Una alfombra roja hacia el pasado

1992 era el futuro y cabía en una isla. Era el monorraíl, el telecabina y la pantalla gigante del Jumbotron. Las primeras pantallas táctiles, los prototipos de teléfonos móviles y el albor de las redes de datos de fibra óptica. La televisión por satélite, los vehículos eléctricos y las pérgolas con microclima. Un espectáculo audiovisual con láseres impresos sobre agua pulverizada y el cine en 3D con asientos móviles. La arquitectura más innovadora de la historia. La ciencia y el espacio. Era ser el centro del mundo, la ciudad donde la cultura, todas las culturas, se reunían en una explosión multicolor.

De aquello apenas quedan ruinas cubiertas de grafitis, hierba y herrumbre, algunos pabellones ―con dispar suerte― y un canal invadido por la maleza. Si la Híspalis colonial tardó 200 años en dejar de ser puerto y puerta de las Indias, a esta Sevilla que celebra ―con la boca chica― el V Centenario le ha bastado un par de décadas para volver a desviarse del camino de la modernidad, en el que, a juzgar por su efímero periplo, cayó más por casualidad que por empeño.

Superponer la imagen de las dos urbes nos da una idea del sendero transitado desde entonces. Donde una vez se halló una de las cuatro puertas que abrieron la hermética Sevilla al mundo, se yergue hoy un rascacielos como símbolo de una provinciana aspiración de modernidad. En la parcela contigua, en 1992, teníamos el único cine IMAX de España. Hoy hay un Primark y un hotel. Y así todo por igual (valientes).

Tampoco hay que asombrarse de este panorama, si se tiene en cuenta que el Ayuntamiento ha pasado ambicionar convertir a Sevilla en la cabeza de la vanguardia mundial a congratularse por reunir en un congreso a gerentes de cadenas hoteleras y empresas turísticas. Valga el testimonio de Juan Espadas, que considera que la cumbre mundial del turismo de esta semana “es el evento más importante que se ha celebrado en la ciudad desde la Expo 92”.

Barack Obama habla durante la conferencia inaugural del WTTC de Sevilla, el 2 de abril de 2019
Obama ha pronunciado la conferencia inaugural del WTTC por el módico precio de 400.000 dólares | Foto: Pepo Hernández

Es curioso comprobar cómo una década de crisis ha desnudado de pretensiones la política municipal española. En 2007, la mayor ambición de un alcalde, el culmen de su carrera política y casi la principal razón para pelear por ganar unas elecciones era legar a la ciudad un proyecto urbanístico megalómano en el que, de paso y como el que no quiere la cosa, dejar su nombre grabado per sæcula sæculorum. Hoy la máxima aspiración de un regidor es algo más modesta: inaugurar un congreso o posar sonriente en la apertura de una franquicia.

De golpe y porrazo, como traca final de un mandato insulso, a Espadas se le ha puesto cara de Juan Ignacio Zoido, que llegó a la Plaza Nueva como adalid de la micropolítica y acabó intentando dejar un legado magnífico ―material o no― a toda costa. Con esta coda, el regidor socialista ha dejado claro, como desde hace tiempo se sospechaba, que su modelo de ciudad es el mismo que el de su predecesor: ninguno, salvo apostar de forma desbocada por esta nueva tríada mediterránea compuesta por bares (de diseño), hoteles y centros comerciales.

Zoido solía proclamar que a las multinacionales extranjeras que querían instalarse en Sevilla había que ponerles por delante una alfombra roja. Suponemos que se refería a las facilidades de las que, por ejemplo, disfrutó el Brico Depôt, que abrió su tienda del Higuerón Sur sin contar aún con la obligatoria licencia de ocupación de Urbanismo.

Espadas, que ha aprendido tanto de su antiguo rival como para adoptar algunos de sus principales preceptos, no quiere quedarse atrás. Por eso ha ofrecido a los inversores extranjeros todo el suelo disponible para que construyan hoteles. No industrias, centros empresariales o infraestructuras que propicien la innovación o el empleo de calidad, sino hoteles, por si no hay suficientes.

Según estimaciones del INE, Sevilla ya acumulaba en febrero casi 23.000 plazas de hotel, 3.000 más que cuando el PSOE accedió a la alcaldía en 2015, y se prevé que en los próximos años haya al menos otras 1.000 merced a las nuevas licencias hoteleras que expide como churros la Gerencia Municipal de Urbanismo. Y eso sin contar los pisos turísticos que funcionan al margen de la ley. Pero dice el alcalde que “necesitamos dos o tres Alfonso XIII más”.

