Cuando uno no quiere, dos no se pelean

sevilla report | Es la mejor frase para resumir lo ocurrido en el congreso del PSOE de Sevilla durante la pugna de Susana Díaz y Antonio Gutiérrez Limones, los dos aspirantes a la secretaría general de los socialistas sevillanos.

Ante un plenario conformado por 409 delegados y un nutrido grupo de invitados, y ante una mesa del congreso presidida por el portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Espadas, ambos dirigentes se subieron al atril de manera muy distinta, al menos en relación a cómo habían sido los discursos de cada uno en los actos de presentación de sus respectivas candidaturas.

La primera en intervenir fue una Susana Díaz pletórica, con un discurso bastante bien estructurado y al que supo dotar de la dosis de emotividad necesaria para que el plenario la interrumpiera con aplausos en varias ocasiones. “Sentir Sevilla”, el lema de su candidatura, afloró cada dos por tres a lo largo de una intervención que despegó con un “hoy vamos a ganar todos los socialistas de Sevilla, porque hoy va a ser un congreso de la militancia”.

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Susana Díaz, al asalto de la secretaría general provincial del PSOE en Sevilla

sevilla report | Cuando José Antonio Griñán acudió como secretario general del PSOE-A al 38 Congreso Federal que se celebró el pasado febrero en Sevilla, guardaba dos órdagos bajo el brazo: uno, el de apoyar a Carmen Chacón en su carrera hacia la secretaría general del PSOE, que perdió; y otro, el de agotar toda la legislatura y no convocar las elecciones andaluzas junto a las generales, que le salió bien.

Durante aquella travesía, que muchos dirigentes socialistas consideraron demasiado arriesgada y que iba a suponer la defunción política del veterano dirigente socialista, le acompañó, siempre como fiel escudera, la hasta ayer Secretaria de Organización de los socialistas andaluces y actual consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.

Hasta ayer precisamente porque fue entonces, ante alrededor de doscientas personas que abarrotaban la sede provincial del partido, en la calle Luis Montoto, en una tarde de calor sofocante, cuando Susana Díaz hizo oficial su candidatura a la secretaría general de ese corral de gallos que ha sido siempre el PSOE sevillano.

Con el presidente del partido y de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, haciendo de anfitrión y con una amplia representación del equipo de Griñán a su lado para mostrar músculo, Susana Díaz desbrozó un discurso casi sin florituras retóricas y que recordó en ocasiones al que Carmen Chacón pronunció en aquel congreso que perdió por un escaso margen de votos, aunque eso sí, sin levantar tanto la voz.

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Izquierda Unida, objeto de deseo

Jesús Rodríguez / Gregorio Verdugo. El cansancio, las ojeras y la resaca -en según qué caso- que siguen a las noches electorales, sobre todo si son de sorpresa, como la de anoche, tienen el lado bueno del sosiego informativo tras una tarde-noche de sondeos con la misma puntería que una escopetilla de caña, como dejó en evidencia el resultado. La mayor parte pronosticaban lo mismo que habían venido haciendo las encuestas desde hacía ya tiempo: una holgada mayoría absoluta para el Partido Popular.

Sin embargo, al filo de la una de la tarde, una fuente nos envió un mensaje con el resultado de una israelita (encuesta a pie de urna) realizada a las doce, y que contradecía a todos los sondeos, ya que vaticinaba un vuelco respecto de los pronósticos previos. Así lo publicamos en twitter a las 13.27, con el consiguiente revuelo.

Tras la resaca de la intensa jornada electoral, Andalucía se ha despertado hoy con más cara de lunes de lo habitual, ojerosa y triste. Algo parecido a como lo habrá hecho Javier Arenas -y muchos de los que tenían esperanza puesta en su victoria- en esta mañana de entender que el mundo y la vida siguen ese curso que nos fuerza a aceptar las cosas tal y como vienen.

