Susana Díaz, al asalto de la secretaría general provincial del PSOE en Sevilla

sevilla report | Cuando José Antonio Griñán acudió como secretario general del PSOE-A al 38 Congreso Federal que se celebró el pasado febrero en Sevilla, guardaba dos órdagos bajo el brazo: uno, el de apoyar a Carmen Chacón en su carrera hacia la secretaría general del PSOE, que perdió; y otro, el de agotar toda la legislatura y no convocar las elecciones andaluzas junto a las generales, que le salió bien.

Durante aquella travesía, que muchos dirigentes socialistas consideraron demasiado arriesgada y que iba a suponer la defunción política del veterano dirigente socialista, le acompañó, siempre como fiel escudera, la hasta ayer Secretaria de Organización de los socialistas andaluces y actual consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.

Hasta ayer precisamente porque fue entonces, ante alrededor de doscientas personas que abarrotaban la sede provincial del partido, en la calle Luis Montoto, en una tarde de calor sofocante, cuando Susana Díaz hizo oficial su candidatura a la secretaría general de ese corral de gallos que ha sido siempre el PSOE sevillano.

Con el presidente del partido y de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, haciendo de anfitrión y con una amplia representación del equipo de Griñán a su lado para mostrar músculo, Susana Díaz desbrozó un discurso casi sin florituras retóricas y que recordó en ocasiones al que Carmen Chacón pronunció en aquel congreso que perdió por un escaso margen de votos, aunque eso sí, sin levantar tanto la voz.

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El cambio sin cambio

Jesús Rodríguez/ Gregorio Verdugo. Esta mañana ha sido la mejor para pasear por los pasillos no sólo porque haya sido la de la resaca de la elección del nuevo líder del PSOE, sino porque no había mucho más a lo que prestar atención, aparte de los nombres de la nueva cúpula del partido, que no es poco, pero que ya se conocían a primera hora.

Entre los militantes, el ánimo de iniciar una nueva etapa y trabajar para volver a ilusionar a la ciudadanía y a los mismos socialistas queda aplacado por la sensación de decepción de muchos que incluso desde antes del comienzo del 38 Congreso presentían que éste no iba a ser más que una pantomima para dejarlo todo amarrado por la vieja guardia, para que nada cambie y que las bases sigan sin contar con protagonismo.

Una opinión que no hace más que reflejar la división que reina en el PSOE desde hace ya demasiado tiempo y que amenaza con alargarse más de la cuenta, para desesperación de los socialistas. La viva imagen de esta ruptura son los exiguos 22 votos de diferencia con los que Rubalcaba se ha impuesto a Chacón, amén de las puñaladas -metafóricas, aunque casi se haya llegado a las manos en algunos momentos- que hemos visto antes y durante este 38 Congreso.

Sin salida para Griñán

Puñaladas por doquier y las que, sin duda, nos quedan por ver, especialmente con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina -el 25 de marzo- y con la Federación Socialista de Andalucía partida en dos como una sandía y repleta de vencedores (Felipe, Zarrías, Pizarro, Viera, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis) y, sobre todo, vencidos (Griñán, Susana Díaz, Juan Espadas).

El presidente andaluz, José Antonio Griñán, es uno de los que más ha perdido, tanto o más que la propia Chacón. Ante una cita electoral en la que todas las encuestas dan mayoría absoluta al PP de Javier Arenas y una sima en el PSOE-A acrecentada por el Congreso y la derrota de Chacón, la cara de muerto de Griñán en la tarde de ayer reflejaba el temor a la purga en la que todos estaban pensando nada más conocerse la victoria de Rubalcaba.

El cántabro también ha decidido incluir a Griñán en ese designio de la vieja guardia del PSOE de mantenerlo todo bien amarrado al que aluden muchos socialistas, y por ello ha decidido colocarlo como presidente del PSOE, un cargo florero que le permitirá controlar los movimientos de Griñán, especialmente tras los cambios que se esperan que se produzcan en la ejecutiva andaluza tras la presumible debacle socialista en las elecciones del 25 de marzo.

Unidad, unidad, unidad

El trabajo que le queda por delante a Rubalcaba es ingente, más que nada por el principal objetivo que ha marcado -y remarcado- a los militantes: “unidad, unidad, unidad”.

