Bautizo de un freelance

La compañera Magda Bandera, periodista en la revista La Marea, nos ha dedicado a Gregorio y a mí un artículo en su blog. Al hilo de la publicación de las aventuras contractuales de Aznar y Abengoa en la Libia de Gadafi, ha decidido regalarnos unas líneas para felicitarnos por la exclusiva en eldiario.es y para, de paso, reconocer la tarea de todos aquellos que nos ganamos la vida —o lo pretendemos— elaborando la información por cuenta propia y vendiéndola al mejor postor. Una figura que, en los tiempos que corren, suele transmutarse por «el que pague algo», sin ponerse muy exquisitos con que la cantidad sea mayor o menor.

Dice Magda algo que no es ajeno a ningún periodista, sea freelance o miembro de una redacción: los sueldos están por los suelos. Es curioso: después de tres años de informar a diario, o casi, en sevilla report, nuestros lectores, amigos y familiares solían felicitarnos por nuestra abnegada labor. Me emocionaba con los halagos pero también esperaba que el reconocimiento fuera económico algún día, y mejor pronto.

Ahora que por fin ha llegado la pasta gracias a la exclusiva libia, he sido consciente de que no conviene despreciar el renombre y que la gente te conozca. Ambos reconocimientos son igual de valiosos y necesarios, y acaso el segundo lo es más. No es una cuestión de ego —a uno, que apenas tiene 1.200 seguidores en twitter, no le van esas cosas—. Supongo que si uno quiere prosperar como freelance ha de procurar que sus informaciones vayan asociadas a su nombre —ahora lo llaman personal branding—. Cuanto mejor una, mejor el otro.

Magda fue la primera persona a la que le ofrecí la exclusiva. Es cierto que la historia se vende sola, pero me sorprendió su respuesta firme. «Sí, nos interesa», dijo sin vacilación. Para alguien que ha intentado vender no pocas historias en un ámbito tan complicado como el local —y más en esta Sevilla vuelta de espaldas hacia sí misma— ya es increíble que alguien acepte comprarte una. Y si encima habla de remuneración económica sin que uno se lo mencione es para pellizcarse.

La primera vez que quise publicar una historia en un diario fue en 2010. Acababa de concluir la carrera y de escribir con Gregorio un reportaje que costó tres meses y muchísimo trabajo, documentación, pateos arriba y abajo y peleas con todo tipo de fuentes —incluido algún yonqui—. Casi nadie lo quería. Hubo alguien que pagaba —y bien— pero no tenía espacio.  Y alguien que ofrecía una doble página pero con la cínica coletilla de que, «como tú comprenderás, no podemos pagarte». Dos años y medio después, esa historia se convirtió en mi primer libro.

En realidad Magda me ofreció, acaso ya me los dio, los dos reconocimientos que espera y merece no sólo un freelance, sino cualquier periodista: la consideración por una historia bien trabajada y el dinero que paga el pan necesario para seguir contando historias un día más. Puede parecer una cosa insignificante. Otro medio no se dignó a contestar a un correo en el que le ofrecíamos la historia. Imagino los gritos que alguien daría en la redacción la mañana en que destapamos la información.

Al final decidimos, por motivos no sólo económicos, trabajar con eldiario.es. Pero me acordé de Magda. Me dio cosa dejarla sin la historia. Si hubiera podido, además de con los compañeros de eldiario.es, hubiera trabajado con ella. Pero me consuela pensar que con sus palabras de reconocimiento en su blog nos está dando, en realidad, el ánimo necesario para seguir por este camino que apenas comenzamos a transitar. En él, sin duda, encontraremos muchas más historias que, ojalá, verán la luz con olor a tinta y nuestros nombres impresos en las páginas de La Marea y en otros muchos medios. Y que ustedes las lean.