La jugada de Arenas, una vez más, ha sido torpe. Ha cometido el error de bulto que ni el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ni el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cometieron: creerse que esto estaba hecho. Estos dos arrasaron. Arenas se ha quedado a las puertas. A la mala imagen que dio al negarse a dar la cara ante los andaluces -y despreciar la oportunidad para dar el golpe de gracia a un moribundo Griñán- en el debate en Canal Sur, hay que sumar el flaco favor que Rajoy le ha hecho con su agresiva política de recortes.

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La hora de los perros viejos

Hoy, domingo, 25 de marzo de 2012, es el día del cambio de hora, y también, dicen, es el día en el que llega la hora del cambio. Los partidos llevan vendiéndonos la misma burra desde aquella campaña de 1982 que llevó a La Moncloa a Felipe González. Desde entonces, el cambio ha pegado más de un bandazo, desde la izquierda a la derecha, hasta acabar siendo otra muletilla prostituida por el marketing político, porque lo cierto es que cambio ha habido poco. Y menos en Andalucía.

Después de 30 años de gobierno del PSOE, exceptuando aquellos dos de la coalición entre el PP e Izquierda Unida -la «pinza», que es un muy curioso concepto acuñado por los socialistas para denominar cualquier pacto o gobierno en el que ellos no pinten lo más mínimo-, bien se puede decir que Andalucía no es la misma que la que dejó el franquismo, pero se le parece. Cuanto menos, sigue siendo, como entonces, la región más atrasada de España, y acaso de Europa.

Podría decirse que comparar la Andalucía de 1982 con la de hoy es una tontería, que 30 años son muchos como para no haber cambiado lo más mínimo. Es cierto, como cierto es que algo hemos mejorado. Faltaría más, tiempo hemos tenido. Pero si de tener tiempo se trata, con tres décadas ha contado el PSOE para hacer que Andalucía deje de ser el culo de Europa, y lo único que ha demostrado es su incapacidad para lograrlo.

Sí, 30 años son muchos. Demasiados. Tantos que una generación entera, la de los 80 en adelante -a la que pertenece un servidor, no ha conocido otro gobierno que el del PSOE, y muchos ni siquiera hemos visto con nuestros ojos otro presidente de la Junta que Manuel Chaves, aparte de José Antonio Griñán en estos últimos años.

Para estar los socialistas en tan férrea oposición al franquismo y todo lo que representa, y para estar siempre erigiéndose en liberadores del pueblo andaluz frente a esa derechona rancia a la que invocan permanentemente a fin de meter el miedo, bien paradójico es que lleven casi tanto tiempo en el poder como lo estuvo el dictador, tramas de corrupción incluidas, como en los mejores regímenes autoritarios.

Pero no se preocupen, que hoy, dicen, llega el cambio. El de Javier Arenas, ese antihéroe de la política andaluza al que, como el gobierno socialista, los que nacimos de los 80 en adelante recordamos batallando sin éxito como un Quijano incansable contra el molino del PSOE, en una derrota perpetua, tres de tres (1994, 1996 y 2008) y un medio gobierno (1994-1996) que no llego a ser del todo, pero que ahora, a la cuarta, parece que se culminará por fin.

Quizá éste sea el único cambio que acompañará a Arenas, pues quienes lo hemos visto a lo largo de todos estos años ya nos lo tenemos bastante bien conocido, aunque sólo sea de verlo en esa segunda fila de la oposición, y no poniendo en marcha políticas desde el gobierno autonómico.

Más allá, como orquesta en esta pelea de gallos -o de viejos perros que se conocen desde hace bastante-, está la Izquierda Unida de Diego Valderas, otro muchachito que lleva en el Parlamento de Andalucía desde el año 1986, y que fue pareja de baile de Arenas en aquel efímero gobierno de entre el 94 y el 96.

Junto a fieles escuderos como Juan Manuel Sánchez Gordillo, otro recién llegado a esto de la política (alcalde de Marinaleda, Sevilla, desde 1979), Valderas es un vivo reflejo de ese cambio que a partir de hoy veremos por doquier, aunque en caso de que Arenas no gane con mayoría absoluta tendrá que decidir con qué pierde más: si absteniéndose en la votación de investidura o si apoyando la perpetuación, cuatro años más, del gobierno del PSOE.