Con su all-in por el turismo, Espadas deja en pañales a Zoido, no sólo en grandilocuencia sino en su empeño por convertir la ciudad en un parque temático de cartón-piedra para guiris. Símbolo de esta escalada fue el destino del inmueble de la Plaza de la Encarnación 6, cuya compra y rehabilitación costó a todos los sevillanos varios millones de euros. El objetivo era dedicarlo a viviendas sociales, pero ha acabado alojando, cómo no, un hotel.

¿Y qué hay de los sevillanos? Que se impliquen en este modelo de turismo masivo, dice la ministra de Turismo. Que sonrían y acojan con alegría al turista, aunque sus casas terminen convertidas en apartamentos de AirBNB, los comercios de proximidad sustituidos por locales hipsters y tiendas de souvenirs, sus barrios gentrificados y los vecinos expulsados. Que no frene la sangría de sevillanos que emigran porque, sobre todo, el modelo económico de su ciudad no les ofrece un trabajo digno.

Protesta de vecinos de Sevilla contra el turismo masivo y la WTTC en la Giralda, el 2 de abril de 2019
Protesta de vecinos de Sevilla contra el turismo masivo y la WTTC en la Giralda

Al final, la alfombra roja llena de comodidades que Zoido abogaba por poner a los extranjeros ―con pasta― ha resultado ser para nosotros el camino de vuelta a los años 60. A una España transformada en patio de recreo de británicos y alemanes a los que los españoles servían sonrientes por un sueldo de miseria.

La estampa de estos días lo resume todo. Las autoridades locales, autonómicas y nacionales haciendo reverencias a Barack Obama, que ha venido a la WTTC como ése al que uno se arrima porque conoce a gente de dineros ―apadrina un tieso, decía el eslogan―; luego, de visita en el Alcázar, y al final de tapitas en el centro. Vendíamos “turismo de calidad”, pero acaso esto es todo lo que puede ofrecer Sevilla a los guiris: servilismo, restos de la urbe que dejó de ser hace 500 años y Cruzcampo con aceitunitas. Que no les falte de ná.

Elogio de la tramoya

[Artículo publicado en sevilla report]

Sevilla es un oasis en mitad del desierto de una provincia asolada por el paro. Los datos correspondientes al mes de junio, anunciados esta semana, evidencian que en el conjunto de los municipios hay 308 trabajadores más inscritos en las oficinas del SAE, mientras que en la capital hay 611 menos.

Las aguas de mayo de las fiestas primaverales han dejado el mejor dato de los últimos once años pero se han evaporado apenas un mes después. En la ciudad ha quedado un charquito del que algunos parados beben, aunque los sindicatos advierten del espejismo de la temporalidad de fiestas y eventos como la Semana Santa o la Feria. Una industria asentada es, en su opinión, el manantial más duradero.

Como si Sevilla fuera la árida Dorne de la Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin, Zoido ha debido recibir cual caudaloso río el vaso de agua de los datos del paro. Han pasado tres años desde aquel 2011 triunfal y le queda poco tiempo para evitar pasar a la historia como el hombre que soñó ser el alcalde del empleo. Mal bagaje para afrontar una campaña electoral que se le viene encima y que le coge con el pie cambiado, sin apenas logros palpables que vender.

Escombros en el Puerto de Sevilla

Consciente de que el juego de tronos municipal se disputa en los barrios, Zoido ha salido a reencontrarse con unos vecinos de los que se rodeó como candidato y a los que ha abandonado como alcalde. Summer is coming, y el alcalde aprovecha los últimos meses de calma chicha estival antes de los próximos comicios para volver a levantar barrios enteros curiosamente, los mismos donde arrecian las protestas contra la zona azul con obras. La clásica estampa de muchos pueblos andaluces, ahora en versión de gran urbe.

El que iba a ser el alcalde de la micropolítica ha acabado como (otro) regidor de grandes proyectos. Ante el hecho de que el reloj suizo que iba a hacer de la ciudad está más bien parado y de que los acontecimientos rimbombantes han propiciado más problemas que cambio a mejor, lo único que queda es poner la ciudad bonita.

