Aznar pactó una comisión del 1% con Abengoa para conseguir adjudicaciones en la Libia de Gadafi

[Información publicada en eldiario.es el 29 de octubre de 2014]

El presidente español José María Aznar y Muamar el Gadafi, durante su entrevista en un hotel de Trípoli, el 17 de septiembre de 2003. / Efe / Bernardo Rodríguez
El presidente español José María Aznar y Muamar el Gadafi, durante su entrevista en un hotel de Trípoli, el 17 de septiembre de 2003. / Efe / Bernardo Rodríguez

J. Rodríguez / G. Verdugo | Para José María Aznar, Muamar el Gadafi era «un hombre extravagante, un hombre raro», pero también «un amigo». La buena relación entre el expresidente del Gobierno con el dirigente libio era algo conocido; incluso cenaron juntos en Sevilla, en 2007, cuando Aznar ya había dejado La Moncloa. El presidente de la fundación FAES y presidente de honor del PP fue uno de los pocos líderes europeos que, en marzo de 2011, se opuso a la intervención militar en Libia contra Gadafi, argumentando que era «muy difícil entender una política que deja que los amigos caigan y que los enemigos permanezcan en el poder». Lo que no se sabía es que José María Aznar, al mismo tiempo que intercedía en público a favor de Gadafi, hacía negocios en privado con empresas españolas que querían conseguir contratos con el Gobierno libio.

El 8 de septiembre de 2010, unos meses antes de la guerra civil y posterior intervención militar internacional que acabó con Gadafi, José María Aznar firmó un contrato de intermediación con Befesa, una filial del grupo sevillano Abengoa dedicada a la construcción de desaladoras, depuradoras y otras obras públicas medioambientales.

Befesa estaba interesada en conseguir las adjudicaciones de cuatro grandes desaladoras que quería construir el Ministerio de Servicios Públicos de Libia: en Tobruk, Misurata, Sirte y Yarafa. En total, las cuatro desaladoras sumaban una inversión de 950 millones de euros, según los propios cálculos de Abengoa, que figuran en este documento para inversores (página 94). Para conseguir esas adjudicaciones, Befesa contrató a Aznar como intermediario.

Según el contrato, al que ha tenido acceso en exclusiva eldiario.es, José María Aznar es “una persona con reputada experiencia en el mercado internacional y en particular el libio”, que cuenta con “conocimiento de las instituciones públicas, así como de la legislación local reguladora de las ofertas, programas de promoción público privada y concursos públicos”.

La remuneración que Aznar firmó con Befesa es muy generosa: una «comisión de éxito» –como la define el contrato»– del 1%  «hasta que la cifra de adjudicación acumulada de proyectos dentro del programa llegue a 250 millones de euros». A partir de esta cifra –es decir, después de que Aznar se llevase los primeros 2,5 millones de euros–, la comisión se reduciría al 0,5%. En total, si Befesa hubiese conseguido los 950 millones de euros en adjudicaciones que esperaba en Libia, Aznar habría cobrado una comisión de seis millones de euros: alrededor del 0,6% de los 950 millones esperados.

Además de esa comisión, Aznar consiguió otro 0,25% adicional del precio convenido por Befesa con el Gobierno libio por administrar las desaladoras cuya gestión se incluya también en el contrato de construcción. Esta comisión se recibiría durante los cinco primeros años de mantenimiento de las instalaciones.

El contrato con Befesa incluía también un adelanto de 100.000 euros más IVA. José María Aznar facturó esa cantidad cinco días después de firmado el contrato, el 13 de septiembre de 2010. Eldiario.es ha tenido también acceso a esa factura, que tiene sello de entrada en la contabilidad de Befesa el 30 de octubre. En el documento, con la firma del propio Aznar, consta también su número de cuenta de Caja Madrid.

Factura de José María Aznar con Befesa
Factura de José María Aznar con Befesa

Por parte de Befesa, el contrato está firmado por Javier Molina Montes, presidente de Befesa. En el momento de la firma, la filial de Abengoa «tiene identificados» cuatro proyectos de desaladoras en Tobruk, Misurata, Sirte y Yarafa. El primero de ellos consiste únicamente en la construcción de las instalaciones, mientras que los otros tres incluyen la gestión de éstas. No obstante, la empresa especifica que «la colaboración se extiende a todos los proyectos de desalación que adjudique el Ministerio bajo el programa». En julio de 2010, según la información que daba Abengoa a sus inversores, Befesa ya tenía firmado un memorándum de entendimiento con el Gobierno de Gadafi por tres de las cuatro desaladoras.