Al otro lado del campo de batalla, deseosos de entablar combate, tres nuevos -qué digo nuevos, como si los otros fueran viejos- contendientes. En primer lugar, UPyD, que porta el estandarte de la incoherencia, al presentarse a las elecciones de una de esas comunidades autónomas que la líder nacional de su partido, Rosa Díez, calificó no hace mucho como «chiringuitos».

En dura pugna con el partido magenta está el ave fénix -quién sabe hasta cuando- de la política del Sur, el Partido Andalucista, ese partido guerrero -como se le conoce por estos lares a causa de sus continuas luchas intestinas- hoy comandado por la integradora Pilar González, repleto de nuevos milicianos -como Fernando Álvarez-Ossorio o Pilar Távora- de una desbordante ilusión con la que ya veremos si finalmente consiguen recuperar el apoyo perdido fuera y dentro del partido.

Y en alguna esquina de la más moderna y olvidada izquierda se encuentra Equo, el partido verde que, de tan verde, aún ni se le espera en la bancada de los diputados andaluces. La esperanza de este verde partido es la de mucha gente que confía en que introduzcan, como ellos pretenden, frescor en la política a todos los niveles, ahora también autonómico.

Pero estos tres contendientes, aseguran todas las encuestas, son harina de otro costal que no se abrirá por el momento. Mientras tanto, Andalucía se debate entre la encrucijada de desalojar a quienes llevan tres décadas apoltronados en el poder y sustituirlos por alguien que lleva casi tantos años intentando hacer lo propio, en un quiero y no puedo patético. Entre el cambio por algo que es lo mismo de todo este tiempo atrás, y el camino seguro, por el que seguro que iremos a ver repetido lo mismo que durante estos 30 años hemos visto y vivido, que es peor.

La única seguridad en el camino de los andaluces es que hoy hay un cambio, uno de mentalidad, el de tener la certeza de que esa esperanza que pedía la blanca y verde no llega tras siglos de guerra que hoy, con el trono de San Telmo como objetivo, continúan. Una guerra en la que, como en todas las que ha vivido esta tierra, gane quien gane, serán los andaluces los que pierdan.

El discurso que mató al aire nuevo del PSOE

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez. “Carmen, gracias por tu discurso”. Esta frase de Rubalcaba tras ser proclamado vencedor ha sido la estrella del 38 Congreso del PSOE. La frase que lo resume todo y que condensa en sus cinco palabras lo ocurrido en una noche que se presume ha sido larga y ajetreada. También rezuma la fina ironía de Rubalcaba.

El discurso de Chacón, y no precisamente sólo el pronunciado esta mañana en el plenario, es el que ha dado el último empujón a la candidatura de Rubalcaba. Ha sido el discurso de la catalana la palanca que ha liberado el resorte que ha propiciado la victoria del cántabro y su ascensión a la Secretaría General del PSOE. Porque, aunque cueste creerlo, hay discursos que matan. O que suicidan, en este caso

Chacón representa a la reencarnación del zapaterismo y Rubalcaba la experiencia que dota de la tranquilidad necesaria para una travesía que se supone va a ser larga y dura. La catalana se zambulló esta mañana en un discurso más mitinero que de partido, casi sindicalista por momentos, y más dedicado al PP que a sus propios compañeros militantes. Un discurso guerrero, gritón y salido de tono, frente a la moderación y la mesura que en todo momento externalizó Rubalcaba, frente a su apuesta por las cuatro letras que conforman el PSOE, especialmente la P de Partido.

Campo abierto para Patxi López

Numerosos delegados de ambas candidaturas coinciden en una cosa: éste es un Congreso que tiene el objetivo primordial de afianzar la unidad interna de un partido fragmentado en diversa facciones que, desde hace tiempo y casi a diario, se la pasan tirándose cuchillos.

