La Sevilla invisible

Hace algo más de seis años, en marzo de 2014, realicé un vídeo que recopilaba las principales historias de sevilla report, con motivo del segundo aniversario de nuestro periódico. En él aparecen titulares impresos sobre planos de recurso relacionados con cada información en cuestión. De fondo, la música de mi compañero Juanjo Cerero (a.k.a. bkwsk).

Disfruté tanto grabando y editando aquellos planos que rescaté muchos fotogramas para editarlos como fotografías bajo una serie común: la Sevilla invisible. Al fin y al cabo, las historias de sevilla report tenían un denominador común: dar una visión diferente de Sevilla y contar la ciudad que no se ve (porque la prensa local no la publicita en su escaparate diario).

Después de mucho tiempo guardadas en una carpeta de mi ordenador, el confinamiento me ha dado la oportunidad de rescatarlas, editarlas y publicarlas por fin. Ha pasado tanto tiempo que algunos lugares han cambiado por completo, pero quizá eso mismo hace más interesante esta serie, porque ahora algunas fotos son de sitios doblemente invisibles.

Pulsa sobre las fotos para verlas ampliadas con su descripción en una galería.

(N.B.: la calidad no es muy buena porque son fotogramas de vídeo de una cámara con bastante menos calidad que una réflex, y además han sido exportados y comprimidos varias veces)

Sevilla invisible - La Ronda Norte a la altura de Pino Montano, con el Puente del Alamillo al fondo
La Ronda Norte a la altura de Pino Montano, con el Puente del Alamillo al fondo
Sevilla invisible - Un hombre circula en bicicleta por el Puente de Hierro de San Juan de Aznalfarache
Un hombre circula en bicicleta por el Puente de Hierro de San Juan de Aznalfarache
Sevilla invisible - Una anciana contempla desde su ventana un desahucio en la Barriada del Carmen de Triana
Una anciana contempla desde su ventana un desahucio en la Barriada del Carmen de Triana
Sevilla invisible - Solares baldíos junto al Puerto y el Puente del Centenario
Solares baldíos junto al Puerto y el Puente del Centenario, en lo que hoy es el centro comercial Lagoh
Sevilla invisible - Un hombre camina por Tres Barrios junto a un solar donde se había proyectado una promoción de viviendas protegidas aún sin construir
Un hombre camina por Tres Barrios junto a un solar donde se había proyectado una promoción de viviendas protegidas aún sin construir
Sevilla invisible - El Puente del Alamillo visto desde San Jerónimo
El Puente del Alamillo visto desde San Jerónimo
Sevilla invisible - Solar abandonado a merced de los jaramagos junto a un bloque de pisos
Solar abandonado a merced de los jaramagos junto a un bloque de pisos
Sevilla invisible - Barcos atracados en la dársena del Puerto, junto a las naves de la Avenida de las Razas
Barcos atracados en la dársena del Puerto, junto a las naves de la Avenida de las Razas
Sevilla invisible - Muelle logístico de trenes de ADIF en La Negrilla
Muelle logístico de trenes de ADIF en La Negrilla
Sevilla invisible - El Puente de Alfonso XIII, abandonado en una parcela del Puerto, con el Puente del Centenario al fondo
El Puente de Alfonso XIII, abandonado en una parcela del Puerto, con el Puente del Centenario al fondo
Sevilla invisible - El Puente de Hierro de San Juan de Aznalfarache; al fondo, un tren del Metro de Sevilla
El Puente de Hierro de San Juan de Aznalfarache; al fondo, un tren del Metro de Sevilla
Sevilla invisible - San Jerónimo, con el puente del Alamillo al fondo
San Jerónimo, con el puente del Alamillo al fondo
Sevilla invisible - Un hombre coge tagarninas junto a las naves del Puerto, en lo que hoy es el centro comercial Lagoh
Un hombre coge tagarninas junto a las naves del Puerto, en lo que hoy es el centro comercial Lagoh
Sevilla invisible - Vallas
Vallas en La Negrilla
Sevilla invisible - Anuncio del nuevo Brico Depôt junto a una parada de Tussam
Anuncio del nuevo Brico Depôt junto a una parada de Tussam en San Jerónimo
Sevilla invisible - Fábricas de San Jerónimo
Fábricas de San Jerónimo

¿Quieres ser periodista sin estudiar Periodismo? [Réplica a Gabriel Corbacho]

Mi compañero y amigo Gabriel Corbacho hace en su blog una crítica sobre el oficio de periodista y su desprestigio, a colación de los másteres que convocan diversos diarios y a través de los cuales, previo pago de una nada simbólica cantidad de dinero, cualquier licenciado, sí, cualquiera, puede ser periodista. Es una crítica que, cómo no, comparto, mas con algunos matices.

