En el Pumarejo

Les presento un adelanto del reportaje sobre el acoso inmobiliario en Sevilla en el cual estamos trabajando Jack Daniel’s y servidor de ustedes. Pronto, en estas mismas páginas, la versión íntegra. Permanezcan atentos. O no.

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Esta vorágine de compra y venta de inmuebles que se desató en la zona norte del Casco Histórico de Sevilla desde finales de los 90, al abrigo de la burbuja inmobiliaria, se detuvo de golpe con el estallido de la crisis en 2008. Sin embargo, Ángel Monge, director de OTAINSA, aclara que no se paralizó “absolutamente”, sino que persiste un “acoso menor”, debido a que “el propietario tiene un interés en que se marche el inquilino, pero sabe que mañana no va a vender”.

Este “período de descanso” al que hace referencia Monge dificulta el encontrar víctimas de acoso inmobiliario. Es la causa de que, durante los sucesivos periplos por el barrio, haya resultado complicado encontrar vecinos que quisieran dar su testimonio. A ello hay que añadir el habitual miedo de las víctimas a hablar, un temor palpable que tiene su raíz en las represalias que han tomado los caseros contra los inquilinos que osaban denunciar sus abusos.

Fue así como, finalmente, llegamos a la calle Macasta, en las entrañas de San Luis. Un callejón estrecho de solería antigua de barro, en forma de ángulo recto, invadido por construcciones de nueva planta y estética moderna en ambas aceras, en cuyo vértice se alza un ruinoso edificio de tres plantas que se desmorona a pedazos, como una atalaya fantasmal que resiste los envites del tiempo y de los hombres.

En esta casa viven seis familias. Una de ellas es la de Julio, el inquilino de la primera planta que nos enseñó la casa. Durante el macabro itinerario turístico comenzaron a revelarse los tabiques y muros agrietados, los tendidos eléctricos deprimentes, los rastros de los sumideros atascados, las humedades, los canalones de desagüe descolgados y fracturados por la mitad, las escaleras desvencijadas, las puertas reventadas y arrancadas de sus goznes, las ventanas desnudas de cristales, los escombros y la basura amontonados y el mal olor que impregnaba toda la estancia.

Haciendo periodismo

Ayer me encontré en mi twitter con un reply del compadre Jack, en el que me decía:

Sé constante y ve con determinación a por lo que quieres. Suerte.

Esta cita, así, leída al vuelo, suena al típico consejo de libro de autoayuda. Pero entendido en mi (nuestro) contexto, en el del quinto año de la carrera de Periodismo, es más bien el evangelio que hemos de seguir quienes no vemos la profesión como un echar horas en una redacción, sino como un patearse las calles para desentrañar la verdad del mundo.

Estos últimos tres meses me he dedicado a hacer algo que nunca, hasta entonces, había hecho: periodismo de verdad. Ello se lo tengo que agradecer a Jack, que me ha sacado de la dinámica de facultad y prácticas y me ha introducido en la realidad de la calle -ese sitio del cual los periodistas nunca debieron salir, y al que ahora, irónicamente, vuelven en manada-. Él me ha enseñado a desenvolverme en manifestaciones, en marchas, en conferencias, en entrevistas y en muchas otras situaciones.

Especialmente intensa ha sido la última semana, mientras elaboraba, junto al compañero Cerote, un reportaje que, sin duda, es el más delicado e importante de cuantos he realizado hasta hoy en mi corta carrera periodística. Además de los entresijos del contraste de la información -hablar con unos y otros, comprobar documentos, conseguir la opinión y el asesoramiento de expertos-, nos hemos topado con otras dificultades imprevistas que pueden estropearnos parte de los planes que, incialmente, teníamos para el reportaje.