De ahí que Rubalcaba, en su discurso, haya insistido tanto en la necesidad de “unidad, unidad y más unidad”. Y quizá por eso, como dijo Carlos Alsina en su Twitter, Chacón no ha conseguido la victoria: por su afán en negarse a gestionar una travesía en el desierto, cuando todos tienen claro que es a lo que se enfrentan.

Por delante, el nuevo secretario general tiene un gran trabajo de unificación de las muchas posturas, muy distanciadas en según qué casos. Pero a la tarea de reparar las fugas y de sacar a flote el barco del PSOE le sigue una no menos importante: la de preparar a una nueva generación de líderes que afronte la próxima cita electoral de 2015.

En este aspecto, la previsión de los delegados también es unánime: Rubalcaba, un hombre más de partido y con más experiencia que Chacón, se encargará de mantener el PSOE fuerte y cohesionado hasta un próximo Congreso que se celebrará en 2014, dentro de dos años, y que servirá para encumbrar a Patxi López como candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del año siguiente.

Esta estrategia, además de renovar y poner en escena a pesos pesados del partido que cuentan con buena imagen y respaldo de los militantes y del electorado, supone una apuesta por una nueva generación de militantes y cargos orgánicos -e institucionales- que conectan con la ciudadanía a través de Internet y las redes sociales -como el propio López- o que constituyen grandes promesas dentro del partido, caso de Edu Madina, otro de los nombres que más ha sonado a lo largo de hoy en los pasillos, y que también ha optado por Rubalcaba.

El desierto del frente andaluz

Como en toda guerra, hay frentes en los que el combate se muestra más cruento y encarnizado. En la contienda por la Secretaría General del PSOE, el enfrentamiento decisivo se ha librado en Andalucía y en el campo posterior a la batalla yacen los cadáveres de los vencidos y suenan las resonancias del eco de la risa de los vencedores contemplando la sangre derramada.

Una de las primeras reacciones nada más conocerse la victoria de Rubalcaba fue la de volver la atención hacia José Antonio Griñán y el varapalo que este acontecimiento ha supuesto para él, firme defensor de la candidatura de Carme Chacón, a pesar de su promesa de “neutralidad activa” en este Congreso.

“Si gana Rubalcaba, el partido en Andalucía se parte por la mitad, porque Griñán y los suyos han apostado mucho por Chacón”, nos comentó un delegado en la puerta del hotel antes de concluir las votaciones. La victoria del cántabro ha supuesto la puntilla definitiva a una lucha interna entre griñanistas y chavistas que se prolonga desde que el actual presidente de la Junta relevó a Chaves en abril de 2009.

De hecho, esta contienda no es más que una ramificación de la principal: la pugna entre el zapaterismo, encarnado en Chacón y Griñán, y la vieja guardia del PSOE, representada por Rubalcaba y, en la sombra y por encima de todos, Felipe González. Esta mañana ya nos avisaron de que “si Felipe se ha movido esta noche, Chacón está muerta”. Luego nos confirmaron lo que todos esperaban: ayer, a los cinco minutos de comenzar Zapatero su discurso de despedida como secretario general, González abandonó el Congreso. Felipe se movió y ahora ya se conocen las consecuencias.

La derrota de Chacón se lleva por delante a quien más esperanzas tenía en que ésta ganara: Susana Díaz, actual secretaria de organización del PSOE en Andalucía, y a la que todos colocaban en el mismo cargo en el federal en caso de victoria de Chacón. Ahora tendrá que exponerse precisamente a aquello que pretendía evitar yéndose a Madrid: una más que probable quema de la ejecutiva regional tras las elecciones autonómicas del 25 de marzo, a las que el PP de Javier Arenas se presenta con una mayoría absoluta avalada por varias encuestas.