En el acuerdo también se especifican las obligaciones del expresidente del Gobierno, «el prestador», según el contrato. Entre ellas, el «prestador» se compromete a «suministrar a Befesa toda la información necesaria tendente a que ésta pueda presentar oferta»; «asistir y prestar todo apoyo comercial necesario durante el curso de las negociaciones con clientes con el objetivo de obtener la adjudicación del contrato»; «realizar gestiones para dar a conocer los productos y soluciones» de la empresa, y «apoyarla en las demostraciones de productos, preparación y presentación de ofertas, visitas al territorio, etc.».

Además, la filial de Abengoa establece que «su actuación deberá regirse en todo momento por los principios de corrección, licitud y buena fe». Por ello, prohíbe «influir o inducir, directa o indirectamente, sobre cualquier acto, decisión u omisión» de funcionarios y autoridades locales, así como «realizar cualquier tipo de pagos a cuenta de aquellas personalidades mediante cuentas no registradas oficialmente».

Eldiario.es ha intentando ponerse en contacto con José María Aznar a través de la FAES para recabar su versión de los hechos. No ha habido respuesta.

Un portavoz de Abengoa ha confirmado a eldiario.es que Befesa contrató a Aznar «como asesor», pero que la guerra civil y posterior intervención militar en Libia frustraron las adjudicaciones. La ejecución de Gadafi el 20 de octubre de 2011 –un año después de la firma de este contrato– y el cambio de Gobierno dejaron a José María Aznar y a Abengoa sin un negocio millonario. En 2013, Abengoa vendió Befesa a un fondo de inversión.

El amigo «extravagante» de Aznar

José María Aznar no tardó mucho tiempo en convertirse en padrino de Gadafi en el intento del líder libio de recuperar sus relaciones con Occidente tras años de aislamiento. El régimen libio había sufrido los efectos de las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU a causa del atentado de Lockerbie en el que murieron 270 personas en 1988. Cuando Gadafi aceptó la responsabilidad y prometió indemnizar a los familiares de los supervivientes en 2003, las sanciones fueron levantadas, lo que dio vía libre a Aznar.

El entonces presidente del Gobierno fue el primer líder occidental que visitó Libia tras la decisión de la ONU. Lo hizo en septiembre de 2003, es decir, sólo un mes después de que el embajador libio en las Naciones Unidas admitiera oficialmente con una carta la responsabilidad de su país.

Para justificar tal premura, Moncloa destacó entonces que, después del 11S, Libia se había comprometido a colaborar en la lucha contra Al Qaeda. Los países europeos aún veían a Gadafi con prevención, incluso después de resolverse el asunto del atentado de Lockerbie, pero Aznar decidió en seguida que Libia era un campo abierto para los negocios entre ambos países y que Gadafi valoraría su actitud.

En su visita a Trípoli, Aznar aceptó jugar la carta propagandística que más le gustaba al líder libio: visitar las ruinas convertidas en museo de su antigua residencia, destruida por aviones norteamericanos en 1986 por orden de Reagan en represalia por un atentado cometido en Alemania.

Las relaciones entre España y Libia se intensificaron cuando meses después Gadafi aceptó clausurar su incipiente programa de armas de destrucción masiva. Libia dejaba de ser un Estado paria a ojos de Occidente. Tony Blair llegó a Libia en marzo de 2004, también con la vista puesta en hacer negocios con Libia. Gadafi visitó España en 2007, ya con Zapatero en el poder.

Está claro que Gadafi le estaba agradecido a Aznar y que eso abrió a este último posibilidades de intervenir como mediador en contratos millonarios. Tampoco Aznar dejó tirado a su amigo libio. En abril de 2011, se mostró en una conferencia en una universidad de Nueva York completamente en contra de la intervención militar de EEUU y Europa contra el régimen libio. Gadafi era «un amigo extravagante (de Occidente), pero un amigo», una vez que aceptó destruir sus armas químicas y ayudar a EEUU en la guerra contra Al Qaeda, dijo Aznar. Lo que no dijo es que esa guerra le iba a hacer perder mucho dinero.