En momentos como éste, cuando apenas tenemos tiempo para respirar, cuando dormimos 20 horas en una semana, cuando tenemos que hacer entrevistas a las ocho y media de la mañana con todo el frío del mundo o cuando nos surgen problemas inesperados, es cuando más importantes son palabras como ésta de Jack, porque nos ayudan a comprender que no podemos cesar en nuestro empeño por conseguir lo que queremos, ya sea una información concreta o llegar a ganarnos la vida con el reporterismo de calle. Que hay que echarle huevos, a todas horas.

El periodismo de verdad, ése sentido y no de bocación (vocación de boquilla, que diría Juan), ese periodismo encarnado en y a través de uno mismo, ése de contar historias, es un oficio muy sufrido. Si no estás dispuesto a renunciar a la comodidad de las ocho horas de redacción, de las ruedas de prensa, de los teletipos de copiar y pegar, está claro que no es lo tuyo. No te preocupes: siempre tendrás el funcionariado.

Pero si de verdad sientes que hay algo más allá de las cifras y las declaraciones, si realmente crees que la verdad del mundo está ahí fuera y no en un gabinete de comunicación o en la web de Europa Press, si tienes claro que el periodismo es tu sueño y que ese sueño está tejido con retales que son las historias que te quedan por contar, no lo dudes: coge la cámara y la libreta, y échate a la calle. Te saldrán callos en las manos y cebaduras en los pies, pero no tengas miedo: es divertidísimo. Seguramente nos encontremos por ahí. Salúdame si me ves. Hasta entonces, como dice Jack, mucha suerte.

«El Sáhara ha vuelto a los años del plomo»

En la mañana de ayer, Jack Daniel’s y servidor estuvimos en la Plaza Nueva de Sevilla, donde nuestra compañera de estudios Eva lleva a cabo una huelga de hambre en apoyo a la activista saharaui Aminetu Haidar y su lucha por la autodeterminación del Sáhara.

Junto a Eva se apostan frente al Ayuntamiento otros colectivos y personas saharauis residentes en España. Dos de estas chicas se unieron a Eva en la entrevista que Jack y yo le hicimos, y en la cual nos hablaron de su país, de la lucha y la situación de los saharauis y otras cosas como éstas.

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Después, otros dos muchachos saharauis y residentes en España desde hace años nos contaron cómo vivieron en los campamentos de refugiados y también nos hablaron del conflicto, desde la visión del pueblo que tiene todas las de perder.

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Posteriormente, a las 7 de la tarde, se realizó una manifestación en apoyo a la causa saharaui y para reivindicar la vuelta de Aminatu Haidar a El Aaiún. Todavía no se sabía que, varias horas después, la activista podría regresar a su ciudad, aunque Fernando Peralta, desde Lanzarote, anunció por teléfono a los manifestantes que todo parecía ir por buen camino.

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A continuación, podéis ver un vídeo con algunas de las fotos que tomamos Jack y yo durante las entrevistas. Esperamos que os gusten.

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Trabajito nos costó, ¿que no, Gre? | También en Jack Daniel’s Blog

Sevilla se manifiesta por los derechos fundamentales en la Red

En la tarde de ayer, viernes 4 de diciembre, los internautas sevillanos se congregaron en la Plaza Nueva para protestar contra la Ley de Economía Sostenible, cuyo anteproyecto ha sido presentado recientemente e incluye una disposición final «para la protección la propiedad intelectual frente a la piratería en internet».

En la manifestación, junto a unas doscientas personas, estuvo el abogado David Bravo, especializado en asuntos de Internet y propiedad intelectual. David nos explicó a Jack Daniel’s y a un servidor en qué consiste esta disposición final de la ley, los antecedentes de ésta y cuál es su impresión acerca de la movilización unánime de los internautas contra esta medida.

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Durante el acto, y ante una pancarta con el lema «Separación de Poderes, Libertad en la Red», se leyó el Manifiesto en Defensa de los Derechos Fundamentales en Internet, después del cual los manifestantes gritaron diversas consignas, como «libertad en la red». Posteriormente, nuestro compañero Bukowski y los blogueros Antonio Rull, Pedro Carrillo, Fernando Sánchez y Luis Rull nos dieron su opinión acerca del movimiento internauta en defensa de los derechos en la Red (con un regalito espontáneo).