Como ya ha dicho esta misma mañana el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, mal empezamos, con los chaconistas y los rubalcabianos lanzándose acusaciones mutuas de no integrar y de no querer integrarse, respectivamente, en la nueva Ejecutiva federal.

Sea como sea, sí es cierto que en la lista de Rubalcaba hay pocos cargos de relevancia que correspondan a partidarios de Chacón, aunque llama la atención la importancia que ha adquirido la Federación Socialista de Madrid, que mantiene a sus cargos en la anterior Ejecutiva e incorpora a Rafael Simancas, Jaime Lissavetzky y Elena Valenciano.

Rubalcaba ha cerrado el 38 Congreso Federal con un discurso en el que ha incidido en sus dos ideas claves: “unidad y trabajo”, al tiempo que ha hecho lo que Chacón realizó ayer: dar paso al discurso mitinero y de campaña, de oposición al PP. Sólo que Chacón se saltó el paso previo: hablar a los mismos socialistas e intentar conciliar el partido. Lo que ayer hizo Rubalcaba.

Más allá de eso, muchas propuestas llevadas a cabo en las comisiones de trabajo. La más relevante, la apertura del partido a los simpatizantes y la instauración de primarias abiertas “a la francesa” para la elección del candidato a presidente del Gobierno. Pero de instaurarlas en la elección de secretario general, lo que piden las bases, nada de nada.

Ha sido incisiva la apelación al partido, a la necesidad de conformar un grupo que tiene que tirar de esto. Muchos ven en ello una referencia al mismo aparato que llevan 30 años controlando Felipe y sus pretorianos. Esa idea que fluctúa por debajo del eslogan del cambio, y que Íñigo Sáenz de Ugarte, con acierto, resumió en Twitter recordando la novela ‘El Gatopardo’ de Lampedusa: es preciso cambiar todo para que todo siga igual.

Entre el discurso y el mitin de pueblo

Rubalcaba y Chacón se abrazan tras anunciarse la victoria del cántabro

Jesús Rodríguez/ Gregorio Verdugo. “Hemos escuchado un discurso y un mitin electoral en un pueblo de la Andalucía profunda”.  Con estas palabras nos describía ayer un veterano militante socialista curtido en infinitas batallas orgánicas lo sucedido en el plenario del hotel Renacimiento durante la mañana del sábado.

Todos los analistas congregados para cubrir el 38 Congreso del PSOE, en sus publicaciones o en los tuits que iban vertiendo en el hashtag #38congresopsoe, señalaban el error de bulto, tanto en la forma como en el contenido, de la intervención de Carme Chacón ante los delegados.

En efecto, el tono de la catalana no fue el adecuado para una audiencia que esperaba precisamente otra cosa. “Qué me va a decir a mí Chacón sobre el PP que yo no sepa”. Ésa era la expresión más habitual en los militantes cuando se les preguntaba sobre los discursos de los dos candidatos.

La gran diferencia, probablemente la que determinó el que la balanza comenzara a desequilibrarse, fue que Rubalcaba enarboló un discurso en clave interna que esbozaba a la perfección el modelo de partido que quería imponer, mientras que en la alocución de Chacón costaba trabajo encontrar similares referencias.

Rubalcaba ofreció a sus compañeros fiabilidad, cambio ordenado, supervivencia tranquila para un partido gravemente herido y vapuleado en sus últimas contiendas electorales. Rubalcaba ofreció partido como la alternativa más segura y fiable para superar la grave crisis en la que está sumido el socialismo español. El partido como único salvavidas al que aferrarse en estos tiempos de tormenta. Y la gente lo entendió a la primera y optó por esa tabla de salvación.

Chacón apostó por el mitin electoral más propio de una campaña. Su gran error fue ignorar que quienes iban a depositar la papeleta de voto en las urnas son incondicionales votantes del partido en el que militan, no indecisos a los que hay que aleccionar para que acudan a las urnas y apuesten por una opción. Lo que a ellos les preocupa realmente es el futuro del partido en el que militan y del que depende en una gran parte el futuro de sus propias vidas.

El intento de la catalana de saltarse los tiempos y soslayar de manera temeraria lo que se le viene encima al PSOE en el medio plazo fue cuanto menos suicida. Apostó porque la travesía del desierto no existe, como si fuera una alucinación colectiva que tiene imbuida a la militancia, y dibujó un resarcir como el ave fénix que nadie más vio.