Sevilla ha sido el escenario de la batalla y, por ende, Sevilla ha sido la que más y peores bajas ha registrado. Una de ellas, inesperada, ha sido el número uno del PSOE en el Ayuntamiento de la capital hispalense y candidato a la alcaldía en las elecciones del pasado 22 de mayo, Juan Espadas. Todos daban por supuesto que Espadas iba a apoyar a Rubalcaba, pero a última hora cambió su apoyo y lo dio a Chacón, parece que con la promesa de un puesto en las listas para el Parlamento Andaluz de por medio. También hay apuestas que, al igual que los discursos, matan.

Sobre todas las cosas, la tarde de este sábado de 38 Congreso Federal del PSOE en Sevilla dejará dos imágenes que nadie olvidará, y bien está no hacerlo, pues marcarán la realidad inmediata, y no tanto, del PSOE. La primera de ellas es la cara de muerto de José Antonio Griñán antes y durante el anuncio de la victoria de Rubalcaba.

La segunda, no menos importante, la de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, antiguo niño prodigio del PSOE sevillano, entregando los avales para la candidatura de Rubalcaba junto a Patxi López. De Gómez de Celis se habló como futuro alcalde de Sevilla antes de desaparecer de la escena en una oficina de la Junta de Andalucía. Hoy, aquellas aguas de antaño vuelven a sonar por encima del ruido de sables que ya se apaga, aunque no del todo.

Al PSOE de Andalucía le crecen los enanos

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez

Aún sin haber puesto un circo en la explanada ferial, al Partido Socialista de Andalucía no paran de crecerle los enanos. Por si no tuvieran bastante con la que está cayendo a causa del escándalo de las prejubilaciones fraudulentas en los ERE de la Consejería de Empleo, ahora se asoman al ya ajetreado panorama político dos nuevos asuntos de indiscutible impacto mediático: la dimisión del consejero de Gobernación, Luis Pizarro, y las informaciones publicadas por el diario El Mundo relativas a las actividades profesionales de varios integrantes de la familia del actual vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial y ex Presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves.

Todo ello como caído del cielo al unísono sobre un partido al que apenas le da tiempo a reaccionar ante la publicación de tanto hecho novedoso en los titulares de los medios. Tener la condición de rival electoral de los socialistas andaluces en los tiempos que corren debe ser poco menos que una verdadera delicia ante tanta y tan variada munición disponible para orquestar los ataques.

A tortas con la Justicia por los ERE

La insistencia de la juez encargada de la investigación del caso de las prejubilaciones fraudulentas en los ERE de la Junta, Mercedes Alaya, ha desembocado en un enfrentamiento abierto entre ambas administraciones.

La reiteración de la instructora en que la Junta entregue las actas de los Consejos de Gobierno celebrados desde 2001 a 2010 y la negativa sistemática a hacerlo por parte de la administración autonómica ha derivado en un requerimiento de incompetencia ante el Tribunal Supremo presentado por la Junta y que demorará la investigación en este apartado unos cuatro meses.

El Gobierno andaluz se escuda en la Ley del Gobierno de Andalucía, que en su el artículo 31.1 dice textualmente: “los documentos que se presenten al Consejo de Gobierno tendrán carácter reservado hasta que el propio Consejo de Gobierno acuerde hacerlos públicos”. La juez, por su parte, entiende que sólo gozan de tal condición las deliberaciones, informes y votaciones del citado órgano. Tras la tozudez de la Junta a entregar los documentos solicitados subyace el temor cada vez más extendido entre los socialista de que el caso pueda acabar convirtiéndose en una causa general contra el PSOE-A.

La juez ha mantenido una breve reunión con el letrado de la Junta en la que le ha reiterado la negativa a entregar las actas y su decisión de recurrir al Supremo. Con posterioridad ha emitido un nuevo auto en el que insta a la administración autonómica a depositar las 480 actas en sobre lacrado antes de 72 horas como medida cautelar hasta que el alto tribunal determine, bajo apercibimiento de cometer un posible delito de desobediencia si no lo hace.

También ha reclamado las actas de los acuerdos adoptados en el seno de diversas consejerías y del antiguo Instituto de Fomento de Andalucía (IFA) y ha dado diez días a las partes para que se pronuncien sobre la cuestión de su incompetencia.

