Sevilla, en ocasiones, parece esforzarse por consumar esa cualidad de urbe eterna que el chovinismo local insiste en inculcarle. De ahí que en no pocos asuntos la principal y casi única noticia es, precisamente, que no hay noticia. Quizá por su vínculo de siglos con la ciudad, el Puerto de Sevilla se ve arrastrado sin remedio hacia esta tesitura estática. Su principal proyecto, el dragado de profundización del Guadalquivir, languidece varado en unas aguas estancadas en las que desde hace demasiado tiempo flotan intertes las mismas novedades.
Durante sus 16 largos años al frente de la Autoridad Portuaria, Manuel Fernández intentó persuadir a la opinión pública de la “necesidad” de dragar el estuario del río a golpe de declaraciones que, por conveniencia, reprodujo la prensa hispalense. Su discurso se tornó un bumerán y un torrente de voces discordantes barrió sus argumentos. Fernández se fue pero el ente portuario no deja de recibir buenas dosis de su misma medicina. Más que nada porque Carmen Castreño, la nueva presidenta y otrora compañera de su predecesor, se empeña en mantener esta obstinada cruzada contra el peor de los enemigos: la realidad.
sevilla report | Movilizarse en Sevilla al mismo tiempo que una ola de calor africano derrite sus calles milenarias debe ser lo más parecido a la antesala del infierno que se conoce. Ayer, con la ciudad bajo los efectos de una flama realmente insoportable y convocados por las centrales sindicales mayoritarias CCOO y UGT bajo el lema “Quieren arruinar al país, hay que impedirlo, somos más”, miles de sevillanos se lanzaron a las calles para expresar su protesta ante los últimos recortes aprobados por el Gobierno de Mariano Rajoy.
Como cada vez que se produce un acto de este tipo, la guerra de cifras no faltó a su cita con los manifestantes, si bien la Delegación del Gobierno se negó a dar datos en esta ocasión y los ofrecidos por los convocantes oscilaban, según la fuente consultada, entre los cincuenta y cien mil asistentes. Lo cierto es que la afluencia fue masiva, con las riadas de personas que fluían a través de las avenidas que rodean al casco histórico de la ciudad desde mucho antes de la hora de inicio.
Este medio, que es dado por norma a dejar las cifras para quienes interesadamente hacen de ellas armamento pesado para la lucha política, sí está en condiciones de afirmar que nos encontramos ante una de las movilizaciones más multitudinarias de las acaecidas en Sevilla en los últimos tiempos.
Algunas de las fotos que hice en la manifestación del 1 de Mayo en Sevilla para sevilla report. Tenéis la crónica aquí, y más fotos y el vídeo de la protesta en este otro aquí.
sevilla report | Esta mañana se presentó soleada y brillante en Sevilla, tras la espectacular granizada y la tromba de agua caída ayer tarde. Una Sevilla luminosa y brillante como pocas, con el regusto amargo en la boca de la resaca de la recién concluida Feria de Abril.
Mala combinación ésta, ya tradicional por otra parte, para el desarrollo de una jornada reivindicativa, que los azares del calendario hacen casi siempre coincidir con las postrimerías cuando no con el corazón mismo de la semana grande de la capital hispalense.
En ese contexto, la fiesta del primero de mayo en Sevilla, el Día Internacional de los Trabajadores, siempre ha tenido que batallar con las dificultades para movilizar a una población que ya lleva como mínimo una semana movilizada y por unos motivos completamente diferentes, cuando no contrarios.
El hándicap de la asistencia, en contraposición a otras movilizaciones similares pero en circunstancias distintas, siempre es en ésta el más difícil de superar, a pesar de que este año, debido al delicado momento por el que atraviesa la crisis que azota al país y la dramática ola de recortes que cada viernes, uno tras otro, viene anunciando el Gobierno a través de las ruedas de prensa tras el consejo de ministros.
La cobertura de sevilla!report en la huelga general del 29 de marzo nos llevó a recorrer las calles de Sevilla para dejar constancia de todo cuanto aconteció en los puntos más calientes de la ciudad durante esa jornada: la salida de las líneas nocturnas en el Prado de San Sebastián, las sedes de CCOO y la CGT en el Duque y Alfonso XII, los piquetes patrullando el Centro en busca de comercios y bares abiertos y la salida de los servicios mínimos de Tussam desde de sus cocheras. Éste es el vídeo que ha resultado el trabajo que hicimos Gregorio Verdugo, Juanjo Cerero, Juan Blanco y Jesús Rodríguez.