Rubalcaba no sólo dejó entender que la travesía del desierto existe, sino que va a ser más dura que lo que en principio se esperaba. Y ahí ofreció liderazgo y mano firme para gobernar la nave en tiempos de tormenta. En esa apuesta, segura, tranquila, de un viejo conocedor de los engranajes internos del partido centenario, se cimentó su victoria. El cántabro sabía mejor que nadie que lo que tenía que ganar era un congreso, mientras que la catalana parecía que pretendía ganar ya las próximas elecciones generales desde el atril del plenario.

Puede sorprender que el dirigente que cosechó la derrota más histórica del PSOE en unas elecciones democráticas y que ha dejado al partido con unos exiguos 110 diputados sea el elegido para conducir la nave de un partido prácticamente en la ruina política. Pero las tormentas en el interior de las maquinarias de los partidos políticos no se parecen en nada a las climatológicas y a veces es preferible seguir mojado mientras arrecia la lluvia para prevenir mejor el resfriado.

El discurso que mató al aire nuevo del PSOE

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. “Carmen, gracias por tu discurso”. Esta frase de Rubalcaba tras ser proclamado vencedor ha sido la estrella del 38 Congreso del PSOE. La frase que lo resume todo y que condensa en sus cinco palabras lo ocurrido en una noche que se presume ha sido larga y ajetreada. También rezuma la fina ironía de Rubalcaba.

El discurso de Chacón, y no precisamente sólo el pronunciado esta mañana en el plenario, es el que ha dado el último empujón a la candidatura de Rubalcaba. Ha sido el discurso de la catalana la palanca que ha liberado el resorte que ha propiciado la victoria del cántabro y su ascensión a la Secretaría General del PSOE. Porque, aunque cueste creerlo, hay discursos que matan. O que suicidan, en este caso

Chacón representa a la reencarnación del zapaterismo y Rubalcaba la experiencia que dota de la tranquilidad necesaria para una travesía que se supone va a ser larga y dura. La catalana se zambulló esta mañana en un discurso más mitinero que de partido, casi sindicalista por momentos, y más dedicado al PP que a sus propios compañeros militantes. Un discurso guerrero, gritón y salido de tono, frente a la moderación y la mesura que en todo momento externalizó Rubalcaba, frente a su apuesta por las cuatro letras que conforman el PSOE, especialmente la P de Partido.

Campo abierto para Patxi López

Numerosos delegados de ambas candidaturas coinciden en una cosa: éste es un Congreso que tiene el objetivo primordial de afianzar la unidad interna de un partido fragmentado en diversa facciones que, desde hace tiempo y casi a diario, se la pasan tirándose cuchillos.

De ahí que Rubalcaba, en su discurso, haya insistido tanto en la necesidad de “unidad, unidad y más unidad”. Y quizá por eso, como dijo Carlos Alsina en su Twitter, Chacón no ha conseguido la victoria: por su afán en negarse a gestionar una travesía en el desierto, cuando todos tienen claro que es a lo que se enfrentan.

Por delante, el nuevo secretario general tiene un gran trabajo de unificación de las muchas posturas, muy distanciadas en según qué casos. Pero a la tarea de reparar las fugas y de sacar a flote el barco del PSOE le sigue una no menos importante: la de preparar a una nueva generación de líderes que afronte la próxima cita electoral de 2015.

En este aspecto, la previsión de los delegados también es unánime: Rubalcaba, un hombre más de partido y con más experiencia que Chacón, se encargará de mantener el PSOE fuerte y cohesionado hasta un próximo Congreso que se celebrará en 2014, dentro de dos años, y que servirá para encumbrar a Patxi López como candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del año siguiente.

Esta estrategia, además de renovar y poner en escena a pesos pesados del partido que cuentan con buena imagen y respaldo de los militantes y del electorado, supone una apuesta por una nueva generación de militantes y cargos orgánicos -e institucionales- que conectan con la ciudadanía a través de Internet y las redes sociales -como el propio López- o que constituyen grandes promesas dentro del partido, caso de Edu Madina, otro de los nombres que más ha sonado a lo largo de hoy en los pasillos, y que también ha optado por Rubalcaba.