“Donde no hay una experiencia social acumulada y compartida, están todos atomizados”

Jesús Rodriguez / Gregorio Verdugo | Guillermo Barbarov es un tipo que adora la tranquilidad. Este argentino, que lleva siete años en España y no duda al reconocer que vive aquí más tranquilo que en su país, envuelve con su hablar pausado y reflexivo, cadente como una melodía suave y enternecedora. Como si estuviera meciendo las palabras en vez de pronunciarlas.

Licenciado en Comunicación Audiovisual, se gana la vida sirviendo copas en un bar de la Alameda de Hércules y reparte el resto de su tiempo entre la producción audiovisual y el departir con los amigos. Guillermo difumina su mirada en el vacío cuando le preguntan por algo, como si sólo en la contemplación pausada de la nada se encontrase la respuesta adecuada. Además, tiene la fea costumbre de reflexionar antes de ofrecer una respuesta definitiva.

El día que quedamos para hacer la entrevista del reportaje “Miradas argentinas sobre la crisis española”, publicado en sevilla report, lo hicimos por la tarde, desafiando el impresionante calor de la siesta sevillana en el Habanilla, el mítico local de la Alameda. Allí, bajo las aspas agonizantes de un ventilador asmático, Guillermo fue desgranando una a una las respuestas sobre cuál había sido su experiencia durante la crisis del corralito en su tierra y cómo está viviendo la que actualmente padecemos en este país. La reproducimos aquí completa porque creemos que merece la perna.

¿Cómo describiría la crisis que padece España actualmente?

Vaya pregunta. Yo no tengo herramientas para describir una crisis. Sí para decir cómo la sufro, entonces la describo como una situación lamentable provocada por ineficiencia o tal vez voluntad y como toda crisis durísima y apenado, supongo.

¿Se parece a la que sufrió tu país en 2001?

Entre las dos crisis creo que sí se pueden establecer paralelismos desde el punto de vista de que las dos, a mi entender, son el resultado del agotamiento de un modelo económico, de un modelo de acumulación, que son bien diferentes pero que los dos en este punto han llegado a su culminación. Como ha sucedido históricamente, toda crisis es en definitiva el agotamiento de un modelo de acumulación. En qué se parecen; Argentina tuvo un proceso bastante parecido, a mi entender, al español en el sentido de que Argentina utilizó durante diez años una moneda muy devaluada con la que fue la culminación de un proceso de neoliberalismo en el que uno de los objetivos era someter la economía argentina a las imposiciones del crecimiento para hacer buenos negocios para el capital internacional. El paralelismo que veo con España es que después de pasar de la peseta al euro, España al perder su control de cambios y utilizar una moneda que está un poco por encima de la capacidad de producción del país, era un modelo que a largo plazo podía no funcionar y está visto que no funcionó tampoco. Por eso digo que si hay un paralelismo es que se aplicaron recetas similares con resultados similares.

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La crisis española vista con ojos argentinos

A medida que la crisis que nos sacude la vida se ha ido apuntando asaltos, la incertidumbre se incrementa con cada noticia de un nuevo recorte que nos retrotrae aún más a un tiempo remoto del que preferiríamos no volver a acordarnos.

Los sucesivos mensajes con los que nos han ido bombardeando desde los atriles del poder, más que tranquilizarnos, han conseguido sumirnos cada vez más en un espasmo de desesperanza y pesadumbre que conduce inevitablemente al desánimo y al abandono de toda ilusión. Esta crisis letal no sólo nos está degradando la calidad de vida. También está dilapidando o defenestrando sin remedio nuestro derecho natural a la esperanza.

En sevilla report nos preocupa sobremanera la forma en que está viviendo en su día a día la gente de a pie esta batería de bofetones alevosos con que nos regalan tras la conclusión del Consejo de Ministros de cada fin de semana y qué podíamos hacer como periodistas que tuviera alguna utilidad, al margen de la puramente informativa, para alguien a la hora de afrontar estos difíciles momentos.

Fue entonces cuando se nos ocurrió la idea de que quizá el narrar las experiencias vividas de otras personas en situaciones más o menos similares pudiera ser una terapia positiva que ayudase a comprender mejor, y por tanto a afrontar con más garantías, lo que está sucediendo.