Gregorio Verdugo / Juan J. Cerero / Jesús Rodríguez. Prado de San Sebastián, 23:45 horas. Parada del Metrocentro, el tranvía de Sevilla. Comenzamos la cobertura de la jornada nocturna de la Huelga General del 29-M.
Prado de San Sebastián, 23:53 horas, las seis unidades del Servicio Nocturno de Tussam, todas ellas con servicios mínimos, prestas para salir a circular.
Cubrir una manifestación multitudinaria es como deshojar una margarita: nunca sabes cómo puede acabar ni la cantidad exacta de amigos que te vas a encontrar entre las huestes de manifestantes.
Juan José Fernández Cerero, Jesús Rodríguez y Gregorio Verdugo, tres periodistas que no mosqueteros, como siempre llegaron con la hora justa, un cohete empujando tras el culo y dando más vueltas que una noria para dar con la cabecera y la pancarta de apertura. Las declaraciones iniciales de los protagonistas se quedaron por el camino, para lamentaciones posteriores a la hora de escribir este artículo.
Como buenos compañeros nos repartimos las funciones. Jesús y Juanjo se encargarían de tomar las imágenes de vídeo y Gregorio el sonido con nuestro flamante micrófono de mano y su kilométrico cable. Conclusión: Gregorio se pasó toda la manifestación cargando con el puto micrófono de una forma absurda, puesto que no tomamos ninguna declaración. Parece ser que tuvo que reprimir una ganas tremendas de ponerse a tirar cohetes durante el transcurso de la marcha.
La cita estuvo muy concurrida. Treinta mil, dicen. Nosotros nos paramos al llegar al quinientos. Y una compañera de Canal Sur Radio, con su correspondiente peto de protesta por los despidos que se están produciendo en la casa, se acercó a un policía nacional a preguntarle cuál era la cifra oficial de asistentes. Yo sólo estoy aquí para vigilar que no quemen contenedores, imaginamos que le contestaría.
El caso es que ni la compañera ni nosotros averiguamos cuál era la estimación oficial, ni puta falta que nos hacía. Entre el barullo que iban formando, los petardos haciendo temblar los arbotantes de la catedral y el lío con los cables del micrófono entre las piernas de los manifestantes, preferimos tirar de la doctrina de De Guindos y “desmitificar las cifras”. Treinta mil, pues.
Y así, entre empujones y alaridos, abriendo de vez en cuando la boca para que los estallidos no nos reventaran los tímpanos, alcanzamos a colocarnos bajo la tribuna desde donde se disponían a hablar los oradores. Todo un momento de clímax, no por la brillantez de los discursos, sino porque también lograron acceder hasta allí tres jóvenes, de estos que se podrían calificar de “antisistema”, que comenzaron a increpar a los dirigentes sindicales con el consiguiente cabreo de la peña allí congregada. ¿Dónde os habéis metido?, les gritaban.
La cosa se terminó de liar cuando un fotógrafo de un medio de comunicación trataba de hacer su trabajo, captar imágenes de los manifestantes, cuando de pronto fue rodeado por una especie de guardia pretoriana sindical que enarbolaba banderas de plástico y que le recriminaban el haberles sacado en el encuadre. En el vídeo tenéis parte de la disputa que acabó dilucidando si era o no imprescindible llevar visible el carné de prensa para cubrir una manifestación. Parece ser que no hay bastantes problemas en las empresas, con la que está cayendo, que es de primera necesidad aclarar ese asunto.
Hay que reseñar que el olvido también acudió a la manifestación. Lo hizo cuando los agradecimientos a las organizaciones sociales y políticas que habían secundado la convocatoria. Las nombraron a casi todas, pero se les olvidó el Movimiento 15M y otros sindicatos y partidos que también asistieron.
Puede que sólo sean formas, hay quien opina que es ruptura con la ciudadanía y alejamiento de la sociedad, que es lo que uno piensa cuando ve al final de la marcha a tanta gente -cuatro gatos, pensarían en CCOO y UGT, con esta moda de desmitificar las cifras- gritando críticas a los sindicatos mayoritarios cuando ya hacía media hora que éstos habían soltado su discurso y cada mochuelo andaba caminito de su olivo.
En cualquier caso, el olvido es siempre imperdonable, sobre todo a la hora de agradecer los apoyos, como en este caso. Aunque allí estaba la gente para recordárselo. Como debe ser.