El desierto del frente andaluz

Como en toda guerra, hay frentes en los que el combate se muestra más cruento y encarnizado. En la contienda por la Secretaría General del PSOE, el enfrentamiento decisivo se ha librado en Andalucía y en el campo posterior a la batalla yacen los cadáveres de los vencidos y suenan las resonancias del eco de la risa de los vencedores contemplando la sangre derramada.

Una de las primeras reacciones nada más conocerse la victoria de Rubalcaba fue la de volver la atención hacia José Antonio Griñán y el varapalo que este acontecimiento ha supuesto para él, firme defensor de la candidatura de Carme Chacón, a pesar de su promesa de “neutralidad activa” en este Congreso.

“Si gana Rubalcaba, el partido en Andalucía se parte por la mitad, porque Griñán y los suyos han apostado mucho por Chacón”, nos comentó un delegado en la puerta del hotel antes de concluir las votaciones. La victoria del cántabro ha supuesto la puntilla definitiva a una lucha interna entre griñanistas y chavistas que se prolonga desde que el actual presidente de la Junta relevó a Chaves en abril de 2009.

De hecho, esta contienda no es más que una ramificación de la principal: la pugna entre el zapaterismo, encarnado en Chacón y Griñán, y la vieja guardia del PSOE, representada por Rubalcaba y, en la sombra y por encima de todos, Felipe González. Esta mañana ya nos avisaron de que “si Felipe se ha movido esta noche, Chacón está muerta”. Luego nos confirmaron lo que todos esperaban: ayer, a los cinco minutos de comenzar Zapatero su discurso de despedida como secretario general, González abandonó el Congreso. Felipe se movió y ahora ya se conocen las consecuencias.

La derrota de Chacón se lleva por delante a quien más esperanzas tenía en que ésta ganara: Susana Díaz, actual secretaria de organización del PSOE en Andalucía, y a la que todos colocaban en el mismo cargo en el federal en caso de victoria de Chacón. Ahora tendrá que exponerse precisamente a aquello que pretendía evitar yéndose a Madrid: una más que probable quema de la ejecutiva regional tras las elecciones autonómicas del 25 de marzo, a las que el PP de Javier Arenas se presenta con una mayoría absoluta avalada por varias encuestas.

Sevilla ha sido el escenario de la batalla y, por ende, Sevilla ha sido la que más y peores bajas ha registrado. Una de ellas, inesperada, ha sido el número uno del PSOE en el Ayuntamiento de la capital hispalense y candidato a la alcaldía en las elecciones del pasado 22 de mayo, Juan Espadas. Todos daban por supuesto que Espadas iba a apoyar a Rubalcaba, pero a última hora cambió su apoyo y lo dio a Chacón, parece que con la promesa de un puesto en las listas para el Parlamento Andaluz de por medio. También hay apuestas que, al igual que los discursos, matan.

Sobre todas las cosas, la tarde de este sábado de 38 Congreso Federal del PSOE en Sevilla dejará dos imágenes que nadie olvidará, y bien está no hacerlo, pues marcarán la realidad inmediata, y no tanto, del PSOE. La primera de ellas es la cara de muerto de José Antonio Griñán antes y durante el anuncio de la victoria de Rubalcaba.

La segunda, no menos importante, la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, antiguo niño prodigio del PSOE sevillano, entregando los avales para la candidatura de Rubalcaba junto a Patxi López. De Gómez de Celis se habló como futuro alcalde de Sevilla antes de desaparecer de la escena en una oficina de la Junta de Andalucía. Hoy, aquellas aguas de antaño vuelven a sonar por encima del ruido de sables que ya se apaga, aunque no del todo.

La previa de la elección del nuevo líder del PSOE

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. El contento y la felicidad han sido la tónica general de las manifestaciones de todos los que tienen algo que decir sobre lo que aquí se está decidiendo cuando se les ha preguntado.

Leire Pajín está feliz y contenta, Susana Díaz tres cuartos de los mismo. Incluso el presidente de la Junta de Andalucía y de este congreso manifiesta el mismo grado de éxtasis emocional cuando se le cuestiona por la marcha del cónclave y, lo que es más trascendente, las posibles consecuencias de las decisiones que se tomarán hoy en el hotel Barceló de Sevilla.