Así, nos dedicamos a buscar argentinos que hubiesen vivido en sus propias carnes el corralito de su país en 2001 y ahora residen en Sevilla, para que nos contaran sus experiencias y cómo están afrontando esta nueva crisis en un país de acogida. El resultado es ‘Miradas argentinas sobre la crisis española‘, un trabajo realizado por Gregorio Verdugo, Juanjo Cerero, Gabriel Mancera y servidor, y que abre la nueva temporada de publicaciones tras el parón estival. Esperamos que sea de vuestro agrado.

El «pásalo» en la era de Internet: la creación de un pingüino

Que quien posee la información posee el poder es por todos conocido. Por eso cabe prestar atención a la descentralización que Internet está provocando en numerosas esferas de la realidad analógica que, hasta hoy, conocemos (o conocíamos). Entre ellas, fuertemente afectada, se encuentran la de la información y, por ende, también la del poder.

La descentralización de la Red afecta de forma importante a las audiencias, las opiniones y las vías a través de las cuales se transmite la información. De hecho, está alcanzando un nivel en el que es imposible no sólo controlar sino predecir los movimientos de las personas (audiencias o votantes) que se mueven en todos los espacios internéticos, desde los blogs a las redes sociales, pasando por las webs corporativas y, cómo no, los medios de comunicación.

Pero esta descentralización —que no es más que una traslación al plano virtual de la atomización que, al menos en España, vive la sociedad actual— puede contrarrestarse con un acción bien organizada para promover, potenciar y canalizar cierta corriente de opinión, tal como sostiene Antonio Núñez con su estrategia del pingüino.

A todo esto recuerda la reciente resurrección de una noticia publicada por EL PAÍS el 21 de junio de 2005, en la que se informa sobre la afirmación de que la homosexualidad es una enfermedad, realizada por un experto invitado por el PP a comparecer en el Senado. La noticia corrió por las redes sociales (especialmente por Facebook, aunque también Twitter, Tuenti y mensajes de correo electrónico) y llegó a la portada de la web del diario, dentro de lo más leído.

El PP, que había ganado las elecciones generales días antes y que aparece aludido directamente en el titular, transmitió una queja lógica al diario. No obstante, gracias a esta explicación mecánica del fenómeno que da Andrés Segovia, analista web de EL PAÍS, queda claro que el diario no ha manipulado nada, sino que la aparición de esta noticia en la portada ha sido una reacción natural dentro de un proceso mecánico, el de las visitas recibidas, provocada por una avalancha de reproducción de enlaces en las redes sociales y en otras webs.

No obstante, dentro del artículo de la Defensora del Lector de EL PAÍS aparecen las impresiones de dos miembros del mismo periódico —Gumersindo Lafuente, responsable de desarrollo digital de la web, y Tom C. Avendaño, redactor— sobre el fenómeno de que una noticia tan antigua pueda llegar a ser lo más leído. Otras consideraciones aparte, tanto Avendaño y Lafuente como la propia Defensora llegan a la conclusión de que la noticia se ha propagado con tanta rapidez y efectividad debido a que la gente, en primer lugar, se ha quedado en el titular y han tomado la información como actual, ya que no sólo no se han sumergido en el cuerpo de texto sino que ni siquiera han comprobado la fecha. Esta propagación sin filtros se ha visto favorecida por dos elementos: la relación de confianza que se establece en las redes, algo que ya vimos con Antonio Núñez y que nos recuerda Gumersindo Lafuente, y la importancia de la urgencia y la actualidad en la asimilación de la información en esta era, como señala Tom C. Avendaño.

Sin embargo, como consecuencia de todo esto, Lafuente habla de este fenómeno como «una manifestación de la fuerza de las redes sociales», al tiempo que afirma lo siguiente:

«Las audiencias están tomando un papel cada vez más activo y no solo actúan como fuente, sino que ayudan a construir el relato informativo. La gente se posiciona respecto de diferentes problemas y lo hace recomendando o retuiteando. Es su forma de exigir el poder que tiene como audiencia.»

Efectivamente, gracias a las redes sociales y la relevancia que está teniendo Internet en el discurso y en el debate políticos, las audiencias han adquirido la potestad de intervenir en el discurso mediático —siempre dentro de los límites que imponen, en primer lugar, la agenda-setting impuesta por los grandes medios y, además, la influencia particular de cada medio— a través de la influencia que supone la reproducción de ciertos mensajes en las redes sociales y en otros lugares de la Red.