Por ello no es extraño, por poner un simple ejemplo, escuchar a Maximiliano Vílchez llenándose la boca con un montón de cifras sobre cuánto han aumentado las podas en la ciudad desde hace tres años. Aunque esas podas, que han costado casi 50 millones de euros, estén tan mal efectuadas que traigan como consecuencia la muerte de cientos de árboles, mientras los funcionarios de Parques y Jardines mantienen casi sin medios ni personal parques como los de Amate, Los Príncipes o incluso el centenario de María Luisa.

La crisis asola Los Pajaritos

Lo importante no es cómo ni para qué, sino hacer algo. En sentido absoluto. Que los sevillanos perciban que, aunque ninguno de los grandes problemas se haya solucionado —incluso se han agravado—, algo se mueve y escapa a la parálisis que desde hace tiempo, y más en verano, atenaza a la ciudad. Que el muerto luzca guapo, aunque se descomponga por dentro.

La Sevilla Eterna de los próceres hispalenses es un teatro de las apariencias donde la tramoya se yergue sin remedio para ocultar las grietas de su verdadero ser. En su empeñado camuflaje —una manera de negarse a sí misma—, Sevilla ya no será Sevilla, sino Dorne. Dicen que es el escenario soñado por los seguidores de Juego de Tronos. Quizá porque, como en el desierto de la saga fantástica, en la ciudad no faltan espejismos.

Zoido, como de costumbre, ha prometido miles de empleos y muchos millones a cuenta del rodaje. Ver a Sevilla en la pequeña pantalla no sólo satisfará al chovinismo local sino que atraerá a una avalancha de turistas interesados en conocer la localización de la quinta temporada de la serie, como en Malta, Irlanda o Croacia.

Vallas ante el puente del Alamillo en Sevilla

Sevilla es, en palabras del alcalde, “un plató ideal”. Una maqueta de madera con pequeños artificios que dan la ilusión de movimiento, como en la introducción de Juego de Tronos. Un decorado de cartón piedra que adorna un gigantesco parque temático para guiris con calcetines blancos bajo las sandalias.

Mientras presenta las 80 obras de su plan estrella de emergencia para el distrito Sur, el primer edil sonríe satisfecho por saberse ficticio rey de la árida Dorne. La invicta Sevilla abre sus puertas de par en par y se rinde ante todo forastero que, como el equipo de HBO, quiera venir a dejar su maná de ida y vuelta.

Zoido parece nadar distraído en el charquito de los datos del paro como si fuera una piscina, a la espera de miles de empleos que pasarán tan pronto como las lluvias de primavera. El agua de mayo brilla borrosa en el horizonte, como un espejismo. Por delante queda un invierno que se antoja largo y seco.

Un dragado a contracorriente

Artículo publicado en sevilla report

Puerto de Sevilla

Sevilla, en ocasiones, parece esforzarse por consumar esa cualidad de urbe eterna que el chovinismo local insiste en inculcarle. De ahí que en no pocos asuntos la principal y casi única noticia es, precisamente, que no hay noticia. Quizá por su vínculo de siglos con la ciudad, el Puerto de Sevilla se ve arrastrado sin remedio hacia esta tesitura estática. Su principal proyecto, el dragado de profundización del Guadalquivir, languidece varado en unas aguas estancadas en las que desde hace demasiado tiempo flotan intertes las mismas novedades.

Durante sus 16 largos años al frente de la Autoridad Portuaria, Manuel Fernández intentó persuadir a la opinión pública de la “necesidad” de dragar el estuario del río a golpe de declaraciones que, por conveniencia, reprodujo la prensa hispalense. Su discurso se tornó un bumerán y un torrente de voces discordantes barrió sus argumentos. Fernández se fue pero el ente portuario no deja de recibir buenas dosis de su misma medicina. Más que nada porque Carmen Castreño, la nueva presidenta y otrora compañera de su predecesor, se empeña en mantener esta obstinada cruzada contra el peor de los enemigos: la realidad.

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Balance 2011-2013: Mareando al personal

Balance 2011-2013: dos años de Zoido

Juanjo Cerero / Jesús Rodríguez / Gregorio Verdugo | La gestión interna del Ayuntamiento de Sevilla consumió la mayor parte de los presupuestos municipales en los tres últimos años, en torno a 450 millones de euros para cada ejercicio. Las cantidades totales en este área son similares. El recorte entre 2011 y 2012 fue de 3,6 millones (un 0,8% menos), mientras que en 2013 hay una pequeña subida de 2 millones (un 0,4%) respecto al año anterior.

