El urbanismo siempre ha sido mi gran debilidad. Siempre, desde antes de comenzar a estudiar Periodismo, he procurado estar al tanto sobre el desarrollo urbano de Sevilla y su área metropolitana y por las nuevas infraestructuras que se iban a construir. Pero el reportaje sobre el acoso inmobiliario en San Luis que Gregorio Verdugo y servidor realizamos en el quinto año de la carrera me abrió los ojos a otras facetas del urbanismo, como la geografía social.
En los últimos años, gracias a los trabajos realizados en sevilla report, ha aumentado mi interés por la relación entre el territorio y quienes lo habitan. Sobre todo, por cómo el planteamiento urbanístico—un instrumento que parece inocente y aséptico pero que es el mayor arma de cambio social— y sus modificaciones configuran uno u otro modelo de ciudad y condicionan a sus habitantes. En estos años he tenido algunas ideas para contar —sobre todo con mapas y datos, otra disciplina que me encanta y que he trabajado en este tiempo— diversos problemas urbanísticos y habitacionales.
Lo cierto es que aún les doy vueltas, pero no encuentro el tiempo que algunas de ellas merecen y necesitan. Otras, en cambio, son a la vez sencillas de realizar y potentes como documento periodístico. Es el caso de un proyecto que he puesto en marcha hace poco y que ya he comenzado a desarrollar: una galería fotográfica sobre urbanismo, geografía social, patrimonio y vivienda en Sevilla, alojada en la red social Instagram.
El propósito de este proyecto es documentar la cara urbana oculta y underground de Sevilla y los problemas y las consecuencias soterradas bajo el urbanismo desordenado, olvidado y apartado. Las fotos ayudan a arrojar luz sobre una ciudad invisible en varios sentidos. Por un lado, están todos esos lugares olvidados —vías de tren, descampados, fábricas y edificios abandonados, barrios del extrarradio…— por la administración y por nuestro propio ojo, cansado por el trasiego cotidiano y ciego a un paisaje demacrado que no deslumbra con luces de neón.
Por otro lado, en relación directa con esos lugares, están los agujeros negros de la ordenación urbana. Lugares que durante años o incluso décadas, por un motivo u otro, han supuesto un problema por no encajar en el trazado y los usos de los sevillanos, y cuya solución se ha postergado sine die hasta que acaban arrinconados en la memoria colectiva, como si fueran parcelas malditas y no pudiera hacerse nada por rescatarlas para la ciudad.
Y por debajo de todo eso están las consecuencias del urbanismo para los sevillanos. La existencia de estos lugares olvidados, la aplicación de determinadas políticas y la permisión de según qué prácticas inciden directamente en los habitantes de barrios que a menudo queda troceados, divididos, degradados o condenados a la gentrificación junto con sus vecinos.
Para explicar convenientemente este tipo de procesos y que el proyecto no quede en un mero ejercicio de fotodenuncia sin sentido ni propósito, cada una de las fotos irá acompañada por un breve contexto en el que se explicará qué se ve en la imagen, qué supone y cuál es la razón de que forme parte de la galería.
Además, la galería también la compondrán otras imágenes que no tengan que ver con un caso concreto de olvido institucional, sino que formen parte de ese enorme corpus de edificios, infraestructuras o elementos urbanos —edificios privados a medio terminar, casas en ruinas, obras, muros con grafitis…— abandonados, ocultos o que, simplemente, pasan desapercibidos en el devenir cotidiano.
Todas las semanas actualizaré el proyecto varias veces. Sin filtros, por supuesto, como corresponde a un retrato de urbanismo underground. Recuerda que puedes seguirme y ver las nuevas fotos en @jesusrodriguezgonz, y que, cómo no, espero tus comentarios.