Pero Lafuente, al menos en estas declaraciones para el artículo de la Defensora, no tiene en cuenta, precisamente, la falta de filtros o de crítica de la que adolecen las audiencias, y que las llevan a difundir mensajes o informaciones sin siquiera cuestionar en qué fechas se produjeron, cuanto menos sobre qué tratan esas informaciones o qué suponen esos mensajes.

Pensar que unas audiencias que ni siquiera van más allá del titular van a rescatar por sí mismas una noticia de 2005 para distribuirla por toda la Red y darle de nuevo un carácter de actualidad es, cuanto menos, ingenuo. Y aunque así fuera, ¿cuál es el motivo que mueve a cientos de miles de personas a difundir hoy esta noticia de 2005? El motivo está claro: vincular al PP con estas declaraciones y desgastarlo desde el primer día. Entonces deberíamos preguntarnos qué une a todas estas personas en ese afán de difundir esta información de forma ciega y casi obediente. O más bien quién las une.

Las noticias convertidas en propaganda política, en arma arrojadiza dirigida contra el adversario, y la promoción de mensajes propagandísticos en Internet no constituyen algo nuevo. En las campañas electorales de este 2011, e incluso en los meses previos, ya hemos visto cómo los simpatizantes y afines a diversos partidos, cuando no afiliados o responsables de comunicación de éstos, han creado, promovido y difundido hashtags en Twitter como medio de propaganda a través del eslogan, siempre aprovechando la fuerza de la masa de audiencias/votantes, que colaboran al dejarse llevar por este tipo de mensajes.

Estamos ante una nueva forma de activismo político enfocado a la propaganda. Alguien difunde una noticia antigua con el ánimo de que un titular bochornoso cale entre una opinión pública que ni siquiera mira la fecha de la noticia, cuanto menos el cuerpo de texto. Los activistas del partido (o afines a él) la difunden entre círculos de confianza —que son la base del funcionamiento de ciertas redes, como Facebook—, y éstos a su vez las vuelven a difundir en los suyas, y así sucesivamente. En menos de 24 horas ya tenemos nuestro pingüino.

Se trata de buscarle las triquiñuelas al sistema sin llegar a caer en la ilegalidad o, en este caso, sin que la imagen de cierto partido o actor político se vea perjudicada a través de su asociación directa con este tipo de acciones. Al final, ciertos partidos y actores ganan al desgastar al adversario, como también gana EL PAÍS —en visitas, pues más allá de eso no tiene responsabilidad en este fenómeno—, mientras que el PP sale perjudicado. Y sin embargo, igual que en otros casos como el de los SMS del «pásalo» en los días posteriores al 11M, y aunque todos sabemos que alguien tiró la primera ficha, nadie sabe quién inició este efecto dominó.

Mucho ruido y pocas nueces: la comunicación política en la campaña electoral del 20-N

Internet se ha convertido en el nuevo escenario en el que los partidos políticos tradicionales están transmitiendo sus mensajes, aunque con más error que acierto. Algo que se traduce en un retumbante ruido y en las ideas ciudadanas que, a pesar de éste, surgen y devienen en alternativas políticas y un sano debate que fortalece la sociedad y la democracia.

Es noviembre de 2011. El día 11, para ser más exacto y simbólico. Un tiempo con una nueva rutina, en el caso de que uno sea periodista. Ya no hay que dar un paseo hasta el quiosco y dejarse los cuartos en periódicos y revistas, ni ojearlos y mancharse las manos de tinta entre el olor a café y tostadas.

Hoy todo es desayunar delante de la pantalla y revisar las portadas de las webs de los diarios —y también la de las ediciones de papel, pero en kiosko.net. Y luego las redes sociales: algo de Twitter, un par de listas —de periodistas y políticos que sueltan eslóganes en forma de hashtags— y, por último, un poco de Facebook, no tanto por oficio, más bien por distracción.

En los titulares aparece una foto que alguien ha hecho con el móvil y ha colgado de inmediato. Hay una bolsita de un color azul llamativo, con el eslogan y el logotipo del Partido Popular. Dentro del paquetito, un surtido de frutos secos. Encabeza la publicación una crítica a este método de propaganda junto a una declaración en defensa del género humano como especie distinta de los monos. Bajo la foto, 16 comentarios de críticas, no sólo al PP, sino a todos los partidos.