La clave de este capítulo está en dónde se gasta el dinero. A pesar del sostenimiento de las cuentas totales, numerosas partidas experimentan importantes incrementos y surgen otras tantas con una cuantiosa asignación. Otras, especialmente las empresas municipales o los recursos humanos, sufren severos recortes. Dentro de los sueldos del personal también se produce esta dinámica: unos ganan menos para pagar las subidas en las retribuciones de otros.

La austeridad es una constante en el programa electoral de Juan Ignacio Zoido. A ella dedica una de sus principales promesas durante toda la campaña: reducir el gasto municipal y la carga fiscal para el ciudadano. Los dos términos están incumplidos. Los presupuestos crecen de forma progresiva hasta alcanzar los 776 millones en 2013, un aumento del 11,3% frente a los 698 de 2013. Además, en 2013 un número superior a 20 tasas municipales subieron un 3% y otras lo hicieron aún más, como en el caso de los precios públicos de las instalaciones del IMD, un 7%, la grúa municipal y la zona azul, un 6%, y las tarifas de Tussam, una media del 5%.

Zoido también se comprometió a reducir el número de áreas de gobierno de once a ocho, algo que ha cumplido, aunque ha mantenido los mismos departamentos con una simple reordenación que ha conllevado que algunos delegados municipales, como Gregorio Serrano, titular de Economía, Empleo y Fiestas Mayores, ostenten una notable concentración de poder dentro de la corporación municipal.

El Ayuntamiento de Sevilla

También fue rotundo el regidor al asegurar que reduciría el número de cargos de confianza. En el pleno del 28 de junio de 2011, medio mes después de tomar posesión el nuevo gobierno, dijo que se aplicaría un recorte del 20%, de 81 a 58, con un ahorro de 1,2 millones. La página Sueldos Públicos ya informó el pasado 19 de diciembre de que en el Boletín Oficial de la Provincia de Sevilla de 10 de septiembre de 2012 se recogían 106 cargos de confianza.

El 7 de mayo, tras publicar la prensa local que Zoido supera a Alfredo Sánchez Monteseirín en el número de cargos de libre designación, el Ayuntamiento respondió que sólo hay 120, menos que entonces y con menos sueldo. De cualquier manera, los que ahora reconoce el gabinete de comunicación de Laredo son más del doble que los que el alcalde prometió hace dos años.

El caso más llamativo es el de Juan José Cortés, padre de Mari Luz Cortés y asesor municipal en la Delegación de Servicios Sociales, que fue imputado en marzo por delitos de tentativa de homicidio y tenencia ilícita de armas tras participar en un tiroteo en septiembre de 2011. Al PP no le bastan estos antecedentes y ha afirmado que no decidirá sobre la situación de Cortés hasta que la Justicia se pronuncie de manera definitiva.

En su obsesión teórica por mantener a raya el gasto municipal, Zoido llegó a calificar de “fundamental” la existencia de una Oficina de Control Presupuestario “que garantice que el dinero que está presupuestado se ejecute en su totalidad con un seguimiento semanal”. Dos años después, el control de las cuentas municipales sigue siendo brillando por su ausencia.

Los números que mecen la cuna

Un análisis pormenorizado de los distintos capítulos que componen Gobierno Interior muestra el mismo patrón que en el presupuesto general del área: las cantidades totales apenas se ven recortadas, pero es en el reparto y la cuantía de las partidas donde se producen los cambios estructurales más significativos. Como decía aquel viejo refrán, el diablo está en los detalles.

Un ejemplo ilustrativo es el apartado de Recursos Humanos, en el que se incluyen los sueldos del personal del Ayuntamiento de Sevilla. Entre 2011 y 2013, el presupuesto desciende más de 6 millones, un 2,34%. No obstante, lo interesante es comprobar que en los dos años de gobierno de Zoido, especialmente en 2013, los recortes se producen por sistema en los sueldos de funcionarios de la categoría C-2, la más baja, a la que se asigna a quienes sólo cuentan con el título de Secundaria. Estas bajadas, además de cumplir con la tasa de reposición cero, sirven para compensar subidas de sueldos para cargos directivos, algunos de nueva creación, y altos funcionarios.

