadas sobre la tierra ultrajada y el cadáver del campo, todo sangre y ruina y ramas rotas. Han pasado los meses desde entonces. La lluvia vino pronto, como cada marzo, y ya partió, también, como los hombres. Ahora el trigo se eleva verde sobre los cerros. Las espigas vigilan la carretera antigua como mudos centinelas de armadura brillante al sol de la tarde. En la entrada del pueblo está la brecha que los hombres abrieron en mitad del olivar. Ha crecido la hierba y el verde ha cubierto las heridas de la tierra y las huellas de las grúas, y los ancianos caminan por la nueva senda, caída ya la tarde, y vuelven a ese campo que fue su pan en años ya perdidos, que reverdece como la vida que vuelve cada abril sobre el hombre y sobre el tiempo.

La otra vida

Tras un mes de parón por exámenes y otras razones, vuelve La Copa del Meado en su semana VII. A la sombra del tema de esta edición, que es una noche en la biblioteca, han surgido los textos de esta semana, a disfrutar de los cuales les invito, siempre con su voto por el que más les guste. Por mi parte, les dejo con mi contribución. Disfruten de ella y sean felices.

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LA OTRA VIDA

Hay una larga carretera que serpentea entre las lomas de olivares y tierra colorada y húmeda. La lluvia de días pasados ha dejado en el camino charcos que destellan en el claroscuro que dibuja el sol de marzo que brota entre nubarrones negros. Lejos, detrás de las lomas sombrías, brilla la piedra parda de las casas bajas en los pueblos.

Un hombre mayor conduce el coche mientras yo contemplo a través de la ventana los olivos que quedan atrás y luego los campos infinitos que quedan atrás y alguna pequeña aldea con viejos sentados en sillas de enea en medio de una plaza. Pan de pueblo, queso, tomate fresco y aceitunas.

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Los vigías

He visto algunas luces a lo lejos,
destellos mortecinos que se arrastran
por la sombra sin eco del crepúsculo.
Los caballos no duermen. Respiran desbocados,
y contemplan las puertas con ojos temerosos
que adivinan la muerte más allá de los muros.
Los pocos que se acuerdan de nosotros
nos han traído pan y algunas mantas.
Contemplo una vez más las luces en los campos
y recuerdo la guardia de media madrugada.
Habré de dormir algo mientras pueda.

12-I-2011

La cosecha

La competición continúa en La Copa del Meado con el primer tema del año, que es el de la cosecha. Mi aportación para esta semana es el primer poema de 2011, que en realidad es el último de 2010, pero se convierte en una ilusionante manera de abrir literariamente este año. Disfrutadlo y no os olvidéis de votar el ganador de la Copa del Meado de esta semana.

XIV

El labrador contempla el infinito
barbecho de diciembre en la campiña
bajo un ocaso frío y ceniciento.
Pasea la mirada por los campos
oscuros como su mirada llena
de un esperar eterno y resignado.
Entre los surcos se alza derrotada
la tapia blanca de un cortijo antiguo.
Por las grietas de siglos, unas parras
despojadas abrazan la pared
y en un rincón, bailando en el diluvio,
perviven unas hojas obstinadas
que tapan las heridas de la piedra
y atesoran la luz de un sol perdido.

30-XII-10

Calais Londres

Ya tenéis disponibles los relatos de la Semana II en La Copa del Meado. El tema de esta semana es el primer día en una ciudad nueva. Os dejo con mi aportación y con mi deseo -atrasado, que no menos sincero- de que paséis unas felices Pascuas con los vuestros.

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CALAIS LONDRES

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El tren de Dover llegó a la estación de Londres cuando faltaba poco para las diez. Tarde, como siempre. Maurice Marchand y su esposa, Marguerite, descendieron del último vagón con los pocos bultos que portaban consigo y pasearon una mirada inquieta por el andén repleto de sombras fugaces que surgían de entre la espesa nube de vapor. Se encapotaron con unas caperuzas negras para resguardarse de la lluvia que lagrimeaba por los resquicios del techo y las paredes y se mezclaron con la muchedumbre de fantasmas que se escurría hacia la salida entre jirones de neblina.

Caminaban con paso inseguro, agarrados de la mano, procurando no extraviarse entre aquel runrún impenetrable que resonaba en la estación. Al bajar del vagón habían oído un par de palabras en francés al vuelo, cette nuit, maison, demain, pero enseguida todo fue un gran babel indescifrable y les invadió un terrible desconsuelo y se apretaron las manos sin dejar de mirar al frente. Sabían que eso era cuanto les quedaba por delante.

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El último café

Hoy hemos inaugurado La Copa del Meado, un blog literario en el que los señores Cerero, Buentes, Luisfer y un servidor escribimos acerca de un tema semanal. El tema elegido para abrir la competición es «el último café». Aquí os dejo mi aportación, y os invito a que os paséis por el blog, donde tenéis la de mis compañeros. Votad por el que más os guste y decidid quién gana la Copa del Meado.

EL ÚLTIMO CAFÉ

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El presidente caminaba cabizbajo y con paso lento por aquella calle empinada. Hacía apenas un cuarto de hora que había salido del Congreso, después del pleno, como cada viernes. Pero esa tarde no quiso seguir su costumbre de regresar al palacio presidencial ni que el coche oficial lo llevara a algún otro sitio. Ni siquiera le había apetecido acompañar a la gente de su grupo parlamentario hasta la sede del partido.

El pleno de ese día había sido más largo y duro que cualquier otro desde que llegó a la presidencia. El líder del partido opositor había subido al estrado y le había echado en cara todos los males y problemas que acuciaban al país en medio de aquella horrible crisis que había dejado al Estado en la bancarrota y a cinco millones de personas sin trabajo y desamparados. Al salir del Congreso, una muchedumbre de personas esperaba al presidente para abuchearlo. Por eso decidió que aquel día lo mejor sería ir a dar un paseo sin rumbo, y volver a casa cuando se sintiese más aliviado o la noche no le ofreciera otra alternativa.

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