El Gobierno andaluz, a través de su portavoz, Mar Moreno, ha accedido finalmente a hacer entrega de la documentación requerida y se ha mostrado por primera vez bastante crítica con el “tratamiento” recibido por parte de la magistrada. A estas alturas, ya no es ninguna sorpresa que Alaya no se fía en absoluto de la Junta.

Cuarta crisis de Gobierno de la era Griñán

La cuarta crisis de gobierno de Griñán como Presidente de la Junta de Andalucía se fraguó durante el Congreso Extraordinario del PSOE-A celebrado en Sevilla un fin de semana de marzo de 2010. En aquel congreso procesión, en el que Manuel Chaves lloró, Francisco González Cabaña, secretario general de los socialistas gaditanos no aceptó incorporarse a la nueva ejecutiva regional de Griñán. El nuevo secretario general había optado por Rafael Velasco como número dos del partido, relegando a Luis Pizarro que se tuvo que conformar con un cargo de consejero. Era el principio de una crisis largamente anunciada.

La dimisión del último referente de Chaves en el Gobierno andaluz no hace sino confirmar dos cosas: que la sucesión del anterior Presidente se cerró totalmente en falso y que, a día de hoy, la ruptura entre Griñán y su antecesor en el cargo es definitiva.

Las discrepancias con el rumbo que estaba tomando el partido desde aquel congreso eran evidentes, aunque no notorias, y se han acentuado con la forma de llevar el escándalo de los ERE. Sin embargo, el detonante definitivo ha sido la destitución del delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz, Gabriel Almagro, esta misma mañana por el Consejo de Gobierno, ya que el consejero de Gobernación se negó a hacerlo.

La chispa que encendió la mecha se produjo tras una reunión que mantuvieron el 12 de marzo pasado en Benalup, antigua Casas Viejas, Manuel Chaves, Luis Pizarro y Francisco González Cabaña con Manuel González Fustegueras. Durante aquel almuerzo, propusieron a Fustegueras encabezar la lista a la alcaldía de Jerez, en detrimento de la actual alcaldesa, Pilar Sánchez. El motivo no era otro que la alcaldesa se había comprometido a no pactar con Pedro Pacheco para lograr la alcaldía.

Griñán lo entendió como una injerencia intolerable. No fue la única, también en Córdoba se produjo un intento de desbancar a la delegada de la Junta, Isabel Ambrosio, afín al ex vicesecretario general Rafael Velasco. La reacción del aparato no se iba a demorar como así ha sucedido. La crisis, pues, está servida.

La evidencia de la ruptura se ha escenificado en las nuevas designaciones para los cargos vacantes, Francisco Menacho como consejero y Manuel Jiménez Barrios como delegado del Gobierno, dos personas integrantes de la oposición a Pizarro en Cádiz.

El ruido de sables en las filas socialistas no se ha hecho esperar. El propio Pizarro no ha asistido a la toma de posesión de su sucesor y su número dos en la consejería, el viceconjerero José Antonio Gómez Periñán, ha presentado su renuncia al cargo.

La guerra no ha hecho sino comenzar. Mientras desde la Junta se resta importancia a la trascendencia y el calado de la crisis, sectores críticos con la actual directiva pedían en privado la celebración de primarias para elegir a otro candidato. Se sienten molestos por la utilización del BOJA para desbancar al oponente político, una medicina en cuya aplicación Pizarro era ciertamente un experto. Incluso el vicepresidente primero del Gobierno y presumible aspirante a la sucesión de Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha visto obligado a terciar para quitar hierro al asunto.