Variaciones en los sueldos de los funcionarios y el personal del Ayuntamiento de Sevilla entre 2011 y 2013
Variaciones en los sueldos de los funcionarios y el personal del Ayuntamiento de Sevilla entre 2011 y 2013

Aunque durante la campaña electoral y en sus primeros meses de Gobierno el alcalde enarboló la bandera del recorte en puestos de confianza y altos cargos, la realidad que muestran los presupuestos municipales es que en estos dos años el gasto en personal directivo ha crecido más de un 36%, desde los 983.000 euros de 2011 hasta los 1.338.000 de este año.

Un ejemplo ilustrativo de lo anterior es lo ocurrido en la Administración General de Participación Ciudadana, donde el sueldo destinado a personal directivo se incrementa más del doble en 2013 con respecto a 2011, pasando de 70.324 a 152.690 euros. Otro detalle significativo es que en 2013 la partida para productividad del funcionariado alcanza los 17,6 millones de euros, cuando ese concepto no aparece en los dos años anteriores.

Por otro lado, en 2013 las asignaciones para las partidas de complementos y antigüedad se reubican en las catalogadas como “otras retribuciones”, que crecen hasta triplicarse en la mayoría de los grupos de funcionarios y de personal laboral. La práctica de aunar varias partidas detalladas en un solo e impreciso concepto, más difícil de escudriñar por el ojo público, se ha convertido en una práctica habitual en los presupuestos de esta Corporación. De hecho, la nota que Transparency International otorga al consistorio hispalense en transparencia económico-financiera en 2012 es de 21,4 sobre 100 frente al 79 de 2010.

La austeridad galopante impuesta por Juan Ignacio Zoido con el recorte de 6 millones de euros en los sueldos del Ayuntamiento responde al plan de ajuste impuesto por el Ministerio de Hacienda. Este plan también incluye una reestructuración del sector público que en los presupuestos de 2013 cuenta con una financiación de 7,2 millones en concepto de gastos diversos. Paradójicamente, la austeridad le cuesta a Sevilla 13 millones de euros.

En otros capítulos del área se producen bajadas significativas. Es el caso de Relaciones Institucionales, a las que en 2011 se asignaron 1,3 millones de euros y que en 2012 fueron eliminadas. Entre éstas se encontraban dos transferencias a la Agrupación de Interés Económico (ahora denominada Corporación de Empresas Municipales de Sevilla, un cambio de nombre que no afecta en nada a las funciones del ente) por valor de 940.000 euros y otros 184.320 dedicados a intervenciones relacionadas con la población inmigrante y otras minorías.

Entre las empresas municipales, Tussam percibe un 3,2% más en 2013 respecto a 2011, si bien en el último ejercicio la asignación baja un 1,2% frente a 2012. Lipasam corre peor suerte. Deja de recibir 18 millones de euros en los dos años de gobierno de Zoido, lo que supone un recorte del 17%.

En cambio, también hay notorios incrementos de presupuesto. El principal es el de 10,5 millones en Conservación de Edificios Municipales, un 117% más entre 2011 y 2013. Gran parte de este dinero se asigna a inversiones de reposición de edificios en colegios por valor de 3,2 y 4,3 millones en 2012 y 2013, respectivamente, mientras que otros 2,8 millones se destinan a inversión de rehabilitación de edificios y otras construcciones, dentro del apartado de Gestión del Patrimonio.

En este mismo capítulo hay otros cuantiosos gastos, todos en los presupuestos de 2013, como los 478.000 euros del Parque Infantil de Tráfico, los 150.000 euros de la rehabilitación del Convento de Santa Clara o las escandalosas subidas del gasto en la Administración General de Edificios Municipales. Entre 2011 y 2013, el suministro de luz sube un 50%, el de agua lo hace un 736,2% y el de gas asciende un 240%. Además, se abonan atrasos de luz y gas por valor de 519.000 y 153.000 euros, respectivamente.

Algunas partidas de Innovación Tecnológica también aumentan su asignación. El apartado de Desarrollo y Producción Informática recibe 1,2 millones de euros más en 2013, una subida del 181% respecto a 2011. Los dos conceptos que se reparten este incremento son los de mantenimiento de equipos informáticos, con 260.000 euros más en estos dos años, y la partida de aplicaciones informáticas y licencias de uso de programas, existente sólo en el último ejercicio y a la que se dedican 980.000 euros. Además, Desarrollo y Producción Informática, una sección de nueva creación con el actual gobierno, recibe en 2012 y 2013 sendas partidas de 590.312 y 1.110.000 euros.