Aznar pactó una comisión del 1% con Abengoa para conseguir adjudicaciones en la Libia de Gadafi

[Información publicada en eldiario.es el 29 de octubre de 2014]

El presidente español José María Aznar y Muamar el Gadafi, durante su entrevista en un hotel de Trípoli, el 17 de septiembre de 2003. / Efe / Bernardo Rodríguez
El presidente español José María Aznar y Muamar el Gadafi, durante su entrevista en un hotel de Trípoli, el 17 de septiembre de 2003. / Efe / Bernardo Rodríguez

J. Rodríguez / G. Verdugo | Para José María Aznar, Muamar el Gadafi era «un hombre extravagante, un hombre raro», pero también «un amigo». La buena relación entre el expresidente del Gobierno con el dirigente libio era algo conocido; incluso cenaron juntos en Sevilla, en 2007, cuando Aznar ya había dejado La Moncloa. El presidente de la fundación FAES y presidente de honor del PP fue uno de los pocos líderes europeos que, en marzo de 2011, se opuso a la intervención militar en Libia contra Gadafi, argumentando que era «muy difícil entender una política que deja que los amigos caigan y que los enemigos permanezcan en el poder». Lo que no se sabía es que José María Aznar, al mismo tiempo que intercedía en público a favor de Gadafi, hacía negocios en privado con empresas españolas que querían conseguir contratos con el Gobierno libio.

El 8 de septiembre de 2010, unos meses antes de la guerra civil y posterior intervención militar internacional que acabó con Gadafi, José María Aznar firmó un contrato de intermediación con Befesa, una filial del grupo sevillano Abengoa dedicada a la construcción de desaladoras, depuradoras y otras obras públicas medioambientales.

Befesa estaba interesada en conseguir las adjudicaciones de cuatro grandes desaladoras que quería construir el Ministerio de Servicios Públicos de Libia: en Tobruk, Misurata, Sirte y Yarafa. En total, las cuatro desaladoras sumaban una inversión de 950 millones de euros, según los propios cálculos de Abengoa, que figuran en este documento para inversores (página 94). Para conseguir esas adjudicaciones, Befesa contrató a Aznar como intermediario.

Según el contrato, al que ha tenido acceso en exclusiva eldiario.es, José María Aznar es “una persona con reputada experiencia en el mercado internacional y en particular el libio”, que cuenta con “conocimiento de las instituciones públicas, así como de la legislación local reguladora de las ofertas, programas de promoción público privada y concursos públicos”.

La remuneración que Aznar firmó con Befesa es muy generosa: una «comisión de éxito» –como la define el contrato»– del 1%  «hasta que la cifra de adjudicación acumulada de proyectos dentro del programa llegue a 250 millones de euros». A partir de esta cifra –es decir, después de que Aznar se llevase los primeros 2,5 millones de euros–, la comisión se reduciría al 0,5%. En total, si Befesa hubiese conseguido los 950 millones de euros en adjudicaciones que esperaba en Libia, Aznar habría cobrado una comisión de seis millones de euros: alrededor del 0,6% de los 950 millones esperados.

Además de esa comisión, Aznar consiguió otro 0,25% adicional del precio convenido por Befesa con el Gobierno libio por administrar las desaladoras cuya gestión se incluya también en el contrato de construcción. Esta comisión se recibiría durante los cinco primeros años de mantenimiento de las instalaciones.

El contrato con Befesa incluía también un adelanto de 100.000 euros más IVA. José María Aznar facturó esa cantidad cinco días después de firmado el contrato, el 13 de septiembre de 2010. Eldiario.es ha tenido también acceso a esa factura, que tiene sello de entrada en la contabilidad de Befesa el 30 de octubre. En el documento, con la firma del propio Aznar, consta también su número de cuenta de Caja Madrid.

Factura de José María Aznar con Befesa
Factura de José María Aznar con Befesa

Por parte de Befesa, el contrato está firmado por Javier Molina Montes, presidente de Befesa. En el momento de la firma, la filial de Abengoa «tiene identificados» cuatro proyectos de desaladoras en Tobruk, Misurata, Sirte y Yarafa. El primero de ellos consiste únicamente en la construcción de las instalaciones, mientras que los otros tres incluyen la gestión de éstas. No obstante, la empresa especifica que «la colaboración se extiende a todos los proyectos de desalación que adjudique el Ministerio bajo el programa». En julio de 2010, según la información que daba Abengoa a sus inversores, Befesa ya tenía firmado un memorándum de entendimiento con el Gobierno de Gadafi por tres de las cuatro desaladoras.

En el acuerdo también se especifican las obligaciones del expresidente del Gobierno, «el prestador», según el contrato. Entre ellas, el «prestador» se compromete a «suministrar a Befesa toda la información necesaria tendente a que ésta pueda presentar oferta»; «asistir y prestar todo apoyo comercial necesario durante el curso de las negociaciones con clientes con el objetivo de obtener la adjudicación del contrato»; «realizar gestiones para dar a conocer los productos y soluciones» de la empresa, y «apoyarla en las demostraciones de productos, preparación y presentación de ofertas, visitas al territorio, etc.».