Los intentos por frenar el desastre pasan por enterrar el hacha de guerra hasta que pasen las elecciones de 2012 y después ya se verá. El adelanto electoral está prácticamente descartado. También la celebración de unas primarias en estos momentos, por lo que de suicidio político conllevaría de cara al electorado. Sin embargo hay un hecho que podría cambiar radicalmente el paisaje y desencadenar la batalla definitiva; un resultado catastrófico en las próximas elecciones municipales. Si se produjera, el liderazgo de Griñán quedaría bastante cuestionado y alguien podría considerarlo un buen motivo para intentar el asalto a la jefatura del partido. Algunos aseguran que los sectores críticos ya están pensando en el ex consejero Francisco Vallejo como alternativa. Pero los más cercanos a Griñán apuestan a que su figura como líder del partido no peligra mientras mantenga el apoyo unánime de la agrupación de Sevilla, algo que ya Chaves tuvo muy en cuenta durante su etapa como secretario general y que combatió hasta el final de su mandato. En cualquier caso, las cartas no están todas todavía encima de la mesa.

La sombra de Chaves sobre la Junta de Griñán

Precisamente el actual vicepresidente tercero del Gobierno de la nación y ex presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, es otro de los grandes pesos con los que tiene que cargar Griñán en estos días de crisis en el PSOE-A y en el Gobierno regional.

Al marchar a Madrid, Chaves no sólo dejo abierta la puerta a las disputas por el poder dentro del Gobierno y el aparato regional del partido, que han desembocado en la dimisión de Luis Pizarro y el consiguiente baile de cargos y nombres, sino una larga sombra de presunta corrupción como legado para el actual Gobierno.

La noticia, destapada en El Confidencial por Melchor Miralles y Javier Chicote, de que Iván Chaves, hijo del ex presidente andaluz, recibió trato de favor para ejercer de mediador de empresas ante la Junta de Andalucía a cambio de comisiones ha cogido a pie cambiado no sólo al propio Chaves sino a todo el Gobierno andaluz, desubicado entre tantos golpe, al tiempo que ha avivado el fuego de la corrupción durante su etapa como presidente.

A la luz de esta noticia, la prensa ha recordado otros casos de presunta corrupción protagonizados por el ex presidente y otros familiares suyos durante su etapa al frente de la Junta. Entre ellos destaca la subvención de 10 millones que la Junta, entonces presidida por él, concedió a la empresa Minas de Aguas Tintadas (Matsa), en la cual trabajaba su hija Paula Chaves. La subvención se aprobó en Consejo de Gobierno presidido por Chaves, a pesar de que es ilegal aprobar ayudas públicas a entidades relacionadas con familiares de algún miembro del Consejo.

Otro caso, conocido en el verano de 2006, implica a dos hermanos de Chaves, Leonardo y Antonio José. El primero de ellos, director general de Tecnología e Infraestructuras de la Junta desde 2004, adjudicaba contratos públicos a la empresa Climo Cubierta, de la cual Antonio José Chaves era asesor, tras haber sido socio y administrador. Dos sobrinos carnales del ex presidente, uno de cada uno de los hermanos, también estaban implicados en el escándalo al tener relación con Climo Cubierta, en calidad de trabajador y de administrador, respectivamente.

La inquietud en la Junta de Andalucía ante los casos de presunta corrupción durante la etapa de Chaves como presidente son fruto de la incidencia que todo escándalo protagonizado, o no, por el hoy ministro de Política Territorial tiene en el Gobierno regional. La sombra de Chaves es alargada y llega en forma de seísmos hasta el actual gabinete encabezado por Griñán, a pesar de sus intentos por hacerse con el control del partido en Andalucía y de desligarse de las personas afines al antiguo presidente. Algo que se ha visto en la gestión del caso de los ERE, otro de los escándalos gestados durante la presidencia de Chaves, y en el que se han visto implicados algunos de sus hombres fuertes, como el secretario general del PSOE de Sevilla, José Antonio Viera, aislado por el actual aparato regional del partido ante las acusaciones crecientes.

No es para menos la inquietud del Gobierno andaluz ante las embestidas continuas del PP, que no tiene reparos en sacar toda su artillería y subir hasta el Congreso de los Diputados para acosar a Chaves a base de preguntas sobre los escándalos en Andalucía, sabedores de que derribar al vicepresidente tercero provocaría un cataclismo en la Junta, a cuyo Gobierno muchos andaluces siguen asociando su figura.