Órganos de Gobierno, dentro del capítulo de Presidencia, experimenta un descenso de 700.000 euros menos, un 37%, en 2012 frente al año anterior, pero en 2013 vuelve a crecer un 82%, hasta los 2,2 millones. El motivo es que en 2013 se incluye una partida destinada a la Oficina de Relaciones Externas para la liquidación del millón de euros que costó a la ciudad la celebración de la final de la Copa Davis de 2011.

Otros gastos significativos, dentro del apartado de Gobierno Interior, son los del suministro de vestuario de la Policía Local, que asciende un 48% en los dos años del actual gobierno, y el de servicio de imprenta municipal, que duplica su asignación desde los 106.000 de 2011 hasta los 215.500 de dos años más tarde. Los grupos municipales no se quedan atrás y suben un 9% las transferencias por representación en el Ayuntamiento.

Dispendio y opacidad

Parafraseando a Zoido, en materia de austeridad “hay que predicar con el ejemplo”. Pero el alcalde no aplica esta máxima a su gestión, puesto que si no se imparte con criterios equitativo, pasa de ser una necesidad justificada a convertirse en una manifiesta injusticia. Una condena al pobre a ser cada vez más pobre.

A la tasa de reposición cero se suma una determinada manera de distribuir un presupuesto que se mantiene estable en su cuantía de forma que se encubre una estrategia de adelgazamiento y elitización del sector público bajo unos supuestos parámetro de profesionalidad y eficiencia que, hasta la fecha, son bastante cuestionables. Esto se ve favorecido por los constantes bailes de partidas y cambios de denominación sin otro objeto aparente que el de dificultar la fiscalización de las cuentas municipales.

La tan cacareada austeridad ha acabado suponiendo una ola de recortes por doquier que, sin embargo, no han impedido ciertos dispendios como el incremento del número de directivos y cargos de confianza y que el funcionariado de alta cualificación sea el que menos se vea afectado por los ajustes. En esto, como en la vida misma, la peor parte también se la lleva el más débil.

¿Cuánto sudan la camiseta los diputados de Sevilla en el Congreso?

sevilla report | Ahora que el descontento de los españoles con los políticos arrecia y se acrecienta avivado por los recortes, la crisis que sigue fagocitando el país sine die y, para colmo de males, con el bochornoso espectáculo que algunos representantes públicos dan en el Congreso, en sevilla report hemos estado reflexionando sobre todo ello y hemos acabado haciéndonos una pregunta que de seguro es tan vieja como extendida: ¿qué hacen los diputados que hemos elegido en las pasadas elecciones del 20 de noviembre en la provincia de Sevilla?

De este modo, ni cortos ni perezosos -hace falta no serlo para indagar sobre cuestiones así-, hemos armado un zafarrancho de búsqueda y hemos arramplado con todos los datos disponibles en la web del Congreso de los Diputados acerca de los doce representantes de nuestra provincia en la Cámara Baja.

Cuando uno se pregunta a qué se dedican los diputados, lo normal es que alguien responda lo -supuestamente- obvio: a representar al conjunto de los ciudadanos que los han votado (y, también supuestamente, a los que no) y a los intereses de dichos electores. Pero lo cierto es que de inmediato surge una nueva cuestión: cómo representan a los ciudadanos. En sevilla report no sólo hemos querido responder a esta pregunta fijándonos en cuál es la actividad de cada uno de los diputados sevillanos en el Congreso. También, especialmente, hemos querido saber cómo enfocan esa actividad para solucionar los problemas de la provincia que los ha enviado con sus votos a la Carrera de San Jerónimo de Madrid.

La respuesta completa a esta intrincada pregunta, cómo no, en sevilla report.

¿Quieres ser periodista sin estudiar Periodismo? [Réplica a Gabriel Corbacho]

Mi compañero y amigo Gabriel Corbacho hace en su blog una crítica sobre el oficio de periodista y su desprestigio, a colación de los másteres que convocan diversos diarios y a través de los cuales, previo pago de una nada simbólica cantidad de dinero, cualquier licenciado, sí, cualquiera, puede ser periodista. Es una crítica que, cómo no, comparto, mas con algunos matices.