Además, la filial de Abengoa establece que «su actuación deberá regirse en todo momento por los principios de corrección, licitud y buena fe». Por ello, prohíbe «influir o inducir, directa o indirectamente, sobre cualquier acto, decisión u omisión» de funcionarios y autoridades locales, así como «realizar cualquier tipo de pagos a cuenta de aquellas personalidades mediante cuentas no registradas oficialmente».

Eldiario.es ha intentando ponerse en contacto con José María Aznar a través de la FAES para recabar su versión de los hechos. No ha habido respuesta.

Un portavoz de Abengoa ha confirmado a eldiario.es que Befesa contrató a Aznar «como asesor», pero que la guerra civil y posterior intervención militar en Libia frustraron las adjudicaciones. La ejecución de Gadafi el 20 de octubre de 2011 –un año después de la firma de este contrato– y el cambio de Gobierno dejaron a José María Aznar y a Abengoa sin un negocio millonario. En 2013, Abengoa vendió Befesa a un fondo de inversión.

El amigo «extravagante» de Aznar

José María Aznar no tardó mucho tiempo en convertirse en padrino de Gadafi en el intento del líder libio de recuperar sus relaciones con Occidente tras años de aislamiento. El régimen libio había sufrido los efectos de las sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU a causa del atentado de Lockerbie en el que murieron 270 personas en 1988. Cuando Gadafi aceptó la responsabilidad y prometió indemnizar a los familiares de los supervivientes en 2003, las sanciones fueron levantadas, lo que dio vía libre a Aznar.

El entonces presidente del Gobierno fue el primer líder occidental que visitó Libia tras la decisión de la ONU. Lo hizo en septiembre de 2003, es decir, sólo un mes después de que el embajador libio en las Naciones Unidas admitiera oficialmente con una carta la responsabilidad de su país.

Para justificar tal premura, Moncloa destacó entonces que, después del 11S, Libia se había comprometido a colaborar en la lucha contra Al Qaeda. Los países europeos aún veían a Gadafi con prevención, incluso después de resolverse el asunto del atentado de Lockerbie, pero Aznar decidió en seguida que Libia era un campo abierto para los negocios entre ambos países y que Gadafi valoraría su actitud.

En su visita a Trípoli, Aznar aceptó jugar la carta propagandística que más le gustaba al líder libio: visitar las ruinas convertidas en museo de su antigua residencia, destruida por aviones norteamericanos en 1986 por orden de Reagan en represalia por un atentado cometido en Alemania.

Las relaciones entre España y Libia se intensificaron cuando meses después Gadafi aceptó clausurar su incipiente programa de armas de destrucción masiva. Libia dejaba de ser un Estado paria a ojos de Occidente. Tony Blair llegó a Libia en marzo de 2004, también con la vista puesta en hacer negocios con Libia. Gadafi visitó España en 2007, ya con Zapatero en el poder.

Está claro que Gadafi le estaba agradecido a Aznar y que eso abrió a este último posibilidades de intervenir como mediador en contratos millonarios. Tampoco Aznar dejó tirado a su amigo libio. En abril de 2011, se mostró en una conferencia en una universidad de Nueva York completamente en contra de la intervención militar de EEUU y Europa contra el régimen libio. Gadafi era «un amigo extravagante (de Occidente), pero un amigo», una vez que aceptó destruir sus armas químicas y ayudar a EEUU en la guerra contra Al Qaeda, dijo Aznar. Lo que no dijo es que esa guerra le iba a hacer perder mucho dinero.

Otro punto de vista del conflicto libio

Foto: AP Photo/Jerome Delay

Gregorio Verdugo / Jesús Rodríguez

Tres días después de aprobar la resolución 1973 de la ONU que autoriza el empleo de la fuerza armada para imponer una zona de exclusión aérea sobre Libia con el objetivo de proteger a la población civil y, una vez iniciadas las acciones militares, las dudas y los interrogantes sobre su idoneidad comienzan a brotar en la opinión pública y de ello se hace eco, desde numerosas perspectivas, el universo periodístico.