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También en el blog de Jack Daniel’s (aquí y aquí) y en El Paperboy.

Sevilla contra la pobreza

El pasado viernes se celebró en Sevilla una manifestación contra la pobreza, organizada por la Alianza Española contra la Pobreza. La concentración tenía por lema Rebélate contra la Pobreza, y su objetivo era el de exigir a los gobernantes  el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, establecidos por la ONU para 2015.

En la marcha participaron diversos colectivos y ONGs, como Sevilla Acoge, Asociación Ben Basso, Pobreza Cero, Amnistía Internacional, Intermón Oxfam, Acción en Red, e incluso varios integrantes del colectivo de los Mineros de Boliden. Todos portaron pancartas y gritaron consignas en un ambiente festivo, a través del centro de la ciudad, desde la Puerta de Jerez hasta la Plaza Nueva, pasando por la Avenida de la Constitución, la Plaza de San Francisco, la calle Sierpes, la Campana y las calles Velázquez y Tetuán.

A continuación puedes ver las fotos de la manifestación. También puedes leer la crónica y ver el vídeo que Jack Daniel’s ha publicado en su blog.

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Más fotos en esta otra entrada en el Blog de Jack Daniel’s.

Hablemos de guerra

Ni la muerte del cabo Cristo Ancor Cabello, ni reportajes como Españoles en la ratonera, de nuestros compañeros David Beriain y Sergio Caro, ni siquiera todas las evidencias existentes son capaces de hacer que este Gobierno admita lo que todo el mundo sabe desde hace tiempo: que Afganistán es una guerra.

Cuando el presidente Zapatero habla de «misión de paz» en referencia a Afganistán, en realidad no miente, porque el cometido de las tropas españolas en el estado asiático es el de reconstruir el país, asistir a la población y proporcionar apoyo logístico a las tropas de la OTAN. Sin embargo, decir eso de Afganistán es poner su situación a la altura de, por ejemplo, la de Kosovo. Y, no obstante, son muy diferentes.

Afganistán es un país donde miles de soldados se enfrentan a diario a un enemigo invisible, peligroso, con un gran y creciente poder y que lleva las de ganar. Que el Gobierno venda esto a los ciudadanos con la etiqueta de «misión de paz» o de «reconstrucción» no es un simple eufemismo, sino una omisión de la verdad. Una mentira.

Y una irresponsabilidad, cuando se trata de los soldados, porque, como dice la madre del cabo Cabello, van a Afganistán con una idea, y se encuentran con algo muy diferente. Como vimos en el reportaje de Beriain y Caro, los soldados siguen sin entender qué demonios han ido a hacer allí, si a reconstruir un país o a luchar. No saben si tienen que construir edificios y velar por la seguridad ciudadana, o si tienen que arremeter contra los insurgentes.

Algo que se vuelve insultante cuando vemos a Rubalcaba negándose a reconocer que en Afganistán hay una guerra porque no quiere compararla con la de Irak. «No tienen nada que ver», dice. Eso es algo obvio –ya lo dijo Jon Sistiaga-, pero es algo que no implica que no haya que llamar a las cosas por su nombre. De hecho, que el Gobierno oculte la verdad de esta forma, y con ese mezquino interés político, recuerda precisamente a Irak (¿ya no se acuerdan de las armas de destrucción masiva?).

Pero es por eso mismo por lo que hay que decir la verdad. Los españoles han de comprender que Afganistán no es Irak, que España realiza una labor humanitaria (¿o acaso no?), y que es justo que nuestros soldados permanezcan allí porque el país lo necesita. Pero, sobre todo, los españoles nos merecemos un Gobierno que no nos mienta (curiosamente lo que pedían los actuales gobernantes en marzo de 2004). Así que dejémonos de propaganda. Ahora, hablemos de guerra.