Él mismo da en el clavo de un aspecto que es clave, cuando habla de los conocimientos profundos, técnicos y específicos de una profesión que deben conocerse para poder ejercerla, como sucede en el caso de la medicina, el derecho o la ingeniería, por poner tres ejemplos. Precisamente la gran mayoría de los licenciados en Periodismo sale de la Facultad, tras cinco años de carrera, sin saber ejercer el oficio, y éstos de los másters quieren enseñar a la gente en unos cuantos meses lo que no se enseña en cinco años en la licenciatura.

Pero el problema, me da a mí la impresión, es precisamente ése: que los conocimientos profundos, técnicos y específicos que respecto de otras profesiones se enseñan en las facultades y escuelas, no se encuentra en la Licenciatura de Periodismo. En cinco años hemos aprendido algunas cosas útiles, sí, pero la mayoría de lo que nos han enseñado ha sido paja teórica y conocimientos que poco o nada tienen que ver con el periodismo.

Por eso pienso que no se puede pretender que para ser periodista haya que tragarse cinco (ahora cuatro) años de aprendizaje que, en su mayoría, no tiene que ver con nuestro trabajo o que es un compendio teórico para ratones de observatorio mediático, pero no para la gente que informa en el día a día sobre la realidad del mundo y de la gente.

La cosa es que el periodismo para mí no es una profesión, sino un oficio, entendido como una ocupación de artesano, a la que uno se empeña en cuerpo y alma, más allá de un horario, por dedicación, gusto, placer y vocación (que no bocación, que, como dice Juan Blanco, es la vocación de boquilla que mucha gente de la carrera dice tener por el periodismo). Una «ocupación habitual», como dice la primera acepción de «oficio» en el DRAE.

El de la información es el único oficio que está recogido en la Constitución Española. Todo ciudadano tiene derecho a dar y recibir información. Es un derecho fundamental. Reconocer como periodista únicamente a quien tiene una licenciatura y está colegiado o asociado en el gremio no es sólo cercenar ese derecho fundamental, sino dar calidad de informador a quien tiene un papel pero, probablemente, ni sabe informar ni tiene ganas ni ha ejercido jamás ese trabajo, a pesar de contar con las herramientas que hoy nos da la web, mientras que alguien que, como nuestro compañero Gregorio Verdugo, que durante muchos años ha ejercido el periodismo sin ser licenciado, o, sin ir más lejos, el médico Carlos Herrera, que no es licenciado en periodismo, ya no podrían ejercer este oficio que, todos lo sabemos, desempeñan mejor que muchísimos licenciados.

Mal que nos pese, creo que volver a dar prestigio a este oficio y, sobre todo, conseguir que los ciudadanos vuelvan a creer de nuevo en el periodismo como un servicio público, un servicio al ciudadano, que no es otro que el objetivo que este oficio debería tener y jamás perder, todo eso es más responsabilidad de los que queremos hacer un #periodismorealya, un periodismo de, para y con las personas, lejos de las cifras, del espectáculo, de la gracieta burda, del morbo y del escándalo chillón. Los que hayamos cursado la licenciatura tendremos ventaja, pero sólo si hemos sabido aprovechar lo que nos haya podido aportar.

Como dice Bukowski, de la Facultad se sale ya parado. Llegar a ser un parado ilustrado depende de uno mismo, de ser un autodidacta, un curioso, un culillo de mal asiento. Lo que decía Roberto Arrocha: «El que no sea curioso no podrá disfrutar de esta profesión». Y, añado yo según mi parecer, tampoco estará capacitado para ejercerla. Si no te preocupas por conocer el mundo y por aprender a contarlo de una u otra manera, entonces serás, en palabras de Bukowski, uno más en la fila de los tontos con papeles.

Que luego haya gente que se crea que por tener tal o cual papel o por ir corriendo detrás de algún famoso ya está haciendo periodismo, ya está otorgando un servicio básico de información para el ciudadano, pues a nosotros no debe irnos ni venirnos. Haz bien y no mires a quién, dice mi madre, y también que en todos lados hay gente buena y gente mala. Pero ya sabemos que por sus actos los conocerán y nos conocerán a nosotros. Así que debemos seguir haciendo el periodismo que nosotros creemos justo y necesario y esperar que nuestro trabajo dé sus frutos, aunque a nosotros nos falte el pan algunas veces (y yo me doy a mí mismo mi correspondiente palito en las costillas, dudando de que esto que digo ahora lo repita con tanta vehemencia dentro de unos años, cuando tenga el estómago vacío un día y otro y otro más).