Un integrante de las Juventudes Socialistas de Andalucía nos comenta antes de que arranque la segunda jornada que es bastante optimista con respecto a Chacón, que además cuenta con el efecto de arrastre de que muchos la consideren ya la ganadora.

Nos lo explicaba un miembro de una corriente crítica, Nuevo Socialismo, comienza a extenderse el rumor de que fulanito va a ganar seguro y quien está aún indeciso se inclina por él para no quedar retratado. “Es algo de lo más habitual que sucede congreso tras congreso”, nos decía.

Claro que lo mismo se podría afirmar de Rubalcaba, cuyos seguidores aseguraban esta misma mañana por los pasillos que el congreso estaba ganado, sin ocultarse y rebosando un optimismo que sorprendía a todos. En palabras de otro integrante de la delegación de Sevilla “esta noche ha sido larga y ajetreada, el hotel habrá hecho un fortunón en cubatas”.

“Yo llevo en esto desde que era chiquitito -nos cuenta otro militante de la Agrupación de Sevilla que acude en calidad de invitado- y he visto cosas de lo más extrañas. La victoria de uno o de otra dependerá de lo que haya sucedido esta noche y de Felipe González. Si Felipe se ha movido esta noche, Chacón ya puede darse por muerta”.

Y, mientras esperamos el resultado de la votación de los delegados (aguantando la hambruna como buenamente podemos), os dejamos con el vídeo de la previa de la elección del nuevo secretario general del PSOE.

Comienza el congreso de la continuidad en el PSOE

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. Mucha expectación en la antesala del plenario del 38 Congreso del PSOE en la tarde de hoy, justo antes del informe de gestión de José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general del partido en su último mandato.

Las figuras relevantes del partido, los verdaderos protagonistas, llegaban al cónclave rodeados de ese ya clásico aura de superioridad por encima del resto de los mortales que otorga el sentirse acosados por las cámaras y los micrófonos cada vez aparecen en algún lugar.

Muchas sonrisas y miradas distantes, saludos alejados de la cordialidad que impone la intimidad, sobre todo con los presuntos rivales, y atenciones personalizadas, cercanas, pero bañadas por una pátina de superficialidad rayana con la hipocresía. Estamos en el congreso de un partido político, lo más cercano que se conoce a un pasillo de comedias.

En la previa, algunos militantes nos cuentan que el resultado de este cónclave, en el que la publicidad y los personalismos han estado siempre por encima de las ideas, no es lo más importante, sino que si el partido no logra abrirse muchos de ellos se irán. Planea uno de los peligros que están latentes, la ruptura.

Bajo la parafernalia publicista que ha montado el aparato para recibir a los delegados late la expectación desde la nostalgia que espera el prodigio, como en los viejos tiempos, que levante a una militancia vapuleada por los últimos resultados y por el desánimo y sea capaz de despertar la ilusión perdida entre los entresijos del ejercicio del poder.

Todo el mundo mirando al cielo, suspirando por el milagro que se sabe imposible, sobre todo por las premoniciones negativas que aventuran las noticias que van llegando desde fuera. Esta vez el optimismo habitual se quedó a las puertas del Barceló y da la impresión de que ahora mismo todo el socialismo español está más pendiente de suturar las heridas que producen las severas hemorragia internas que de aportar una verdadera alternativa a la situación del país. Es lo que tienen las crisis programáticas, que primero se intenta ponerles rostro antes que sanarlas con el medicamento adecuado.

El arranque

En este clima de incertidumbre se dirigió José Luis Rodríguez Zapatero en su última alocución como líder del partido a los delegados del congreso. Un Zapatero con el gesto cansado y sin el verbo ácido característico de su oratoria más brillante. Como queriendo imponer de antemano un tono reflexivo a una intervención que es del todo irrelevante de cara a lo que aquí se va a decidir. ¿Acaso hay mejor evaluación para un informe de gestión que lo que determinan con contundencia las urnas?

El ex presidente del gobierno arrancó su discurso expresando su “afecto y respeto profundo” por sus compañeros del partido “de toda su vida”. Justificó el resultado de las municipales y autonómicas de la pasada primavera en la situación que estaba atravesando entonces el país, a pesar de “la brillante gestión que muchos compañeros hicieron en ciudades y comunidades”. La debacle en la generales la achacó a la crisis, aunque reconoció que tardó en verla venir. Un discurso que ya por repetido suena a demasiado cansino.