Entrevista a Mundoficción

El pasado 9 de julio (hace un siglo ya, lo que es la inmediatez de Internés) nos plantamos monseñor Bukowski y un servidor (con el Buentes, la Ananoke y Mesié Beades) en la Sala Malandar de Sevilla, con ocasión del preestreno de la tercera y definitiva parte de Una Trilogía Sevillana, la exitosa serie de la productora sevillana Mundoficción.

Tuvimos los huevos necesarios para sortear a una marabunta de gente expectante, colarnos en el backstage de la sala y entrevistar -con la iluminación que nos da Dios– a Alfonso Sánchez, alter ego del Cabesa, el compadre Rafa y el Vladi de Sotogrande La Alameda.

Alfonso nos habló de la experiencia que les ha supuesto grabar estos cortos, del éxito conseguido y de otras muchas cosas. Aquí os dejo el vídeo con la entrevista, producido por nuestros compañeros y amigos de Networking Activo.

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Los sanfermines y Twitter: derecho o deber de informar

En esta última semana hemos tenido dos acontecimientos que han causado revuelo en los círculos periodísticos y más allá de ellos. El primero de ellos fue la muerte de Daniel Jimeno durante uno de los encierros de San Fermín. El otro saltó en la mañana de ayer, a raíz de un tuiteo de Luis Rull: la negación de Techcrunch de publicar algunos documentos confidenciales de Twitter que han caído en sus manos.

Estos dos hechos, más que otra cosa, han puesto en cuestión los derechos y deberes no sólo de los periodistas, sino también de los blogueros, en tanto que informadores en potencia y de facto. ¿Es ético e incluso legal publicar la foto de un joven medio desangrado o un documento confidencial de una empresa?

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Éste es el reportaje que mi compañero de facultad, el fotoperiodista Antonio Rull, presentará como trabajo en el 13º Encuentro Internacional de Foto y Periodismo de Gijón, que se celebrará en dicha ciudad entre el 10 y el 19 de julio. Espero que les guste y que nos ayude a debatir y comentar sobre la temática expuesta en el reportaje, que es aquello para lo que el propio Antonio confiesa que le gustaría que tuvieran en cuenta su trabajo.

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Y, por supuesto, le deseo a Antonio muchísima suerte en el certamen, a ver si se viene con un premio debajo del brazo.

Gregorio Verdugo: «No hace falta un título de licenciado para hacer periodismo»

[También publicado en Estrellas y Estrellados]

Gregorio Verdugo es un filólogo sevillano, trabajador de la empresa municipal de autobuses de Sevilla, Tussam, que un día creó un blog para, tras el seudónimo de Jack Daniel’s, contar al mundo historias acerca de las cosas que veía y vivía. Hoy es toda una personalidad en la red, y nos habla de periodismo.

Un filólogo que en la madurez se mete a periodista. ¿De dónde te vinieron las ganas?
Pues de un día que me caí de la cama, de hace un montón de años. (Ríe) Yo siempre me acuerdo de que, cuando estaba en el instituto, mi padre ejercía siempre control sobre mí y no me dejaba irme a la calle si no me sabía la lección. Como yo estudiaba relativamente rápido y mi padre siempre me mandaba de vuelta al cuarto, cuando me terminaba la lección empezaba a leer novelas con las que llegué a la lectura y la escritura. A mí siempre me ha obsesionado contar cosas. He hecho periodismo durante toda mi vida, pero siempre sin cobrar un duro. He trabajado en El Correo, he publicado cuentos… pero nunca me ha dado por estudiarlo, porque en mi época no había Periodismo en Sevilla, así que hice Filología. Hasta ahora, cuando he podido estudiarlo aquí, aunque considero que no hace falta un título de licenciado ni para contar lo que pasa ni para hacerlo bien.
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