Son muchas las cuestiones que aún no están aclaradas del todo y que cobran fuerza con cada día que pasa y desembocan en diferentes interpretaciones de los periodistas. Desde quienes defienden la necesidad de la intervención, aunque con variados matices, hasta quienes se oponen a ella por considerar que no tiene la suficientes garantías o justificaciones.

Es casi generalizada la opinión de que la intervención militar no obedece tanto a motivos humanitarios como a la salvaguarda de intereses petrolíferos y de otra índole, aunque a esta diatriba le sigue a continuación la de qué pasaría con la población civil libia si la actuación no se hubiera producido. Esto no es óbice para que algunos la consideren imprescindible, aunque un tanto tardía, y otros llegan a calificarla como justicia, a fin de cuentas.

En lo que parece que todo el mundo está de acuerdo es en que Gadafi estaba atentando contra su población civil, aunque algunos se preguntan “si no son tan buenos los buenos de Benghazi”, ya que en la actualidad estamos hablando de gente armada y que ataca a la par que se defiende.

También existe cierto grado de consenso en las sospechas que levanta un acuerdo de intervención de la ONU tan rápido cuando la comunidad internacional no atiende a los conflictos similares que se suceden en otros países.

Otras de las dudas no disipadas con la suficiente claridad es quién está detrás de los rebeldes y cuál es el supuesto Gobierno de oposición al que Francia ha reconocido oficialmente. Demasiadas preguntas a las que las informaciones periodísticas que nos llegan desde Libia no acaban de dar respuesta.

Leonor Massanet es una licenciada en Farmacia y en Psicología que viaja a Libia cuatro o cinco veces al año por temporadas largas como un mes, desde hace cinco años. Actualmente se encuentra en España y regresó de la zona en conflicto una semana antes de que estallara la revuelta. Afirma mantenerse en contacto permanente con personas libias de su confianza, con las que habla por teléfono varias veces al día. Su versión de los hechos no es la que reflejan a diario los medios, sino todo lo contrario. Por eso traemos aquí una entrevista que nos ha concedido por correo electrónico.

¿Cómo está repartido el apoyo de la población con respecto a Gadafi?

El 80% de la población está con el Gobierno actual. La gente no está politizada y no vive la política como nosotros porque ahora está recibiendo tanto, se está reconstruyendo el país por completo, está esperando sus casas antes de final de año, vive muy bien y hay tanto trabajo. En el área de Benghazi siempre ha habido, y es sabido por el Gobierno y por todos los Libios, algunas tribus que están en contra del Gobierno y además se quejan de que el Gobierno les favorece menos. Desde hace unos 5 años Gadafi está intentando hacer un cambio de la política repartiendo los beneficios del petróleo entre la población y que luego todo el mundo sea responsable de sus gastos, como colegios, hospitales, universidades , etc., que ahora son gratis. Hay una serie de políticos que se oponen totalmente al reparto y quieren seguir administrando el dinero del petróleo y dicen que son los que están encabezando la revuelta.

¿Cómo se han vivido los ataques de las tropas de Gadafi a los bastiones rebeldes?

Desde el principo se oye decir que esta revuelta está apoyada por el exterior y es sólo por el petróleo y el gran miedo de la gente es una intervención extranjera. Cuando han visto que ya entraban a bombardear han olvidado las rencillas, muchos rebeldes han vuelto a unirse con Gadafi para unirse contra los extranjeros. Dicen que Gadafi son 5 millones de libios y que morirán antes que él. Han hecho más daño esta noche con los bombardeos que con todo el mes de problemas.

¿Qué parte del país controla en realidad Gadafi?

Gadafi controla y siempre ha controlado todo el país. Los rebeldes están en la región de la Cirenaica, que es el noreste de Libia, en la frontera con Egipto, por donde les estaba entrando la ayuda exterior. Empezaron en Benghazi e hicieron una serie de movidas grandes y muy agresivas quemando, robando polvorines, etc., y Gadafi intentó resolverlo hablando y negociando con las tribus hasta que tuvo que tomar medidas porque estaban invadiendo el país con muchas armas y Occidente les apoyaba. Llegaron a ocupar la región de la Cirenaica del Este pero en este momento los rebeldes sólo controlan parte de Benghazi y me dijeron que los dirigentes habían huido todos.

¿Hay ahora mismo movimientos de la oposición en Trípoli?

Tripoli estaba totalmente tranquila. Ahora solo están ya pendientes de los bombardeos y nadie sabe lo que pasará, porque los medios de comunicación están hablando de una auténtica invasión de aviones, barcos, portaaviones y submarinos de un montón de países. Está claro que Occidente va a por todas, independientemente de lo que esté ocurriendo dentro.