Él mismo da en el clavo de un aspecto que es clave, cuando habla de los conocimientos profundos, técnicos y específicos de una profesión que deben conocerse para poder ejercerla, como sucede en el caso de la medicina, el derecho o la ingeniería, por poner tres ejemplos. Precisamente la gran mayoría de los licenciados en Periodismo sale de la Facultad, tras cinco años de carrera, sin saber ejercer el oficio, y éstos de los másters quieren enseñar a la gente en unos cuantos meses lo que no se enseña en cinco años en la licenciatura.

Pero el problema, me da a mí la impresión, es precisamente ése: que los conocimientos profundos, técnicos y específicos que respecto de otras profesiones se enseñan en las facultades y escuelas, no se encuentra en la Licenciatura de Periodismo. En cinco años hemos aprendido algunas cosas útiles, sí, pero la mayoría de lo que nos han enseñado ha sido paja teórica y conocimientos que poco o nada tienen que ver con el periodismo.

Por eso pienso que no se puede pretender que para ser periodista haya que tragarse cinco (ahora cuatro) años de aprendizaje que, en su mayoría, no tiene que ver con nuestro trabajo o que es un compendio teórico para ratones de observatorio mediático, pero no para la gente que informa en el día a día sobre la realidad del mundo y de la gente.

La cosa es que el periodismo para mí no es una profesión, sino un oficio, entendido como una ocupación de artesano, a la que uno se empeña en cuerpo y alma, más allá de un horario, por dedicación, gusto, placer y vocación (que no bocación, que, como dice Juan Blanco, es la vocación de boquilla que mucha gente de la carrera dice tener por el periodismo). Una «ocupación habitual», como dice la primera acepción de «oficio» en el DRAE.

El de la información es el único oficio que está recogido en la Constitución Española. Todo ciudadano tiene derecho a dar y recibir información. Es un derecho fundamental. Reconocer como periodista únicamente a quien tiene una licenciatura y está colegiado o asociado en el gremio no es sólo cercenar ese derecho fundamental, sino dar calidad de informador a quien tiene un papel pero, probablemente, ni sabe informar ni tiene ganas ni ha ejercido jamás ese trabajo, a pesar de contar con las herramientas que hoy nos da la web, mientras que alguien que, como nuestro compañero Gregorio Verdugo, que durante muchos años ha ejercido el periodismo sin ser licenciado, o, sin ir más lejos, el médico Carlos Herrera, que no es licenciado en periodismo, ya no podrían ejercer este oficio que, todos lo sabemos, desempeñan mejor que muchísimos licenciados.

Mal que nos pese, creo que volver a dar prestigio a este oficio y, sobre todo, conseguir que los ciudadanos vuelvan a creer de nuevo en el periodismo como un servicio público, un servicio al ciudadano, que no es otro que el objetivo que este oficio debería tener y jamás perder, todo eso es más responsabilidad de los que queremos hacer un #periodismorealya, un periodismo de, para y con las personas, lejos de las cifras, del espectáculo, de la gracieta burda, del morbo y del escándalo chillón. Los que hayamos cursado la licenciatura tendremos ventaja, pero sólo si hemos sabido aprovechar lo que nos haya podido aportar.

Como dice Bukowski, de la Facultad se sale ya parado. Llegar a ser un parado ilustrado depende de uno mismo, de ser un autodidacta, un curioso, un culillo de mal asiento. Lo que decía Roberto Arrocha: «El que no sea curioso no podrá disfrutar de esta profesión». Y, añado yo según mi parecer, tampoco estará capacitado para ejercerla. Si no te preocupas por conocer el mundo y por aprender a contarlo de una u otra manera, entonces serás, en palabras de Bukowski, uno más en la fila de los tontos con papeles.

Que luego haya gente que se crea que por tener tal o cual papel o por ir corriendo detrás de algún famoso ya está haciendo periodismo, ya está otorgando un servicio básico de información para el ciudadano, pues a nosotros no debe irnos ni venirnos. Haz bien y no mires a quién, dice mi madre, y también que en todos lados hay gente buena y gente mala. Pero ya sabemos que por sus actos los conocerán y nos conocerán a nosotros. Así que debemos seguir haciendo el periodismo que nosotros creemos justo y necesario y esperar que nuestro trabajo dé sus frutos, aunque a nosotros nos falte el pan algunas veces (y yo me doy a mí mismo mi correspondiente palito en las costillas, dudando de que esto que digo ahora lo repita con tanta vehemencia dentro de unos años, cuando tenga el estómago vacío un día y otro y otro más).