Más allá de la crítica a las formas y a lo que se deriva de ellas —“lo criticable es que hagan esto con nuestro dinero y no con las aportaciones de sus afiliados”, decía un comentarista—, lo que más está dejando en evidencia esta campaña electoral es la mediocridad del discurso de los partidos tradicionales, inmersos, más a modo de remolino que de chapuzón con salto del ángel, en la vorágine de las redes sociales en las que su mensaje mitinero y unidireccional queda encallado ante las playas de conversación de usuarios de la Red.

Internet es conversación, y ahora más que nunca. Es una fuente inagotable de información y de canalización de la opinión pública libre y sin barreras. Es la utopía, hecha casi realidad, de la democratización de la expresión de la voz de todos y cada una de las personas. Es un altavoz gigantesco, libre, gratuito, cómodo y —aún no del todo, pero sí potencialmente— universal. Las redes sociales, y antes que éstas los blogs, han contribuido a que la gente de a pie, las masas que hace un siglo eran receptoras pasivas de los mensajes de los media, sean ahora quienes producen un torrente de información, con la paradoja de que esos pocos medios elitistas son quienes se interesan por lo que los usuarios dicen o pueden decir.

Pero, aludiendo al tópico —que siempre tiene algo de cierto—, hay cosas que nunca cambian. Cuesta que los partidos tradicionales alteren sus rutinas, tanto como que desaparezca ese ruido inherente al canal, que ya anticipó Shannon en 1948. Ese preciso carácter abierto que produce el milagro de elevar la red a medio universal la condena a un ruido en el mensaje, en la misma escala exponencial. Hablar de ruido en la Red nos puede traer a la cabeza la natural masificación del canal. Pero ruido en Internet es también el uso que los partidos, voluntaria o involuntariamente, hacen de esta herramienta.

Ustedes lo han visto, como han visto los debates televisivos entre los dos principales candidatos, Rajoy y Rubalcaba, primero, y cinco representantes de los cinco partidos con más representación en el Congreso —PSOE, PP, CiU, PNV e IU—, dos días más tarde. En esas dos citas, especialmente en la primera, Twitter era un hervidero de mensajes sobre el debate, canalizado a través de hashtags diversos que hacían referencia al mismo debate (#debate, #eldebate, etc.), al tiempo que surgían otros de origen y significado ambiguos, como fueron los de #rajoygana o #rubalcabaconvence, que llegaron a ser trending topics y fueron utilizados por el PP y el PSOE, respectivamente, como muestra de que sus candidatos tenían el apoyo de los electores en las redes sociales.

Nada más lejos de la realidad: el ridículo de los equipos de comunicación de los dos partidos fue mayúsculo. Esta interpretación de las etiquetas evidenció que los partidos en absoluto tienen idea de cómo funciona Twitter, de cómo se genera un tag, de cómo llega a ser trending topic y de lo que ello supone. Y, sobre todo, de que detrás de #rajoygana o #rubalcabaconvence puede haber tantas personas mofándose de los candidatos como tuiteros mofándose de los equipos de comunicación del PP y el PSOE a causa del uso triunfalista de estos TT.

Dice mi padre que “detrás de toda mentira siempre hay un poco de verdad”. Y como la mentira es una de las principales armas de la comunicación política, no podemos engañarnos —sería paradójico y cínico— al analizar estos mensajes en las redes sociales. Por eso estamos obligados a tener en cuenta que, tras cada uno de los hashtags con propaganda de uno y otro partido que resuenan en Twitter hay miles de militantes, simpatizantes y fanboys reproduciendo el mismo mensaje con la única intención de que llegue a trending topic y sea lo más visible posible.

Internet es ruido, y lo es más en medio de una campaña política. Es ruido porque los partidos políticos no se han adaptado al canal como debieran, y siguen haciendo una campaña basada en dar voces como en un mitin. Sólo que ahora no están en un estadio sino en una cueva gigante, de proporciones inabarcables, donde cualquier voz es susceptible de multiplicarse en un eco que rebote por todos los rincones, o bien ahogarse sin remedio en una sima a kilómetros bajo tierra y no ser oído jamás. Y es ruido porque la cueva está llena de millones de usuario que retroalimentan este diálogo de trogloditas con el mismo código de grito y, a veces, insulto e infamia. Gente que recibe los mensajes pero no los decodifica en ideas.