Para explicar por enésima vez la crisis que, según él, desbancó al socialismo del poder volvió a recurrir al ya habitual paseo por los lugares comunes; el excesivo endeudamiento privado, la pérdida de productividad de la economía española y su abusivo apoyo en la burbuja inmobiliaria y en las especulaciones del sector financiero. Debilidades de una economía “que hemos acabado pagando”, y que sufre como ninguna situaciones externas “que van a seguir condicionándola”.

Las lecciones de una debacle

A pesar de todo, Zapatero confesó que ha extraído tres lecciones tras lo ocurrido desde aquel nefasto 10 de mayo de 2010. Una global; la globalización abocará a una nueva relación de las fuerzas políticas. Otra europea; Europa ha perdido la ambición y la energía por su falta de unidad. Y finalmente una para España; las aspiraciones de bienestar de la sociedad española no vendrán de las políticas aplicadas durante los últimos 25 años.

A partir de este punto, Zapatero entornó su figura hacia el perfil de hombre de Estado que le corresponde asumir a partir de ahora. Manifestó que España necesita con urgencia recuperar “ideales colectivos” y que ha de hacerlo partiendo de su cultura.

Se reivindicó afirmando que las medidas tomadas en 2010 “salvaron al país de ser rescatado” y que tuvieron una enorme repercusión en el resultado del 20N, cosa de la que “era consciente”. Fue entonces el momento cuando reconoció haber tardado en ver venir la crisis. Y lo dijo con el gesto serio, compungido y tenso, como si le molestase tener que hacerlo en ese preciso momento. Un cierto aire de desánimo comenzaba ya a corretear por los surcos de su rostro serio.

Intentó animar a los suyos diciéndoles que “el objetivo del PSOE no es derrotar al PP, sino a la crisis” y que las propuestas socialdemócratas “no sólo están vigentes, sino que se extienden por Europa”. A partir de ahí hizo la ya algo manida retahíla a cerca de las conquistas sociales puestas en marcha, fundamentalmente durante su primer mandato. Algo innecesario puesto que pocos aquí se las discuten.

En los corrilllos, los informadores se preguntaban si su continuas alusiones a los avances en igualdad y la necesidad de seguir profundizando en ella no sería un mensaje velado de apoyo a Chacón. Lo mismo que cuando elogió a Bono, su rival en el anterior congreso, que todo el mundo entendió como una llamada a que no hubiera puñaladas una vez finalizado el cónclave.

En broma, los periodistas comentaban que a raíz de esa alusión reaparecieron los 956 cuchillos que habían desaparecido como por ensalmo de la cubertería del Barceló nada más iniciarse en Congreso. También fueron interpretadas sus continuas alusiones a haber conseguido mantener el partido en la más absoluta independencia como un crítica velada al grupo PRISA.

La despedida

“Aquí termina mi tiempo”. Con esta frase concluyó su última intervención como secretario general, con aspecto de estar muy cansado y de vuelta de casi todo, agradeciendo como obligado la ovación cerrada con que premió el plenario a un discurso mediocre.

En los pasillos ya comenzaba a rumorearse con insistencia que Gaspar Zarrías se estaba afanando en la búsqueda de avales para Antonio Quero, con el objetivo de restarle apoyos a Chacón. Pocos minutos después el representante de la candidatura AQ38 hacía unas declaraciones en las que renunciaba a presentarse como candidato. Tal vez hubo otros movimientos y acabaron por anularse unos a otros. Lo cierto es que ya parece bastante claro que éste no será el congreso de la famosa tercera vía.

Antonio Quero renuncia a su candidatura a la Secretaría General del PSOE

Jesús Rodríguez/ Gregorio Verdugo

Antonio Quero, aspirante a competir por la secretaría general del PSOE, ha anunciado esta tarde que su candidatura “no se producirá en este congreso” y ha denunciado un sistema de avales “con nocturnidad” que imposibilita del todo la “apertura democrática que las bases exigen”.

Poco después de hacer estas declaraciones ha agradecido vía Twitter el apoyo a todos los que han alentado la candidatura AQ38.

https://twitter.com/#!/PrimaIdeas/status/165525785426403329