Pero para que todo esto tenga el final que nosotros queremos, los ciudadanos también tienen que poner de su parte y entender que la información de calidad es aquella que verdaderamente les aporta algo en su vida, y no cualquier chisme barato con cuatro datos mal dados que acuda al morbo para llamar la atención del lector o el espectador. Tienen, tenemos todos (y ahí entran los también licenciados a los que va dirigida la oferta del máster que aparece en la entrada del blog de Gabriel), que comprender que el periodismo de calidad no está per se en un gran medio, igual que tener un título de licenciado no te hace periodista y que puedes serlo, y además bueno, aunque no lo tengas. Que no están todos los que son ni son todos los que están. Sin duda, ésa, la de la educación de las personas en una información libre y crítica como libre y crítico debe ser su pensamiento, es la más dura de las batallas que nos toca librar. Pero nuestro ánimo debe ser más fuerte, y estoy seguro de que, sin duda, lo es.

Résistance, compañeros.

Resistencia y compromiso

Mañana hay convocada una huelga general en todo el país. ¿Qué harás tú? Tienes múltiples opciones. Puedes ir a trabajar (suerte). Puedes no poder ir a trabajar por no tener manera de ir. Puedes querer ir pero darte la vuelta cuando veas doscientos mil piquetes en la puerta del trabajo. Puedes no ir a trabajar. Puedes no ir a trabajar y quedarte en casa. Puedes no ir a trabajar e ir a las manifestaciones, o de piquete. Puedes no ir a trabajar pero ir a ejercer tu oficio, como hará servidor.

Decidas lo que decidas y hagas lo que hagas, y aunque seguramente no te conozco a ti que ahora lees esto, te pido que reflexiones sobre lo que haces y por qué lo haces. Y, en especial, sobre qué conlleva lo que haces. Que si vas a trabajar sepas que ganas un día de sueldo pero que puede ser pan para hoy y hambruna para mañana. Que si vas a las concentraciones sepas que estás protestando y defendiendo un derecho, pero que tu voz se la apropiarán unos sindicatos apesebrados, hipócritas y conniventes con este Gobierno contra el que dicen protestar (y eso cuando algunos pierden el norte y protestan por algo que nada tiene que ver).

Pero esto no es un sermón ni un alegato propagándístico, sino una declaración de intenciones personales, algo que, probablemente, tampoco te interesará (y lo comprendo). Yo iré a la huelga, pero respeto lo que tú hagas. Si quieres ir a trabajar, respetaré tu derecho al trabajo, que también lo tienes. Porque ante cualquier derecho está la libertad de cada uno y, antes, la de cada uno para con los demás.

Para ir a la huelga hace falta mucha resistencia, de aquélla de las huelgas del XIX, tanto para hacer frente a los retos y peligros contra los que se echa mano de la huelga para luchar contra la huelga misma, sus enemigos internos y aquellos que la usan para manipular a los trabajadores y apropiarse de su fuerza. Yo voy a la huelga, pero voy libre y solo, sin nadie que me tome como arma arrojadiza, sin más bandera que mis derechos, por los que voy a pelear como nadie, ningún sindicato, ningún partido, va a pelear si no lo hago yo.

Pero si voy también es por ti. Porque además de resistencia, en una huelga hace falta compromiso. Para uno mismo, para con el que secunda la huelga con uno y también para el que no. Porque la solución a esta crisis que hemos creado entre todos -unos más y otros menos, pero entre todos- hay que encontrarla y aplicarla entre todos, cada uno según su responsabilidad y capacidad. Y para eso tenemos que estar unidos, y dar sin esperar más que aquello por lo que estemos dando.

Mañana, cuando tomemos el testigo de aquellos trabajadores del XIX que pasaban semanas de penurias y represión, de hambre y cajas de resistencia, debemos tomar el testigo de su compromiso y su solidaridad. Debemos pensar en ellos como debemos pensar en el otro. En que no luchamos por nosotros mismos, sino por la sociedad. Y luchar hasta las últimas consecuencias. Porque tenemos esa libertad y ese poder, y porque nadie lo hará por nosotros, pero nosotros sí podemos hacerlo por los demás. Porque nosotros, muchos de nosotros, tenemos un trabajo que defender. Otros, muchos, no tienen más para defender que su dignidad perdida en un semáforo, en las calles, en la nada.

Por eso yo voy a la huelga. ¿Qué harás tú?