Internet es ruido por eso mismo: porque el ruido llama al ruido, y a pesar de éste y de su omnipresencia, la Red es un espacio de ideas y, sobre todo, conversación. Y eso es precisamente lo que los partidos tradicionales no están aportando, no sólo a la campaña, tampoco a la sociedad, que es más importante. No es que los partidos no se hayan adaptado al nuevo canal, que es evidente, sino que están dejando claro que no podían haberse adaptado, porque su mensaje es un montón de fuegos de artificio tras los que no queda más que humo.

Y en Internet todo eso está más que visto. Aquí se discute y se debate, que es lo que quieren los ciudadanos con resaca de escuchar una y otra vez discursos que les llegan por otros siete canales distintos, amén de las bolsas de frutos secos variados. Los tuiteros se organizan para convocar a los candidatos a fin de debatir con ellos, siempre que quieran. Y algunos quieren. Pero los del PP y el PSOE no, pues no es ése el guión del que les han hablado, y no quieren conversar. Lo suyo es el mitin. No piense, aplauda.

Pero Internet no es un mitin: es un ágora en el que las ideas se elevan por encima del mundanal ruido de la inmensa polis global que es la Red. Y en esa polis hay pillaje en forma de comunicación viral, hay pícaros en forma de sátira y humor —negro y blanco— y hay pregones y boca a boca para quien no tiene voz en la Ecclesía. Es lo que ha hecho Equo con su vídeo de campaña: difundirlo a través de Internet, con la ayuda de blogueros y usuarios de redes sociales simpatizantes y voluntarios, ante la imposibilidad de emitirlo en una RTVE controlada por el establishment político del Cretácico Anterior.

Internet es pensamiento colectivo, y es normal que los partidos estén cada vez más perdidos en el mundo virtual, porque los ciudadanos están viendo que su campaña no es más que eslóganes vacíos, imágenes cargadas de marketing y propaganda barata. No hay contenido, ideas o debate, y tampoco ganas de que exista algo de esto. Y de ahí viene no sólo el hastío, también las nuevas formas políticas, como el citado Equo, con un programa hecho de forma abierta exclusivamente en la Red, o los movimientos ciudadanos que han confluido en el 15M o han nacido al albor de éste.

Internet es ideas y también barullo, siempre. Y sí, es verdad que en estos días el griterío es mayor, pero sólo por la campaña. No teman, que es pasajero. Es todo un efecto de los partidos tradicionales lanzados a la búsqueda desesperada del voto, de la única forma que saben y, vista su falta de planteamientos, pueden hacerlo: con mucho ruido y —salvando las de las bolsitas del PP— pocas nueces.

Lo que es España

Los países extranjeros acosan a España por el altísimo déficit nacional. La noticia se está comentando únicamente en el plano económico, como es lógico, aunque mentiría si niego que este bullying de mercado de valores me recuerda más a una regañina de patio de colegio, entre compañeros de clase, acaso con las burlas y el señalar con el dedo típicos de los colegiales.

Los países extranjeros increpan a España, le apuntan con el dedo y se ríen. Le reprochan todo lo que ha hecho, la mayoría de ello malo, y se burlan de ella. La llaman impostora, farsante. Le ponen enfrente el peor de los espejos, el de la verdad dicha por boca ajena. Ahí están los vecinos que ven y dicen todas esas cosas que España misma no quiere (parece que ni siquiera puede) ver ni decirse a sí misma. De la calle vendrán y te meterán las cabras en el corral.

España es un país de mierda, y siempre lo ha sido. Que estemos en el siglo XXI y llevemos 25 años en la Unión Europea no quiere decir que hayamos dejado -o vayamos a dejar- de serlo. España ha sido siempre un país de zánganos y listos, de vividores y farsantes. Un país barroco, de pura fachada. Un país donde antes robaban los castellanos con el conque de los gitanos y ahora se sustituyen a los calós por rumanos -ya ni los refranes se respetan-.

Ya no nos acordamos de los años de la posguerra, de los trenes del exilio y la emigración, de Alemania, Suiza, Holanda. Hoy vemos una foto de los negritos de África jugando con una pelota hecha con un ovillo de harapos y decimos que qué lástima, pero ya no recordamos que hace no tanto rodaban estas pelotas por las calles de pueblos españoles que hoy están embellecidas por obras de -y gracias a- los fondos FEDER y con casas construidas con ese pan y agua eterno y esencial, casi divino, del PER.

