Demócratas convencidos

En la asignatura Información y Propaganda, el profesor Miguel Vázquez Liñán nos enseñó a mis compañeros y a mí la importancia del lenguaje para manipular la opinión pública mediante la propaganda. Ciertamente, la perversión de las palabras y de los conceptos es una de las técnicas más efectivas para construir una realidad al antojo de uno.

Como decía el eslogan de CNN+, está pasando y ustedes lo están viendo. Aunque no se den cuenta de ello. Hoy nos hemos levantado con la noticia de que los indignados (etiqueta inventada por los medios para identificar algo que no saben a ciencia cierta qué es o de dónde viene, porque no tienen ganas de esforzarse por saberlo) han montado el pollo delante del Palamento de Cataluña, en Barcelona.

Pero, ¿cuántos indignados? Sólo unos salvajes dentro del movimiento (o no). Aunque usted debe pensar que son el grupo, los indignadoslos violentos indignados«). Nada más que un contubernio de terroristas que acosan a los auténticos demócratas convencidos de los cuales la prensa es altavoz y garante. Kale borroka, una panda de salvajes delincuentes de extrema izquierda. Todos iguales, sin excepción. Si usted alguna vez sintió simpatía por el movimiento, siéntase culpable. Porque, además, usted es ciudadano. Ellos, además de violentos y todo lo demás, sólo indignados.

Y, a todo esto, ¿qué pollo es ése que se ha montado y que merece la más firme de las condenas ¿El de los sucesos violentos delante del Parlamento de Cataluña? No: ése y el de los sucesos no violentos, como la simple protesta contra el estatu quo. Esto no es menos que un «ataque a la democracia«, un acoso, un asedio, un asalto intolerable de peligrosos antisistemas que quieren derribar nuestra democracia perfecta del 78. No es permisible en grado alguno, pues son ilegales (no merecen la condición de ciudadanos, ni siquiera la de personas, y, por ende, no tienen derechos) y además son «una minoría (…) alentada por redes sociales marginales» (que sí, hombre, que son un cuatro gatos… ¡que te digo que sí!).

En propaganda siempre se recuerda la casi máxima de Goebbels: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Será por eso que le gusta decir a mi padre (que no es Goebbels pero sabe más que él): que en toda mentira hay un poco de verdad. Que somos unos terroristas porque tenemos aterrorizados al stablishment. Que esto es una kale borroka (lit. «lucha callejera») no porque seamos violentos (aunque la violencia engendra violencia), sino porque tomamos las calles, que son nuestras, para defender nuestros derechos, porque los tenemos y no somos ilegales más que para el sistema contra el cual, es cierto, estamos en contra, porque nos ningunea y no nos da opciones para vivir dignamente.

Respecto a ese acoso, asedio, asalto y ataque a la democracia del cual nos acusan, respecto a los demócratas convencidos y nosotros, los antidemócratas, les remito a aquello que más de una vez nos dijo el profesor Vázquez Liñán: todo depende de qué entendamos por democracia. Ustedes piensen lo que quieran, que para eso son libres. O no.

Publicado por

Jesús Rodríguez

Periodista, fotógrafo, locutor de radio y escritor de Sevilla. He trabajado para más de veinte medios en distintos soportes. Estoy especializado en política, datos, temas sociales y música electrónica.