Pero para que todo esto tenga el final que nosotros queremos, los ciudadanos también tienen que poner de su parte y entender que la información de calidad es aquella que verdaderamente les aporta algo en su vida, y no cualquier chisme barato con cuatro datos mal dados que acuda al morbo para llamar la atención del lector o el espectador. Tienen, tenemos todos (y ahí entran los también licenciados a los que va dirigida la oferta del máster que aparece en la entrada del blog de Gabriel), que comprender que el periodismo de calidad no está per se en un gran medio, igual que tener un título de licenciado no te hace periodista y que puedes serlo, y además bueno, aunque no lo tengas. Que no están todos los que son ni son todos los que están. Sin duda, ésa, la de la educación de las personas en una información libre y crítica como libre y crítico debe ser su pensamiento, es la más dura de las batallas que nos toca librar. Pero nuestro ánimo debe ser más fuerte, y estoy seguro de que, sin duda, lo es.

Résistance, compañeros.

Los sanfermines y Twitter: derecho o deber de informar

En esta última semana hemos tenido dos acontecimientos que han causado revuelo en los círculos periodísticos y más allá de ellos. El primero de ellos fue la muerte de Daniel Jimeno durante uno de los encierros de San Fermín. El otro saltó en la mañana de ayer, a raíz de un tuiteo de Luis Rull: la negación de Techcrunch de publicar algunos documentos confidenciales de Twitter que han caído en sus manos.

Estos dos hechos, más que otra cosa, han puesto en cuestión los derechos y deberes no sólo de los periodistas, sino también de los blogueros, en tanto que informadores en potencia y de facto. ¿Es ético e incluso legal publicar la foto de un joven medio desangrado o un documento confidencial de una empresa?

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El pago en los medios y el valor de la información

El otro día, navegando por el blog de Juan Varela, me encontré con esta entrada antigua, en la cual su autor hablaba de que la publicidad como base del modelo de negocio de los medios está llegando a su fin, como también le ha sucedido al modelo de pago por la información. Y aunque es antigua, no deja de ser actual y de dar pie a una sencilla reflexión.

El descarte de la publicidad como un sustento y una fuente de negocio para los medios viene provocado por la falta de anunciantes, algo que ha echado por tierra el planteamiento de los gratuitos (como hemos podido comprobar con el cierre de Metro, de ADN.es y de ocho delegaciones de 20Minutos), pero sobre todo es causa del coste tan bajo que los anuncios adquieren en Internet, y eso incide en las posibilidades de negocio de los medios digitales, sean del tipo que sean.

El negocio de los medios no puede seguir basándose en la publicidad. Si se supone que ha habido o que está dándose un cambio de paradigma en la industria de la información, es absurdo seguir con la misma base de negocio, tanto más en tiempos como los actuales, de profundos cambios en la economía que afectan notablemente a la publicidad, a cuánto se acude a ella y a los caminos que ésta tomará de ahora en adelante para difundirse.

Si ya no podemos vivir de la publicidad, nos queda sólo la solución del cobro por contenidos. Pero, como bien dice Varela en su artículo, ni una ni otra serían posibles. Al menos per se. Varela tiene razón al decir que sería absurdo volver a cobrar por determinados contenidos, como el grueso de las noticias, cada vez más homogeneizadas y basadas en información de agencias, gabinetes y notas de prensa (el periodismo de teletipos).

Pero también matiza, no con menos acierto, que generar el pago de los lectores es posible siempre que se ofrezca un producto diferente, algo único que no ofrezca nadie más. Reportajes, vídeos, fotos e historias por las que de verdad merezca la pena pagar, aunque sea poco. Algo como este magnífico fotoreportaje multimedia de Le Monde, del que tuve conocimiento gracias a Paper Papers, y que supone un perfecto ejemplo de ese periodismo de calidad que mezcla lo mejor de antes -la curiosidad y las ganas por buscar la verdad- y lo bueno de ahora. Un ejemplo de en qué debería consistir el nuevo periodismo, en lugar de otras cosas extrañas que anuncian algunos gurús.

Los medios tienen que asumir este reto, por su propia existencia, y en este reto tienen un papel preponderante los periodistas. Nosotros debemos pensar en nuestra labor, y preguntarnos si estamos preparados. Y cuando lo veamos claro, invitar a los lectores a que se preparen ellos para seguirnos.

Roquefordcast vol. 3

En el tercer capítulo de Roquefordcast hablamos de…

  • … la Coalición de Creadores y su cruzada anti-p2p.
  • … la campaña ‘Ponle freno’ del Grupo Antena 3.
  • … las elecciones en Estados Unidos y la obsesión por la seguridad en este país.
  • … el amarillismo en los medios y la psicosis que provoca en la población.
  • … la censura en las empresas de comunicación.
  • … y alguna que otra sorpresa más.

Y además, esta semana, ampliamos el tiempo a 30 minutos, sin ningún motivo en especial, simplemente porque me puse a hablar como un desesperado y cuando me di cuenta ya me había pasado. Ahora me ausentaré hasta mediados de septiembre, debido a que tengo por delante algunos asuntos importantes.

Enjoy and comment!!

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