¿Se conoce el número de bajas que la represión ha causado entre la oposición en Trípoli?

Yo no conozco el número de bajas que han causado los rebeldes ni las que ha causado el Gobierno libio porque ha habido mucho fuego cruzado. Me consta que al que ha depuesto las armas ni se le ha pedido el nombre y los chicos jovencitos, casi niños, que al principio luchaban con los rebeldes se les devolvían a sus familias. Si fuera cierto que el Gobierno ha hecho masacres, como se dice, habría cortado la rebelión en pocos días porque no son tantos y están muy localizados.

¿Hay opositores detenidos en estos momentos?

A los opositores que deponen las armas los dejan, a los niños los devuelven a su casa, pero los que son extranjeros están en la cárcel, porque dicen que hay muchos egipcios, palestinos y tunecinos que han venido sólo a luchar con la oposición.

¿Con cuántos mercenarios cuenta Gadafi y cuál es su procedencia?

En Libia hay un ejército que se estaba hablando de disminuir el año pasado porque no era necesario y al continuar la rebelión se presentaron 480.000 libios voluntarios para ayudar a resolver la situación lo mejor posible. Los rebeldes están utilizando muchos mercenarios y esto lo está dificultando mucho porque son gente a las que se les dan armas y la zona se ha convertido en muy peligrosa ya no sólo por la revuelta, sino porque roban y se ve que se han cometido muchos atropellos. Las mujeres y niños en Benghazi están dentro de sus casas y no se atreven a salir.

¿Crees necesaria la intervención internacional para parar la supuesta matanza del pueblo libio?

No es cierto que haya una matanza del pueblo libio, para empezar porque la mayoría del pueblo libio está con Gadafi aunque no guste a Occidente. Esta intervención está haciendo mucho más daño que los rebeldes y está claro que se está buscando eliminar a Gadafi aunque sea a costa de devastar y matar al pueblo Libio.

¿Ha habido víctimas civiles tras los primeros ataques de la fuerza internacional?

Se ha bombardeado un hospital en Tripoli, y ha quedado totalmente destruido. Era un hospital de dermatología. Se han bombardeado casas particulares y se habla de 48 muertos por el momento y muchos heridos.

¿Cuál es la zona de Trípoli más dañada por los ataques?

Han bombardeado los aeropuertos de Tripoli, Benghazi y Misrata, los depósitos de petróleo de Misrata.

¿Ha habido miembros del ejército que se hayan negado a disparar contra la población?

La población Libia y Gadafi no quieren esta revuelta porque todos tienen parte de familia en ambos lados y porque las tribus son muy extensas y están repartidas por toda la geografía del país. La presión y fuerza exterior está dando una gran virulencia a la situación.

¿Crees que Gadafi está en condiciones de lanzar un ataque a otros países ribereños del mediterráneo?

Lo que Gadafi ha dicho es que no entregarán el petróleo y todos los libios con los que hablo dicen que no cederán el país ni el petróleo a los extranjeros y defenderán hasta la muerte.

¿Crees que hay alguna posibilidad de que Gadafi abandone el poder de forma pacífica?

La mayoría del pueblo Libio no quiere que Gadafi abandone el poder y esta petición viene desde fuera y desde una pequeña minoría de dentro, por tanto un Gobierno no se abandona así. Gadafi es Libio y vive para Libia, donde tiene toda su familia y dice que no abandonará Libia y, si es necesario, morirá en Libia.

¿Prevés que se derrumbe el régimen o, por el contrario, que se lance a una ofensiva casi suicida?

La única forma de que logren su objetivo es que hagan una ofensiva suicida, destruyan Libia y maten a la mayoría de los libios, porque lo que pretenden es lograr el petróleo libio eliminando el estorbo de Gadafi.

¿Te llegan noticias de la zona rebelde o sólo desde Trípoli?

Los Libios son tribales y las tribus están extendidas por todo el país. Se comunican por teléfono y van teniendo información de Trípoli, Benghazi y otros lugares. Conocen gente o familia casi por todo y en este momento todo el mundo está pendiente de todo lo que está pasando y me lo van contando.

Las informaciones que llegan desde Bengasi y zonas de dominio rebelde dejan constancia de que la situación de los niños es segura -que juegan por las calles-, y que las mujeres se han unido a la rebelión.

