La fe de errores del periodismo

El pasado viernes (29 de mayo), la edición de Sevilla del diario ABC publicó una información breve en el que se hablaba de una condena de la Audiencia Provincial de Sevilla a una empresa aceitera de Estepa, por envasar aceite de oliva con insectos en el interior de las garrafas. Podéis leer la noticia en esta captura.

Al día siguiente, sábado 30, el diario publicó debajo de las cartas de los lectores una fe de errores en la que reconocía que la información del día anterior era errónea, y por ello se decía que la empresa condenada estaba radicada en Estepa, si bien este municipio tiene relación con la noticia por ser su juzgado el que dictó la sentencia, y no por albergar al almacén. Podéis leer la fe de error en esta captura.

Este detalle anecdótico, que perfectamente podría haber pasado desapercibido, deja lugar para una reflexión tan importante como profunda puede llegar a ser. La responsabilidad de este error no corre a cargo del propio diario, sino de la agencia EFE, que fue la que se hizo eco de la noticia y la difundió con datos erróneos entre las redacciones. Posteriormente, cuando se descubrió la equivocación, EFE emitió un teletipo con una fe de errores.

Por eso podemos ver que ABC pudo rectificar, aunque fuera mediante el método de la fe de errores, tan temido en las redacciones. Otros diarios también publicaron la noticia a partir del teletipo de EFE. En la web de El Mundo podemos ver la información corregida. No obstante, en El País aún persiste la información errónea, y aún no han rectificado -ni lo van a hacer, claro-.

A tenor de esto deberíamos pensar en la excesiva confianza que a menudo tiene  las redacciones de los medios -no sólo los tradicionales, sino también, y cada vez más, los digitales- en los teletipos que envían las agencias y, por otra parte, las notas de prensa oficialistas de administraciones públicas, partidos políticos, empresas u asociaciones. Una confianza que no sólo provoca que a los periodistas nos cuelen propaganda y datos e información sesgados e interesados, sino que además lleva a dar por válida cualquier cosa que comuniquen los teletipos, lo que conduce a situaciones como ésta, en las que había un dato equivocado y se produjo un verdadero efecto dominó de errores.

En todo caso, lo ideal sería que el periodista se informara de forma complementaria acerca del asunto y procurara no sólo contrastar lo que se afirma en el teletipo, sino incluso recabar más datos. No obstante, a no ser que el asunto sea de un especial calado, rara vez se hace en la mayoría de informaciones extraídas de teletipos, generalmente menos importantes que las de elaboración propia.

La causa de esta lacra, una de las principales malas artes del periodismo actual, es la despreocupación o vagueza del periodista, pero también la falta de tiempo o de medios que padecen muchos profesionales. De forma que, como en tantos otros puntos, a todos -profesionales, medios y lectores, por no ponerle la cara colorada a los responsables de estas situaciones- nos toca entonar el mea culpa. Aunque me da la impresión de que no lograremos nada mientras se prefiera emitir una fe de errores antes que trabajar por prevenir estas situaciones.