Ya hemos olvidado todo esto que malvivimos hace apenas cuatro décadas mal contadas. Vaya por Dios -¡válgame San Vacío, una expresión religiosa!-, en España, patria madre de la memoria histórica cacareada a bombo y platillo. Memoria para según qué cosas, interesada como los españoles, a los que sólo les interesa lo que les interesa. Ya se sabe: de lo que me gusta me harto.

Así somos y así es España, un país de pobres hartos de pan. Unos tiesos, que decimos en el Sur. Nos hemos arrimado a los ricos y hemos visto que nos invitaban a sus banquetes, a su fiesta de democracia bien entendida. Nosotros, que siempre hemos tenido apenas para salir del paso diario, vimos el dinero europeo y nos volvimos locos. Renegamos de nuestra condición y entonces empezamos a derrochar, a poner bonita la casa, a mirar por encima al resto del mundo y a querer codearnos con los vecinos de la jet-set que luego reían nuestra ridícula pose de creernos lo que nunca hemos sido ni seremos.

Y ya se sabe que las vacas gordan al final siempre flaquean o mueren. Y hénos aquí, tiesos como siempre, pero con la desdicha del eterno pobre que de repente, sin saber cómo, fue rico y luego fue pobre, que ya se sabe que el primer paso es muy fácil pero el segundo es de morirse de asco. El tiempo nos ha puesto en nuestro sitio, y ahora, en vez de aceptar de una vez nuestro sino, todo es llorar y querer llevar de nuevo el tren de vida que no nos corresponde.

Pero ahora no están nuestros vecinos para seguir invitándonos al banquete. Nosotros somos como esos nuevos ricos que llegan al barrio como unos intrusos. Nos admitieron en un club cuyas reglas nos venían grandes y ahora que lo hemos puesto en peligro nos hemos dado cuenta -o quizá no- de que en este vecindario europeo no hay don Quijotes que nos ayuden a desfacer nuestro entuerto.

Sólo hay vecinos que ahora ya no son vecinos, sino extranjeros, que señalan con el dedo nuestra culpa y nuestras vergüenzas, nuestro afán por ser lo que nunca hemos sido, nuestro fracaso, nuestra miseria, mientras nos preguntan con cara de inquisición aquello que piensan todos y cada uno de los españoles: y ahora, ¿qué?

2010

[Youtube=http://www.youtube.com/watch?v=k3vx0I2tm64]

Hoy es lunes, pero un lunes sin prisa. Sevilla ha amanecido con parsimonia, entre el canto de los vencejos que bien parecían imitar las bocinas de la noche anterior. Hasta la calor ha dormido más de la cuenta y ha concedido a los sevillanos una pequeña tregua matutina en este lunes de fiesta improvisada.

Hoy Sevilla no parece Sevilla. El bullicio de la madrugada ha dejado una ciudad lenta, serena, como de costumbre, pero sin bullicio, con una brisa fresca y un sol de brillo extraño, acaso más dorado que otros días.

En el Duque, Velázquez y algunos jubilados disfrutan la mañana brillante de triunfo. Algunos callejean sin rumbo y sin apremio, y en la estación de metro surge un hilo continuo de personas que caminan sin pausas hacia el tajo.

Los valientes que velan sin descanso la ciudad, que aguardan con paciencia otra noche de jolgorio -de tantas como habrá- tras la victoria que mece en dulces sueños a Sevilla, bañada en rojo y gualda, en gloria y alegría.

[Artículo original publicado en El Correo de Andalucía]

Roquefordcast vol. 3

En el tercer capítulo de Roquefordcast hablamos de…

  • … la Coalición de Creadores y su cruzada anti-p2p.
  • … la campaña ‘Ponle freno’ del Grupo Antena 3.
  • … las elecciones en Estados Unidos y la obsesión por la seguridad en este país.
  • … el amarillismo en los medios y la psicosis que provoca en la población.
  • … la censura en las empresas de comunicación.
  • … y alguna que otra sorpresa más.

Y además, esta semana, ampliamos el tiempo a 30 minutos, sin ningún motivo en especial, simplemente porque me puse a hablar como un desesperado y cuando me di cuenta ya me había pasado. Ahora me ausentaré hasta mediados de septiembre, debido a que tengo por delante algunos asuntos importantes.

Enjoy and comment!!

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