Benghazi es el área más peligrosa en este momento porque hay mucha gente armada. Hay zonas de Benghazi con la bandera Libia. Hace varios días que Gadafi ha parado de enfrentarse a los rebeldes para evitar la entrada de los aviones y, a pesar de ello, han entrado y dicen que miente. Esta noche, los Estados Unidos están lanzando misiles sobre Benghazi y han dado sobre el hospital más grande de la ciudad, y dicen que disparan sobre el ejercito del Gobierno para ayudar a los rebeldes.

¿Cómo es posible, si los rebeldes son sólo unos pocos, que hayan tomado y mantenido el control de toda la región de la Cirenaica del Este y algunas ciudades del Oeste, hasta llegar a cercar incluso Trípoli?

En primer lugar los rebeldes son muy pocos comparados con la población Libia que está del otro lado, pero han entrado mucha gente que dicen que son mercenarios por la frontera egipcia y son de Arabia Saudí, tunecinos, egipcios y de otros lugares, y son como soldados profesionales. Gadafi les dejó avanzar y, al principio, empezaron a quemar edificios, robar los polvorines de armas y gente joven de las universidades se unieron viéndolo como una reivindicación, pero poco a poco, con la virulencia que ha tomado y todo lo que ha pasado, los jóvenes han vuelto a sus casas y algunas tribus han ratificado que están con el Gobierno. Éste, al ver que no podía convencerles y que no querían negociar, mandó su ejercito y entonces fue cuando se dijo que Gadafi mataba al pueblo Libio, que se había levantado contra la opresión. ¿Qué tenía que hacer el Gobierno Libio?

Dices que no se han tomado represalias contra los rebeldes. Sin embargo, conocemos por los medios el caso de familias enteras encarceladas durante años por cuestionar a Gadafi.

Gadafi les dice que si entregan las armas no se les toma el nombre y se les devuelve a las familias, y esto me consta. Yo no soy periodista ni estoy en posesión de la verdad absoluta, soy una persona particular que transmite lo que ha vivido y lo que le están diciendo libios, buena gente en la que confía.

¿Qué opinas acerca de las detenciones de periodistas de Al-Jazzeera y otros medios extranjeros por parte del Gobierno libio? ¿No crees que impiden que los ciudadanos de otros países dispongan de información verídica y contrastada?

Están tergiversando las noticias y dando una agenda siempre que favorezca a los rebeldes y en contra de Gadafi desde el principo. Para entrar en Libia hace falta un visado y más en un momento como el actual, en que les puede pasar algo, y parece ser que, aprovechando que los rebeldes durante un tiempo tuvieron la frontera con Egipto, entraron muchos periodistas que se han quedado con los rebeldes y han estado informando sólo lo que ellos les han dicho, y el resto de Libia se ha sentido muy dolida por esta información tan sesgada y a veces falsa. Supongo que los detienen porque han entrado en el país ilegalmente, porque Gadafi invitó a la prensa de todo el mundo, pero muchos periodistas prefirieron entrar sin visado porque seguramente pensaron que serían más libres para informar de lo que quisieran y lo que yo creo que ha ocurrido es que sólo han visto y oído a una pequeña parte de Libia. Por ejemplo, cuando Gadafi dijo que por favor no se mataran entre ellos, que eran hermanos y primos, y dijo que si querían que les ocurriese como en Madrid con Franco, es decir, que se mataron entre hermanos, lo decía como un drama al que no quería llegar, y sin embargo Aljazeera lo tradujo en el sentido contrario. Me consta que en Tripoli hay algunos periodistas que están informando.

¿Qué tendrían que ver -o ganar- los “muchos egipcios, palestinos, tunecinos, etc., que, según tú, han venido sólo a luchar con la oposición”?

Ha entrado mucha gente muy preparada por la frontera de Egipto y se sabe que esto ha sido preparado desde fuera. No sé exactamente quién o quiénes han organizado todo esto, pero está muy claro que lo único que interesa es eliminar a Gadafi sin importar los efectos secundarios.

Partidarios del Gobierno libio afirman que los rebeldes reciben armas de Occidente, aunque hay constancia de los contratos de venta de armas que numerosos países occidentales firmaron con Gadafi en la última década.

Gadafi estaba hablando el año pasado de reducir el ejercito e ir progresivamente desarmando el país porque ya no era necesario defenderse. Lógicamente, el Gobierno Libio tiene armas en parte vendidas por España. Los rebeldes son unas personas que se han levantado contra el Gobierno, han robado los polvorines del Gobierno, han recibido armas y han iniciado un ataque apoyados por muchos países de Occidente, de una manera muy intensa con los medios de comunicación y ahora con aviones, barcos, portaviones, etc.

Como mucha gente, afirmas que Occidente quiere derribar a Gadafi para hacerse con el petróleo libio, aunque la Libia de Gadafi es uno de los principales abastecedores de petróleo de Europa desde hace décadas y la rebelión, precisamente, puso en peligro este suministro.

Con el rey Idris, las empresas extranjeras se llevaban entre el 80 y el 90% de los beneficios del petróleo y sólo quedaba el 10%, aproximadamente, que se lo quedaba el rey. Con Gadafi se ha invertido completamente, porque el 80% de los beneficios se queda en Libia y además hay bastantes pozos cerrados que se guardan para más adelante, porque Gadafi dice que el petróleo es de los Libios y debe durar también para los hijos, pero Occidente quiere explotar más y le exigen que saque más. Además, el petróleo Libio es muy puro y sale muy barata su extracción. Gadafi es la pared que no les permite administrar el petróleo ni sus beneficios.

Gadafi parece sostener que él y en su Gobierno son la personificación de la revolución libio. ¿No son demasiados 41 años de Gobierno personal?

En primer lugar, Gadafi no gobierna desde hace mucho tiempo. En segundo lugar, en Libia hay un Gobierno que es el que gobierna y que está formado de la siguiente manera: los vecinos de un área determinada se reúnen y eligen a unos representantes de cada área, es decir, Sanidad, Obras etc. Luego se reúnen y eligen a uno de ellos, que representará a todos ellos para transmitir sus decisiones. En cada ciudad habrá varios grupos de éstos que habrán elegido a su representante. Todos los representantes de los grupos de una misma ciudad eligen a uno que les representa en Tripoli. Todos los representantes de las ciudades en Tripoli conforman el Gobierno Libio y entre ellos eligen al primer ministro y a todos los integrantes del Gobierno. Nosotros no somos quién para decidir cuándo un país que no es el nuestro y que está funcionando mejor que nunca debe cambiar de Gobierno.

En sus sucesivos discursos, desde hace casi un mes, Gadafi ha amenazado en varias ocasiones a la población libia, además de haber acusado a sus opositores de ser islamistas al servicio de al-Qaeda. ¿Cuál es tu opinión sobre estas afirmaciones?

Gadafi está cada día pidiendo a los jóvenes que por favor depongan las armas, está ofreciendo de todo y dando mil vías para conseguirlo. Al principio les dio dinero no recuerdo para qué, repartió ordenadores portátiles, etc. Respecto al problema de los islamistas radicales, viene a cuento porque en Libia Gadafi tiene una meta: que no le entrara ningún terrorista, y hasta ahora no ha habido terrorismo porque lo han cuidado mucho y esto me consta desde hace muchos años y ahora en este tiempo que ha estado la frontera abierta dicen que han entrado islamistas y que han tenido noticias de que han entrado algunos de Alkaeda y temen que haya alguna agresión porque se la tienen jurada a Gadafi. Han encontrado a algunos rebeldes que no eran libios y luchaban por la “guerra santa”. No dice que los rebeldes sean islamistas sino que hay islamistas entre los rebeldes.

¿No es paradójico que Gadafi haya perdido la simpatía y el apoyo de todos los líderes y países del mundo, no sólo Occidentales, excepto Venezuela, amén de numerosos diplomáticos libios en todo el mundo, incluido el representante ante la ONU, así como algún ministro del Gobierno?

En este momento le odian muchas personas de las altas esferas, porque no quieren que se repartan los beneficios del petróleo entre los Libios, como quiere hacer Gadafi, y esto es algo que ya lleva varios años en el candelero libio y luego la crisis mundial, porque Gadafi retiene petróleo. Lo que no se puede hacer es juzgar con nuestra cultura y planteamiento a un país que es tan distinto a nosotros, porque cometemos muchos errores.

ACTUALIZACIÓN [22.03.11, 12:20 h.]

Más preguntas que suenan a conclusiones sacadas sobre la intervención militar internacional en el conflicto de Libia.